Por: Pedro Pablo Peñaloza
(Me dice el corazón) No pierdas por nada esta ocasión
(Pero me grita la conciencia) Equivocarte de nuevo no puede ser coincidencia
En las últimas horas se ha propuesto una especie de dilema o controversia que no es tal. Descubriendo el agua tibia, un sector advierte que no basta con concentraciones y mítines para ganar una elección. Restan valor o relevancia a las mareas humanas que salen a las calles al encuentro de María Corina Machado, argumentando que el triunfo del 28 de julio depende enteramente de la organización.
Eso es verdad y se ha subrayado en estas páginas. Frente a la estrategia del “salchichón” -con el chavismo tratando de cortar en rodajas el apoyo popular de la oposición, inventando centros de votación en territorio comanche para aumentar el control y la presión sobre los ciudadanos-, las fuerzas del cambio deben responder afinando su maquinaria y desplegando todo un ejército de testigos para defender la voluntad popular.
Nadie podría disminuir la importancia de la organización. De hecho, ese es un reclamo permanente a la oposición, a la que se exige que haga la tarea y garantice su presencia en cada una de las mesas de votación para verificar y proteger la transparencia de los resultados.
Sin embargo, la emoción, la pasión que despierta la campaña electoral, es fundamental para que esa maquinaria eche a andar. Esas actividades multitudinarias encabezadas por María Corina, que son todo un desafío al poder que hostiga, persigue, multa y sanciona, sirven para levantar los votos que serán defendidos y para entusiasmar a los voluntarios que los defenderán el 28 de julio.
Con sus recorridos por el país, María Corina sacude las conciencias y llena de optimismo a un país que hasta hace muy poco todos daban por rendido. Burlando la censura oficial, las imágenes pasan de teléfono en teléfono, llamando a la participación con la convicción de que sí es posible conquistar la democracia.
Para eso están las campañas. ¿O es que acaso alguien esperaba ver a María Corina recorriendo los pueblos de Venezuela como La Dolorosa? ¿O la prefieren encerrada en una oficina de Caracas, revisando hojas de Excel con los nombres de los jefes de los centros de votación? Cada pieza del engranaje cumple con su responsabilidad y la lideresa de la oposición tiene que buscar el contacto directo con el pueblo para construir una esperanza que debe transformarse en organización.
Las fotos y videos de los mítines de María Corina suman. Se esparcen como la pólvora en las redes y, sin duda, llegan a alcaldes y dirigentes de partidos ajenos a la Plataforma Unitaria, que ante la evidencia prefieren unirse a la ola antes que ser tragados por el tsunami popular. Ellos saben que no se trata de un montaje y que deberán incorporarse con sus vecinos a la lucha por el triunfo.
En la campaña de 2012, todos destacaron el esfuerzo de Henrique Capriles Radonski en caminar hasta los más lejanos rincones del país con el mensaje del cambio. Incluso, al margen de la derrota, no pocos le agradecieron públicamente a Capriles Radonski su esfuerzo. Entonces, por qué no reconocer la entrega y gallardía de María Corina, quien atraviesa la geografía nacional en peores condiciones que las enfrentadas hace 12 años.
Por contraste, imagínese lo contrario. Que no hubiera actos de masas ni caravanas ni marchas festivas. Que en lugar de invitar a la prudencia, hoy todo fuera depresión y duda en la oposición. ¿Quién se subiría al carro del perdedor? Reinaría la división y dispersión, facilitando el trabajo del chavismo con sus candidatos y tarjetas intervenidas.
Largo camino
Nunca es bueno el triunfalismo. Pero tampoco lo es el derrotismo. Ahora mismo en las huestes opositoras se siente un optimismo moderado, que se fundamenta en el sentir de la calle que recogen las encuestas y en esa campaña electoral que atiza la llama del cambio.
En el pasado, la gente respondía: votaré por la oposición, pero creo que ganará el gobierno. Hoy esa percepción está cambiando. Más votantes de la oposición confían en que es posible derrotar al continuismo y transformar la historia venezolana.
Sin embargo, también se ha dicho en estas páginas, esta contienda no es ni democrática ni transparente. En un país libre, se estaría debatiendo abiertamente sobre la transferencia del poder y las prioridades del nuevo gobierno. En Venezuela solo hay una discusión: ¿Cómo hará el chavismo para desconocer el triunfo de su adversario y perpetuarse en Miraflores?
Convertir la emoción en votos demanda compromiso y organización. Lo mismo exige defender el triunfo y materializar la transición. De manera pacífica, pero firme, la mayoría tendría que hacer respetar su decisión.
María Corina y la gente están en la calle y muy seguramente allí tendrán que permanecer para alcanzar la victoria. Mezclando en su justa medida cabeza y corazón.
Un comentario
Desde la emoción hasta el triunfo estan los maduristas miembros mayoristas de todas las mesas quienes escriben la constancia de lo sucedido que meten en urnas y entregan a la FANB con y sin observadores internacionales que observan o no la redaccíón (pero no la leen, porque no se la calan en cada caso) de la constancia. Colorin cojonao.