Publicado en: Blog personal
Por: Ismael Pérez Vigil
La semana pasada inicié el comentario sobre lo que el Dr. Emilio A. Herrera nos plantea en su libro: La Evolución Importa: La condición humana vista desde la evolución (2023, Independently published. ISBN: 9798396182752). Concluí esa entrega con un resumen del contenido del libro, anunciando que en esta oportunidad me referiría en concreto al capítulo cuatro del mismo −¿Somos Buenos?−, en el cual el autor nos explica cómo impacta la teoría darwinista de la evolución en el comportamiento humano, especialmente en el “altruismo”. En esta entrega, todas las citas entre comillas son del autor y de ese capítulo y provienen de la edición electrónica del libro.
El ‘altruismo’
Se trata de explicar la conducta altruista, o como nos dice Emilio Herrera, porqué “… es común en la naturaleza ver actos de ayuda, de cooperación, de altruismo… Y en humanos… son experiencias que vivimos a diario… que pareciera contradecir el funcionamiento básico de la selección natural de la ‘sobrevivencia del más apto’ y la ‘lucha por la existencia’…” y destaca el autor, de manera importante, que la “… normalidad de un comportamiento altruista extremo está muy arraigada; si fuera contrario a nuestra naturaleza, nos lo tendrían que haber machacado hasta el cansancio en la escuela y en la casa, y no es el caso: es posible que sea más difícil acostumbrar a un niño a que se cepille los dientes todos los días a que haga buenas acciones cuando tenga la ocasión…” Para aclarar esto, apela Emilio Herrera, en este capítulo, a dos explicaciones: a través de la llamada Ley de Hamilton y a través del Dilema del Prisionero; ambas las resumiré a continuación.
La Ley de Hamilton
Mediante la denominada Ley de Hamilton (Hamilton, W.D. 1963. The evolution of altruistic behavior. American Naturalist 97:354-356) o la “selección vía parientes” (SVP) nos «…explica el amor que sentimos por nuestros hermanos y el cariño por los primos…», como ocurre en muchos organismos en la naturaleza, en la que «…todos y cada uno de los individuos viven por el bien de la colonia». Y cómo en todas las sociedades «…es normal el altruismo hacia los parientes. Y en algunos casos, la defensa de la familia llega a extremos, incluso violentos…». Entendiendo por parientes un concepto amplio, es decir: «…cualquier individuo con el que hayamos compartido el nido o la madriguera o con el que hayamos convivido en el grupo familiar desde pequeños… los hermanos adoptivos que crecen juntos, se quieren y se comportan en forma altruista entre ellos en la ausencia de parentesco genético.»
En sus ejemplos Emilio Herrera nos demuestra cómo cooperar puede darnos un beneficio mayor, o, para decirlo en sus propias palabras, «…puede darnos un beneficio asociado a un costo menor»; obviamente también destaca que eso es posible en un contexto donde va a haber muchas relaciones, muchas interacciones, en donde la cooperación, entonces, pasa a ser un factor importante.
El «Dilema del Prisionero»
Para explicar la cooperación entre quienes no son parientes, sino solamente conocidos, en donde no aplicaría la Ley de Hamilton, Emilio Herrera apela al conocido «Dilema del Prisionero», que nos adentra en el origen evolutivo del comportamiento altruista o de cooperación entre quienes no son parientes, sino apenas «conocidos«. Y desarrolla cómo y por qué siempre se van a cumplir tres condiciones de una estrategia para resolverlo: la llamada estrategia «Tit for Tat» («ojo por ojo»), “… que consiste simplemente en cooperar en la primera jugada y luego hacer lo que el contrincante haya hecho en la jugada inmediatamente anterior. Con esta estrategia, TFT, no se gana en todas las partidas, pero acumula más puntos que cualquier otra de las estrategias…”; Emilio Herrera explica, en detalle, la estrategia en el libro; pero, las tres condiciones de la estrategia se cumplen prácticamente en cualquier grupo humano de nuestra sociedad y son: reconocer al otro, recordar cuál fue su última acción y que el número de interacciones −jugadas, en este caso− sea alto. Y de esta manera concluye que «…la reciprocidad es muy común en la sociedad humana…»; yo me tomaría la licencia de agregar que es lo «más« común y que Emilio Herrera la resume en la llamada «Regla de Oro», que es universal: «Trata a los demás como quisieras que te trataran a ti mismo.»
‘Altruismo’ hacia desconocidos
Para completar el círculo, Emilio Herrera se adentra a explicar el ‘altruismo’ o la cooperación que no va dirigida a un pariente o conocido, a nadie en particular, sino hacia personas que, probablemente, nunca volveremos a ver y que, sin embargo, cooperamos con ellas, a veces incurriendo en costos o esperando un eventual beneficio futuro o intangible. Desde luego, cualquiera podría explicar esto a partir de la existencia de leyes, directrices formales, normas, el miedo o el amor, etcétera, pero Emilio Herrera trata de encontrar también un basamento evolutivo para esta conducta. En la explicación da una serie de ejemplos de experimentos realizados que han demostrado que se activan zonas cerebrales de placer cuando hacemos el bien y nos lleva entonces a la idea de ‘empatía’, y dice: «…que la empatía no solo se da espontáneamente, sino que se puede desarrollar, y existe evidencia de que la educación desarrolla la empatía y que tiene una base fisiológica, asociada a la producción de oxitocina, la famosa hormona del amor…» Aquí, en su explicación, describe una serie de estudios que se realizaron y que apoyan sus afirmaciones. (Cita el de Barraza y Zak 2009. Ann. N.Y. Acad. Sci. 1167:182–189.) Curiosamente la palabra ‘empatía’ en griego significa ‘pasión’.
Desechando mitos
Uno de los mitos frecuentes que cita en el libro, y que me llamó la atención, demuestra cómo en la inmensa mayoría de casos reales de situaciones de conflicto, interviene al menos una persona para ayudar, y frecuentemente varias y en todos los casos, anónimamente. Esto echa por tierra, dice Emilio Herrera, la impresión que tenemos de que nadie ayuda a un necesitado en la calle, y menos si se corre algún riesgo. Pero lo más importante es la conclusión del autor acerca de por qué tenemos siempre una impresión negativa de la actitud de las personas, y dice que ello se debe a «…la diferente importancia que le damos a eventos notorios, o que confirmen nuestra impresión preconcebida, comparado con eventos azarosos. Lo mismo pasa con los eventos negativos, de los cuales tomamos nota; los eventos buenos pasan desapercibidos…», y cita al psicólogo y profesor de Harvard, Steven Pinker, quien explica «…cómo este sesgo es usado por noticieros de TV o los periódicos y dan la impresión de que todo está mal en el mundo: las buenas noticias no son noticia.» (2018. Enlightenment Now. Allen Lane.) Para quienes militamos en la idea del vaso de agua siempre medio lleno y no medio vacío, esta conclusión es muy importante.
Lo que no olvida el autor
Desde luego, Emilio Herrera no olvida lo que él llama la otra cara de la moneda, la cara que todos asumen como normal, y se la atribuyen a la ‘selección natural’: que somos egoístas; es decir, desarrollamos conductas que solo nos benefician como individuos. Y prosigue, entonces, hablando de mecanismos como la reconciliación, el perdón y el castigo, y de lo que denomina el «castigo altruista», que es aquel que se da a quien no cumple con las normas de la reciprocidad generalizada y que impone un costo para quien no coopera: «…varios modelos han ilustrado cómo el castigo altruista hacia los no cooperadores, contribuye significativamente al mantenimiento de la cooperación en grupos humanos grandes.» Tampoco olvida que, a pesar de la tendencia natural a apoyar a la familia, en muchos casos, en muchas sociedades, casi en todas, el nepotismo, por ejemplo, es rechazado y sobre él se tiene una visión negativa y en algunos casos es castigado por las leyes.
El Bien y el Mal
El autor desarrolla en este capítulo, conceptos como: el bien y el mal, reputación, vergüenza, culpa, confianza, tribalismo y racismo. No me puedo detener en todos, pero mencionaré −muy brevemente− dos de ellos; uno, es la existencia del bien y el mal, y cómo los estudios que menciona han comprobado la base genética de la conducta humana. Emilio Herrera afirma que el concepto del bien y el mal, está en todas las sociedades y culturas y, por lo tanto, se involucra en responder a la pregunta: «¿Será posible que estos valores puedan surgir evolutivamente, sin intervención divina y sin una formación por parte de la sociedad?» Yo no voy a resumir todos los argumentos y casos mediante los cuales él describe evidencias acerca del bien y el mal, la justicia, etcétera, que se manifiestan desde tempranas fases de la vida del hombre, en los bebés, por ejemplo, y solo los invito a ver un video que el autor cita y que me pareció que demuestra muchas de sus afirmaciones; el video es el siguiente: Can Babies Distinguish Good and Bad Behaviour? (https://bit.ly/4kGZPpx) y muestra cómo incluso los bebés pueden distinguir entre comportamientos justos e injustos, apoyando la idea de una base evolutiva para la moralidad.
Los tramposos y el racismo
De igual forma, Emilio Herrera explica por qué sigue habiendo «tramposos» que se aprovechan del «altruismo recíproco»; y esta es su segunda explicación, para la cual recurre nuevamente a la Teoría de Juegos; pero, en este caso con el juego conocido como El Halcón y el Gorrión (Hawks and Dove); y cómo, a pesar los ‘tramposos’, «…la vida en grupo ha sido −literalmente− vital para la sobrevivencia de nuestros ancestros y de nosotros. La cultura se genera en sociedad y la transmisión y permanencia de la cultura depende de la estabilidad y de la armonía en nuestros grupos sociales.» Evaluando el caso del ‘tribalismo’ y el ‘racismo’ −que es el último caso que citaré−, llega a una importante conclusión: «…podemos evitar crecer como racistas, aunque tengamos una tendencia ¿natural? a preferir a ‘los nuestros’, porque a través de la educación y de la experiencia personal multicultural y multirracial, esta tendencia se puede frenar o, más bien, ampliar hacia todos nuestros congéneres», enfatizando de paso que, aunque muy importante, la evolución no lo es todo.
Finalizando
Me voy a detener aquí, pues continuar sería interminable para el espacio del que dispongo; estoy consciente de que, seguramente, he simplificado el contenido de este capítulo y del libro, dejando por fuera muchos temas, muy importantes; pero, resumí los que me llamaron la atención con relación al ‘altruismo’, que era el tema que me interesaba destacar; espero que el autor y los lectores me disculpen. Pero los invito a leer el libro, que creo que demuestra exhaustivamente que: «Este análisis, en el que tomamos en cuenta la ocurrencia de actos de ‘bondad’, las ventajas que nos aportan, su posible origen genético y su frecuencia en las poblaciones humanas, nos lleva inequívocamente a concluir que, en promedio, somos buenos y que esta característica que todos apreciamos surgió por selección natural.»
Conclusión
Sin duda, el que los ciudadanos comunes, que no tenemos aspiraciones de poder, nos involucremos en actividades políticas y sociales, hasta el punto de dedicar muchas horas a esa actividad y hasta parte de la vida misma, se debe a factores como: educación y formación familiar, valores y principios religiosos, ideología, adoctrinamiento político, carácter, aspectos psicológicos y muchos otros, o una mezcla de ellos. Pero también creo que el libro de Emilio Herrera nos demuestra que hay un sustrato genético que también influye en esa conducta y que debemos conocer más a fondo. Espero haber contribuido a divulgar esta noción y los invito a leer el libro para seguir profundizando en el tema.
(El libro de Emilio Herrera, versión electrónica y física, se puede conseguir en el siguiente vínculo de Amazon – https://a.co/d/dkTZX6s)





