Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Es posible que estemos viviendo, y sufriendo, una especie de confusión mayúscula de lo que hemos llamado ideología, simplemente el conjunto de ideas, más o menos coherentes, generalmente menos que más, con que miramos la sociedad y la vida en su sentido más amplio.
Todo el mundo supone que tiene una, es muy probable que se equivoquen y más que un conjunto organizado racionalmente tenemos un disparatado bojote de ideas fragmentarias y no pocas veces contradictorias.
Estoy bastante seguro de que el suelo más firme que sostiene esta confusión es la imposición universal, o bastante, de la manera capitalista, consumista, individualista, cegada por la publicidad y los medios, poco reflexiva y poco solidaria –la guerra de Israel y Hamás es un espectáculo televisivo– que en diversa medida rige nuestras vidas más concretas. Pero no vayamos tan allá, lo que queremos subrayar es más tangible. Conceptualizable y cercano.
Hay lo que llamaría democracias sucias o dictaduras blandas en América Latina, y allende por supuesto, que parecen haber sustituido a las dictaduras bananeras de hace unas décadas, sostenidas y benditas por Estados Unidos, hasta Kennedy digamos, y cuya característica básica es manejar absolutamente todo el poder público y político, absolutamente todo. Muchas de las actuales se disfrazan, permitiendo en ciertos aspectos menores, algunas libertades más bien anodinas que pretenden “blanquearlas”.
Y no porque practiquen algunos mandamientos y ritos republicanos, elecciones trucadas generalmente, simulación de separación de poderes o algunos pequeños y controlados, espacios de libertad de expresión, censurados veladamente por ejemplo. También sus predecesoras lo hacían.
Pero lo que queremos subrayar es lo más curioso, lo más ideológico. Esas dictaduras, hablamos básicamente de Venezuela como se habrá sospechado, pueden predicar cuando les conviene una ideología o algo parecido y realizar en los hechos una muy distinta y hasta contradictoria. Es una de sus patologías mayores.
Voy al grano. Muy a menudo la dictadura venezolana apela a una ideología de izquierda radical. Maldice al imperialismo americano o se define como socialista o mejor castrista, más tropical y confusa. Con mayor o menor énfasis desde que vino al mundo, hasta ayer. Y ciertamente al menos en una década, la propiamente chavista, practicó algo así como una economía socializante bastante confusa y fatal. Pero paulatinamente ha venido confeccionando un esquema neoliberal, con el aplauso de empresarios, hasta del presidente de Fedecámaras, tratando de salir del inmenso desastre económico en que vivimos. Como se verá el confusionismo ideológico es enorme, se autodestruye cualquier coherencia ideológica. Ojo, aquí no se trata ni siquiera de una réplica del modelo chino, de los dos sistemas. Es la destrucción de toda coherencia ideológica, es un país con un gobierno sin destino, ajeno al pensar. Es el caos en que vivimos.