Soledad Morillo Belloso

Las cartas sobre la mesa – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Trato de ponerme en los zapatos de los inhabilitados. Me hago las preguntas que quizás ellos se hacen todos los días. Son las mismas que muchos también hacen. Enfrente, un portentoso dilema.

Supe, de buena fuente, que el régimen ha decidido vetar a cuatro políticos para cualquier contienda electoral. «¡Por encima de mi cadáver!», espetó el hombre en un alarde de majadería. O de «pajadería», que viene a ser la paja que habla un majadero.

La inhabilitación tiene varios caminos. Puede ejercitarse a la hora de la inscripción de la  candidatura en el CNE, para lo cual faltan muchos meses, dejando todo en un limbo. O, peor aún, puede ponerse en ejecución luego de las elecciones y a ese ganador inhabilitado impedirle el ejercicio del cargo. «Remember Baruta, remember Barinas».

El dilema está entonces en si un inhabilitado puede poner en riesgo la posibilidad (altamente probable) de ganar la elección presidencial en 2024. Tal dilema no existiría si el asunto de las primarias hubiera estado planteado en términos de duplas Presidente/Vicepresidente. Pero supongo que algún constitucionalista hubiera argumentado que dado que la vicepresidencia no es un cargo de elección popular, en las primarias no cabría tal planteamiento.

Total, estamos, todos, parados frente a un dilema que, para colmo, no tiene fecha inminente de dilucidación. Si alguno de los candidatos inhabilitados ganara en las primarias, pues serán meses antes que el régimen clave la estaca, meses perdidos. Queda además la determinación de cómo será elegido el emergente al bate. Suena muy poco democratico que sea designado a dedo por el triunfador en la contienda primaria. Y también luce inaceptable que sea el producto de un acuerdo de cogollos. En ambos casos, las primarias no habrán sido sino un burdo ejercicio muy distante de su función primordial.

Desestimo, por disparate, que un inhabilitado convoque a una pelea callejera. Pintar el asfalto de sangre y aumentar la cantidad de presos políticos no es un acto de valentía, sino de incomprensión del clima ciudadano. No se puede convertir una vez más al pueblo en el pagador de los platos rotos.

Estamos apenas a semanas de las primarias. Es bueno que lleguemos al 22 de octubre con las cartas bien puestas sobre la mesa.

 

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