La democracia y el circo – Fernando Rodríguez

Publicado en: El Nacional

Por: Fernando Rodríguez

En uno de sus últimos libros traducido al español, Infocracia, el aclamado Byung Chul Han señala lo siguiente como característica fundamental del poder en las sociedades actuales, ya en acto o en vías de imponerse: ”Es un poder que se deja ver, se da a conocer, se vanagloria y brilla. Sin embargo, los sometidos sobre los que se ejerce y despliega permanecen en gran medida invisibles”. Pero cada uno de esos sujetos de las grandes mayorías, según el pensador coreano, se sienten libres, dueños de sí mismos. Traducidos a términos más usuales es una  puesta en escena de las sociedades liberales que otorgan a cada ciudadano los derechos a emprender por su cuenta y riesgo su aventura vital, en todo sentido; y lo colectivo, exhibicionista e invulnerable, queda en manos del gran hermano, o algún familiar suyo no  menos grande, que canta y baila ostentosamente, dueño y señor de lo colectivo,  con la pasiva e inconsciente anuencia de esos hombres libres, que se sienten capaces y orgullosos de ejercer  sus frágiles e individuales aventuras vitales. Ese poder no es opresivo en sentido clásico es taimado, tecnológico, y usa atractivos atuendos.

No es que comulgue con la muy peculiar y a veces extrema concepción de ese filósofo leído por multitudes en la mayoría de los idiomas culturizados, pero abusaría de la descripción arriba enunciada para aplicarla a la Venezuela de hoy. Me da la impresión de que el poder que rige omnipresente en nuestras vidas nos ha obligado a vivirlas al margen de éste, en ejercicio de la más radical individualidad. Me diría cualquier politólogo, que estoy confundiendo la estructura de una dictadura muy clara con la de sociedades liberales más o menos avanzadas a las que seguramente el filósofo tiene en mente. Podrían tener algo de razón, pero también se muestra como muy cierto que sus peculiaridades le dan un notable parecido estructural.

No en vano estamos viviendo un tránsito más o menos torpe a una sociedad liberal, vivimos y sufrimos una especie de “paquete”, todo lo putinesco y mafioso que se quiera, pero liberalisante. Pregúntele a cualquier directivo  de Fedecámaras.

Me interesa más el silencio y la ausencia de los ciudadanos. Los partiré en dos: la  gran mayoría para sobrevivir o para migrar y que son el coro mísero y trágico del espectáculo y los otros: ricos que mayormente se las arreglaron para pasar, generalmente con prudencia cuando no con complicidad, con la cloaca falsamente revolucionaria; corruptos puros a granel y con gran poder; clase media tratando de coserse el traje destartalado y que quiere reinventarse, emprendedora, innovadora y mirar al futuro. Total, que, muy afanados, en reconstruir o adornar sus vidas se han olvidado del país, del colectivo que suele llamarse país. Al parecer los políticos han decidido imitarlos y ejercer su oficio en silencio y buscar sus combinatorias y soluciones sin topárselas con el poder ni con el recogimiento de los seres civiles. El resultado es quizás no un ejemplo, sino una caricatura, del esquema de Chul Han. Quizás no sean a la manera de noruegos o alemanes, pero de una manera perversa se han “liberado” del poder, son autónomos y se la juegan a solas. De allí parece que nacerá la nueva Venezuela, de empresarios sin ataduras y un poder que a lo mejor mejora un día, más bien lejano, pero posiblemente no demasiado diferente. La cohabitación ha de parir descendientes similares, es biológico.

En cuanto al poder que se vanagloria y brilla, pues mire usted. Mire a Maduro, no es ni siquiera Chávez y  su desvaríos y delirios, es una  mezcla de función  de circo, vulgar e infantil, con discursos pretendidamente divertidos y sin sintaxis. Y el despertar de la Venezuela cancerosa es con indio de oro, bodegones, cantantes destacados, espectáculos y parrandas. Bueno y por supuesto criminalidad desmedida contra aquellos que se oponen al silencio y al renacer como muestra el informe de la ONU. Alguien tiene que poner orden, torturar, para que el esquema funcione, para preservar la libertad de cada quien, para que el poder pueda seguir el circo y los ciudadanos su labor de cada día. Al menos en  esta etapa inicial y primitiva.

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes