“El crucial asunto de la igualdad de los hombres es tratado por el Congreso de la Confederación de Venezuela el 31 de julio de 1811, después de la declaratoria de Independencia. Tal vez el trabajo de la ilustración solo se haya hecho a medias, si juzgamos por el siguiente fragmento del discurso del diputado Bermúdez sobre el principio de la igualdad de los hombres: ‘Conviene introducirlo poco a poco, sin hacer de repente una regla general que invierta el orden’. Mendrugos de igualdad, hambre para el futuro”.
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Elías Pino Iturrieta
El crucial asunto de la igualdad de los hombres es tratado por el Congreso de la Confederación de Venezuela el 31 de julio de 1811, después de la declaratoria de Independencia. Se hace en una reunión privada, debido a la dificultad de su contenido, y después de que el diputado Mendoza dudara ante sus colegas de que fuese tema de la competencia de la Cámara. Satisfecha su duda por la secretaría, los miembros del cuerpo se envuelven en una polémica cuyo desarrollo es anacrónico, porque la discusión debió agotarse en la sesión de 5 de julio en la cual se proclamó la separación de España en nombre de la libertad.
Previendo problemas serios, el diputado Tovar sugiere una salida práctica: que cada provincia se ocupe del tema. No debe plantearse una “declaratoria expresa”, sino planes particulares en cada región como hicieron en los Estados Unidos para impedir discusiones infructuosas. De inmediato, los diputados Peñalver y Cova respaldan el salvador desenlace. El porvenir será buen consejero, afirman desde sus curules.
Pero el diputado Briceño los lleva de Filadelfia a Caracas, al detenerse en el peligro que surgiría si se dejaba la primordial decisión para las calendas griegas: “Las provincias de Venezuela se hallan en muy diversas circunstancias, pues que el número de pardos y negros en ellas es excesivamente mayor que el de los blancos, y de estos hay que disminuir a los europeos, que son contrarios al actual sistema, y los blancos criollos, que no conocen sus intereses y se hallan preocupados con unas ideas aristocráticas y nobiliarias. Es, pues, indispensable que Venezuela tome unas medidas que la preserven de los males a que la precipitaría una declaratoria sacada por la fuerza de las armas, como lo han predicho algunos políticos. Prescindiendo aquí de las mayores y principales razones que obligan a la declaratoria, cuales son de la justicia y equidad que prescriben los derechos iguales a todos los hombres”.
Briceño prefiere sacar cuentas serias, como se ha visto, antes de detenerse en principios democráticos y republicanos. O tocándolos solo hacia el final de su intervención. Entonces el diputado Maya capta la urgencia que se ha planteado, porque habla de los peligros que produciría una “conmoción de clases”. Solo el diputado Yanes, según consta en las actas de la reunión, llena su intervención con referencias a la humanidad y a la libertad. Por ejemplo: “Jamás podrán seguirse ningunos males de los principios justos y equitativos. Caracas ha comenzado a dar a los pardos lo que les corresponde de justicia y sus resoluciones liberales le harán siempre un alto honor entre las naciones que conocen los derechos de la humanidad. (…) Se han rasgado ya los velos misteriosos con que el despotismo tenía cubiertos y ahogados los sacrosantos derechos del hombre, y la ilustración ha disipado las densas tinieblas de la ignorancia”.
Pero tal vez el trabajo de la ilustración solo se haya hecho a medias, si juzgamos por el siguiente fragmento del discurso del diputado Bermúdez sobre el principio de la igualdad de los hombres: “Conviene introducirlo poco a poco, sin hacer de repente una regla general que invierta el orden”. La discusión se reanuda en la sesión del 5 de diciembre, en la cual se decide, sin referencias expresas a los pardos, la eliminación de los fueros personales. La decisión cuenta con el voto negativo de los diputados Delgado, Unda, Quintana, Maya, Cazorla y Díaz Argote, eclesiásticos; y con el voto salvado del diputado Mendoza.
En 20 de marzo de 1812 recibe el Congreso una representación del Arzobispo Coll y Prat, en nombre del clero de la diócesis, en la cual protesta contra la abolición de las prerrogativas personales de quienes portan sotana y bonete. No hay constancia de que los pardos manifestaran regocijo por la decisión que la mayoría de los diputados había tomado sobre un negocio que les importaba como ciudadanos, y como próximos protagonistas de la política.
Mendrugos de igualdad, hambre para el futuro.