Cuando la última dictadura formal en Venezuela, es decir la del general Marcos Pérez Jiménez, había un mecanismo estricto de censura de prensa dirigido por un emblemático personaje llamado Vitelio Reyes. No se podía publicar nada que desagradara al régimen.
Hoy, la Sala Constitucional del TSJ se inicia en esa vía al establecer una restricción a todos los medios de comunicación digitales, los cuales ahora no podrán difundir videos sobre los linchamientos, en Internet y en sus redes sociales, por considerar que estas noticias ” crean zozobra e incertidumbre en la población”.
Es cierto que un fenómeno tan humanamente criticable como lo puede ser el linchamiento no debería, éticamente hablando, ser motivo de publicación en un medio de comunicación responsable, siempre y cuando éste busque con las imágenes atraer el morbo natural de la mayoría de los seres humanos. Pero de allí a que se prohíba la información sobre tan deplorable realidad que, afecta de manera crítica a la sociedad venezolana, hay un paso gigante en una mala dirección que inexorablemente nos conducirá al tipo de censura que existe en Cuba y en toda dictadura.
La libertad de expresión es una de las grandes conquistas de la humanidad y cercenarla, con la excusa que sea, afecta uno de los derechos humanos más relevantes para asegurar la libertad como valor supremo de las democracias.
Esta libertad de prensa es la que permite que existan todo tipo de publicaciones, incluso algunas que pueden resultar chocantes para muchos, ejemplo de ello Charlie Hebdo, en Francia, objeto -por cierto- de un horrible acto criminal por parte de quienes no podían ni pueden tolerar la libertad de expresión.
Cuando un Estado determina qué pueden hacer sus ciudadanos, qué pueden leer, qué deben comer, cómo deben vestirse, dónde deben vivir, a donde pueden o no viajar, estamos frente a un sistema totalitario como el que imperó en la Unión Soviética, en la China de Mao, en la Cambodia de Pol Pot, en la Corea del Norte de la dinastía Kim o en la Cuba de los Castro.
Venezuela no quiere regresar a la época de las tiranías y dictaduras quiere y debe seguir siendo la democracia que surgió en 1958 y que, con todos sus defectos, fue un ejemplo en América Latina de pluralismo y de libertad de expresión.