La importancia del discurso - Marina Ayala

La importancia del discurso – Marina Ayala

Publicado en: Blog personal

Por: Marina Ayala

En su libro “Confesiones de un Burgués” Sándor Márai escribe la siguiente pregunta “¿Por qué se levantan de repente unos grupos, unas clases, sociedades enteras, por qué abandonan el idilio pacífico y ordenados de los tiempos de paz y se lanzan sin pensar en los brazos de la perdición? ¿Por qué no encuentra el hombre su lugar en la tierra?” Dice que es una pregunta que siempre lo acompañó, aunque estuviera pensando y escribiendo sobre otra cosa. El ser humano es muy difícil de conocer en sus oscuridades, a lo que se le ha ganado terreno, pero no todo. Así como puede ser creativo y hacer avances loables así mismo puede ser muy destructivo. Hay épocas que se distinguen por el florecimiento de las artes y el pensamiento y hay épocas en las que el ser humano se dedica a la destrucción de lo construidos. Este mismo fenómeno puede observarse en la vida de un individuo.

En la consulta uno puede quedar realmente sorprendido de la creatividad que tiene el Neurótico para hacer de su vida una tragedia constante. Como puede ir desvalorizando cada uno de sus logros y hacerse de una desvalorización personal absoluta. Nada lo satisface, nada tiene importancia. Al quedar sin lugar porque va arrasando como un depredador su entorno es cuando su vacío existencial queda en carne viva, momento en el que busca ayuda u opta por terminar de destruirse. Ante un suicidio decidido muchas veces el terapeuta queda anulado, no siempre es posible infundir las fuerzas para continuar con la vida. En este punto límite se decide o no por la vida. Recomiendo la película “Land” donde queda ilustrado el punto que estamos describiendo. El amor es la única fuerza humana capaz de mantener a otro deseando vivir.

Una sociedad estructurada, con instituciones sólidas capaz de canalizar los discursos que circulan, capaz de conferirle contenido a las emociones está en mejor capacidad de defender con pasión sus logros de libertad y bienestar. En estos grupos humanos sólidos que unen a los seres humanos por los intereses compartidos se vive con la sensación de ser querido y valorado. Son fundamentales en la estructuración del carácter cuando se está en formación (la familia) y mas tarde como soporte de vida. Cuando los seres humanos se dedican a destruir, cuando destruyen todos los lugares de recreación y de formación, cuando se destruye la familia y las creencias fundamentales, cuando esto se logra se destruye la sociedad y con ella al ser humano. Yo viví ese momento angustioso en mi país, vi como los seres humanos a mi alrededor y sin titubeos se fueron arrojando a lo peor. Vi como esto sucedió con la mayor banalidad y débil argumentación. Pero también me di cuenta que no había nada que hacer. ¿Qué somos hoy? una masa informe totalmente desestructurada.

Las democracias amenazadas en nuestro mundo occidental están mostrando que ya no tenemos un discurso compartido. Eso es la democracia, un discurso como bien señaló Julio Hubard, de ahí que el pervertir la palabra es tan destructivo como las armas. Vemos como a diario se pervierten las palabras en nuestro entorno. “Dialogar” ya posee la connotación de “traicionar” “votar” posee la connotación de “vendido”. Lo que otrora fue el vocabulario propio del sistema democrático hoy hay que utilizarlo con mucho cuidado para no levantar sospechas. Los atenienses basaban su sistema democrático en el espacio público. Tenían como obligación hablar y hacerlo claramente, las ambigüedades eran consideradas un defecto moral. Los ciudadanos poseían voz.

Nos quedamos sin voz, sin vocabulario preciso, sin instituciones, sin sociedad y sin lugar. No extraña la cantidad de suicidios que estamos presenciando que ya podrían ser catalogados como un problema de salud pública. Cuando todo eso se pierde, se pierde la esperanza y quedamos solo con el miedo. Damos todo por perdido y de ello no dudamos. Ya lo decía Spinoza “El miedo se constituye entonces en una fuerza que dramatiza las pasiones y que opera tanto en lo público como en lo privado. Se convierte en una pasión triste que obstaculiza nuestra potencia de actuar y nos entrega a los fantasmas, a las supersticiones y a las mistificaciones del tirano”.

 

 

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