Publicado en: Blog personal
Por: Ismael Pérez Vigil
El 22 de octubre fue una sorpresa para muchos; entre ellos el Gobierno, por la cantidad de votos que resultaron, más de 2,5 millones si consideramos los votos en el exterior. Pero no fueron ellos los únicos sorprendidos, también lo fue para muchos opositores escépticos, desconfiados, que siempre dudaron que la oposición democrática pudiera movilizar el país de esa forma. Desde luego, no es raro esperar las más variadas reacciones ante este fenómeno.
Una de Saramago.
En otras ocasiones he comentado una novela de José Saramago, Ensayo sobre la Lucidez, en la cual el Nobel portugués nos narra que en una ciudad en las que se celebraban unas elecciones, en un día lluvioso y tormentoso −como el que tuvimos el 22 de octubre en buena parte del país y en Caracas− la gente, sin ninguna razón aparente, sin ningún estimulo externo, llegada la calma, salió a votar. Pero no votó por los partidos tradicionales de derecha, de centro o de izquierda, tampoco votó nulo, votó masivamente, sí, pero votó en blanco, una altísima votación en blanco. La diferencia es que aquí, en Venezuela, la gente no salió cuando ceso la lluvia, lo hizo bajo la lluvia y no voto en blanco, voto masivamente por una candidata. En la novela de Saramago nadie celebró, nadie se atribuyó el triunfo arrollador del voto blanco, simplemente ocurrió. Aquí si hubo celebración y hubo quien se atribuyó el triunfo, y no solo de los partidarios de la candidata ganadora, sino también muchos miles de venezolanos, por la arrolladora votación.
Los cálculos errados o interesados.
La reacción no se hizo esperar: desconocer lo ocurrido; taparse los ojos ante esa realidad y comenzaron a aparecer todo tipo de análisis y argumentos para desconocer lo evidente. Muchos de los cálculos que hemos visto, no solo están equivocados y son típicos −suponiendo “buena intención” − de quien no ha organizado nunca un proceso de votación; en otros casos, son cálculos interesados en desconocer el resultado porque echa por tierra sus predicciones equivocadas de que la Primaria no era la vía para escoger el candidato unitario de la oposición democrática o porque el proceso de Primaria estaba plagado de: “problemas logísticos y operativos”, “la situación no estaba madura”, “no era el momento”, “debe posponerse la Primaria”, “no es posible hacer una elección sin el CNE”, etc. En otros casos, también sabemos, lo rechazan porque lo ocurrido les muestra la situación política de un país que no quieren reconocer y que pretenden negar. Para negarlo manipulan cifras que ponen en entredicho todos los resultados electorales del país desde el año 2000. Por ejemplo, no es posible, dicen, que en 5.134 mesas que había el domingo 22 en Venezuela, votaran 2.5 millones de electores, que solo tenían una opción para marcar; pero si es posible que, en el 2021, en las Primarias del PSUV, con 10 mesas menos, 5.124 mesas, votaran 3.5 millones, en una votación más compleja.
A partir de esa negación de la realidad y de lo que todos vimos en las calles, comienzan las especulaciones y los cálculos errados. Por ejemplo, que no es posible que, en 8 horas, desde las 8 am, hasta las 4 pm, en 480 minutos, se diera esa votación. Como ya dije, si niegan estas cifras y afirman otras, están poniendo en duda todas las elecciones del país de los último 23 años. Pero, vayamos por partes. Primero, muchas, pero muchas mesas, cerraron después de las siete de la noche, es decir, estuvieron abiertas unos 660 minutos; (según el informe de los observadores electorales la hora promedio de cierre fue las 5:30 pm y la hora promedio de apertura fue las 9 am, es decir 510 minutos); segundo, no es cierto que se tardaba dos minutos en votar; en nuestros simulacros el tiempo máximo de votación eran 45 segundos, y con base en eso hicimos los cálculos; pero aun si fuera 1 minuto, habría capacidad para que pasaran en los 510 minutos, que dicen los observadores, los 2.600.000 mil electores. Pero, para no “viciar” la argumentación con cálculos propios, vamos a remitirnos a los informes de los observadores electorales.
El informe de la ROAE.
El primero, el de la Red de Observadores Electorales de Asamblea de Educación (ROAE); en su informe esta Red hace una descripción detallada del proceso, señalando que el número de votantes en la elección Primaria fue: 2.440.415, que había 5.134 mesas y que entonces el promedio de votantes por cada mesa fue de 475. Describe después el proceso de votación en cuatro (4) estaciones donde se realizan las siguientes tareas: a) Recepción de la cédula de identidad; b) Ubicación del votante en el cuaderno de votación; c) Firma del cuaderno y d) Acto de votación (marcado de boleta – un solo ovalo), incluso establece que el tiempo total para la realización de las cuatro tareas sería de 4 minutos; a partir de allí, con gráficos y formulas, para demostrar sus cálculos, concluye que: “Esto significa que aun tomando 4 minutos como el tiempo requerido para pasar las 4 estaciones, es posible atender a 475 votantes en el tiempo total de 8 horas destinado para la elección… De manera que 5.134 mesas, cada una con 475 votantes, funcionando paralelamente, podrían atender a 2.440.415 votantes…” (Subrayado mío) (Ver el informe completo en este vínculo: https://bit.ly/3s59BwH)
El Comunicado de la OEV.
El segundo informe que proponemos considerar, menos detallado numérica y gráficamente que el anterior, pero igualmente contundente, es el Comunicado del Observatorio Electoral Venezolano (OEV), publicado el 26 de octubre en su página Web (Ver en: https://bit.ly/3Sfybpi). En dicho Comunicado la OEV concluye: “…como actor externo de este proceso y con el apoyo de toda la información recabada por nuestra legión de observadores … Con el auxilio de herramientas estadísticas aplicadas a la muestra observada por esos observadores podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la cifra de participantes en la jornada del domingo 22 estuvo alrededor de los dos millones y medio de venezolanos.” (Subrayado mío).
Los argumentos contrarios.
Pasemos ahora a considerar algunos de los argumentos contrarios, de analistas supuestamente independientes e incluso opositores, que estiman que el promedio de tiempo que pasaba un elector en la mesa de votación era de dos (2) minutos y que, en ese tiempo, dado el número de mesas, es imposible que se produjeran 2.4 millones de votos.
En los dos (2) minutos de que hablan estos “analistas”, la cola de la mesa circulaba más de dos veces, pues no es el caso que un elector pasaba a votar y el siguiente esperaba dos minutos a que este terminara y saliera de la mesa de votación para iniciar su recorrido. La mesa tenía, resumiendo, tres puntos, de atrás hacia adelante: urna/paraban, entrega de boleta y cuaderno de votación; mientras un elector estaba votando detrás del paraban y depositando su voto en la urna, otro elector estaba con el Presidente de la Mesa recibiendo las instrucciones y una o dos personas estaban en el cuaderno buscando sus datos, firmando y se llevaban su CI de una vez; en cuanto salía el elector que depositaba el voto en la urna se podía ir y se corría toda la fila; en este proceso del domingo 22 de octubre no había huella dactilar, no había dedo entintado, no había que devolverse a buscar la cédula de identidad después de votar, ni siquiera había la tradicional “herradura”, pues la mesa era lineal y muy rápida.
Votación y escrutinio.
Esta votación manual del domingo 22 de octubre fue más rápida que una votación con máquina, en donde hay que esperar por la autenticación biométrica y después que vota el elector anterior, hay que esperar que el Presidente “resetee” o habilite la máquina para que pueda votar el siguiente elector.
Pero en última instancia, al momento del escrutinio allí estuvieron en cada mesa tres (3) miembros y varios testigos de los candidatos y todo el que quiso presenciar ese acto; allí están las actas, que la CNdP publicará en la página web para que todos comprueben el resultado de su mesa, una vez que se asegure que está debidamente protegida la identidad del personal electoral y testigos que participaron en este proceso.
Conclusión.
Podemos entender que al Gobierno y al partido de Gobierno le interese desconocer y negar la inmensa movilización del 22 de octubre, que es un claro rechazo a una gestión gubernamental que se extiende ya por casi 24 años; el absurdo llega al punto de querer convertir en delito la elección interna de la oposición para seleccionar su candidatura presidencial, que es un derecho establecido en el artículo 67 de la Constitución. Pero no logramos entender la posición e intenciones de algunos analistas políticos y supuestos opositores, que con cálculos errados le hacen el juego a la estrategia de negar una magnifica jornada de movilización opositora que nuevamente despierta en el país la esperanza de reconstruir la democracia.