Sé que usted es inteligente. Y por eso sabrá leer las líneas y entrelíneas de este artículo. Así, le pido disculpas si mi lenguaje le luce un tanto enrevesado o críptico. Esto es Venezuela, país donde desde ya hace rato no se puede hablar claro y raspao.
Seguramente usted ya sabe -porque lo leyó- todo lo que podrá hacer la oposición si gana la mayoría simple o bien alguna de las dos mayorías calificadas en los comicios del 6D. Pero lo que quizás usted desconoce es todo lo que el oficialismo no podrá hacer más a partir de perder la mayoría parlamentaria.
Sin contar con esa asfixiante mayoría, el oficialismo y todos los entes estatales del ejecutivo y otros poderes perderán lo que en política se conoce como el poder de decisión, el cual han tenido desde hace ya más de tres lustros. Se acabó el pito y la flauta. Nada de hacer y aprobar leyes entre gallos y medianoche, mucho menos si éstas tienen rango de ley orgánica. Nada de darle la pro a créditos adicionales o aportes especiales para proyectos o programas inventados en noches de verano. Nada de cambiar a su antojo a funcionarios de alto rango en otros poderes, aprobar vetos o permitir que los ministros se nieguen a interpelaciones. No más aquello de dar «materia vista» a todos los temas que son importantes y hacerse la vista gorda ante cualquier acto lesivo a la Nación. Eso se acabará. Finito. Caput. RIP.
Al convertirse en minoría parlamentaria, el grupo rojo rojito dejará de poder aprobar como focas de circo la sarta de disparates que se inventan en los pasillos del poder. Eso de muchísimos millones de dólares aprobados para cuanta necedad usted pueda imaginar será historia. También se terminará el turismo parlamentario, ese que nos ha costado montañas de dinero en viáticos.
También se acabará la ANTV monocolor, esa pantomima, esa caricatura que llaman «el canal de la Asamblea». Tendremos la oportunidad al fin de una estación de TV respetuosa de los principios y valores republicanos. Lo mismo ocurrirá con la red de radio ad hoc.
Y comenzará una nueva etapa que, no nos llevemos a engaño, será muy difícil y conflictiva. La Asamblea Nacional será el principal escenario de disputas y enfrentamientos. De debate y discusión. Será el foco de la acción política y de gestión pública y el lugar de la toma de decisiones. El Poder Ejecutivo pasará a un segundo plano. El Poder Judicial y el Poder Ciudadano serán escrutados permanente y rigurosamente.
Se iniciará la era de la negociación y el arbitraje. Los dioses no existen en democracia. Existen los ciudadanos que entre iguales eligen a sus representantes. La crisis en Venezuela es severa, muy grave. Negarlo es de idiotas. Pero la nueva era que se inicia a partir del viraje parlamentario permitirá arreglar muchos entuertos, sanear la gestión pública y corregir el rumbo. En ese escenario la Venezuela que convirtieron en Titanic podrá salvarse del naufragio.
Ojalá de todo este dolor los venezolanos hayamos aprendido que a golpes y porrazos no se hacen las cosas. No se construye con odio y resentimiento. Supongo que lo que más nos costará aprender será a perdonar. Seremos mejores si aprendemos a perdonar pero sin caer en la trampa del olvido.
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