Publicado en: El Universal
El socialismo del siglo XXI muere como tenía que morir, trágicamente. Fue un nuevo error de la historia y de los pueblos que parecen tener por costumbre equivocarse con demasiada frecuencia, hacer constantes ironías que no se entienden y dar lecciones que nadie consigue aprender, como pudiera pasar ahora en México. ¿Cómo pudo caber en la cabeza colectiva de alguien volver a tropezar con la misma eterna piedra, después de lo ocurrido en los cuarenta y tres años desde la denuncia de Kruschev en 1956 hasta la Perestroika de 1989, y cuando ya la NASA estudiaba cómo desviar un meteorito y evitar que choque con la Tierra, tal según podría ocurrir en 2022?
De aquella frase escrita por Rafael Correa con caracteres góticos aunque en la arena, “Latinoamérica vive un cambio de era”, Unasur, Mercosur, Alba, Celac y demás pamplinas antinorteamericanas, quedan hoy unos precarios gobiernos acorralados en Caracas y Managua ¡Cuánto cambió el mundo! López Obrador no deja de ser una amenaza pero debe haber visto en los espejos trizados del camino los mil rostros del fracaso del siglo XXI y del siglo XX. La historia regional repite hasta las arcadas el eterno retorno. Un caudillo astuto, con habilidad de pandillero, carismático, demagógico y cabeza hueca seduce a las élites para que le abran todas las puertas.
Y por la venerable costumbre de meter sinvergüenzas en el Poder Judicial, -vigente hasta la fecha- también le dan las llaves. A pesar de eso el eje rojo o rosado que cruzaba el continente en los 2000 se reduce ahora a unos manchones de color indeterminado, porque nadie podrá decir que Ortega o Morales impusieron modelos económicos comunistas en sus países. Son dictaduras bastante depravadas como suelen serlo ellas, pero también mercados en funcionamiento. Serán locos pero no tontos.
El mar de la conciliación
La extravagancia absurda del esquema económico venezolano, salió de los retortijones mentales de un oficial de precaria formación, un comediante que se presentó, para seguir con los lugares comunes, de una vez directamente como comedia. Aquellos oropeles retóricos de la primera década del siglo, solo dejaron malos recuerdos y un país despanzurrado. Muchos de los que convencieron a la gente para arrojarse al mar de la felicidad, hoy piden con razón que no se hable de eso y los que decían que no teníamos democracia sino un “sistema de conciliación de élites” desean intensamente y con justicia que haya conciliación.
Se acabó de nuevo la promesa de una nueva sociedad, una nueva civilización, la democracia protagónica, los gobiernos de cumbre en cumbre y los pueblos de abismo en abismo, el maldito puntofijismo. Resalta que el intento revolucionario volvió a fracasar porque no sirve para nada, nunca sirvió, y siempre tuvo el corazón podrido. Por mucho tiempo la pobreza extrema, la hambruna o sus prolegómenos en las revoluciones socialistas se atribuían al “cerco occidental” contra la URSS o China y al “bloqueo norteamericano” de que hablaban los Castro.
Hoy llegaron a balbucear una supuesta guerra económica y sobre un tal bloqueo, cuando lo cierto es que Venezuela recibió la increíble, abrumadora monumental suma de dos billones de dólares, principalmente de Estados Unidos, con lo que debería ser hoy un país plenamente desarrollado. Cuando termine el ciclo de destrucción será preciso conquistar una estabilidad suficiente para iniciar la regeneración de la democracia e implantar un bloque de reformas económicas estructurales y coyunturales para recuperar el crecimiento y el camino de la civilidad.
Primero lunes, luego martes
Las posibilidades de recuperar del país serán muy altas una vez se neutralice el sarcoma que corroe sus estructuras y muchos países se levantaron de situaciones parecidas. La experiencia indica que hubo éxito donde grupos dirigentes pudieron resolver por sí mismos, con sus propias fuerzas, el problema interno y demostraron que tenían capacidad endógena suficiente para responder al compromiso y recuperar sus países. Así ocurrió con gran parte de Latinoamérica, particularmente Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Brasil, Salvador, Guatemala. En el caso de México los factores de poder lo lograron después de 19 años de guerra y millón y medio de cadáveres.
Muchas naciones en las que los grupos dirigentes no pueden conquistar la democracia por sí mismos y requieren prótesis sine qua non, arrastran demasiadas dificultades para la reconstrucción y tienden a perderse en piélagos de inestabilidad crónica (Bolivia tuvo 20 gobiernos de facto en 20 años). Otros terminan como estados fallidos y entre ellos son muy recientes Libia, Irak, Siria en los que la incapacidad interna para conseguir acuerdos de gobernabilidad se tradujo en imposibilidad para la sobrevivencia.
Hay boxeadores que entran al ring buscando el golpe para obtener knockout, lo que requiere una aplastante superioridad y suerte.
Pero la mayoría de los combates se gana por votación dividida de los jueces. La actitud de la UE y también la que menos claramente se percibe detrás de las palabras fuertes de algunos factores de la política norteamericana, parecen producto de haber evaluado los riesgos de que malas salidas a las crisis pueden ser tan indeseables como las no salidas, caldo de cultivo para recaer.
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