El todo no es un pedacito - Soledad Morillo Belloso

Las primeras 48 horas – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

En cuanto cierren todas las mesas, luego de la consabida prórroga (forma parte del jugueteo), comenzarán a correr las 48 horas claves. Y sí, nos comeremos los codos y más de uno recurrirá a alguna bebida espirituosa para intentar dominar la ansiedad. No hay que dejarse vencer por la angustia, pero cómo reza el dicho: prepárate para lo peor, pero también para lo mejor.
Es cierto que Maduro no quiere alojar el coroto. Tantos años de esta manguanga no son cómo para renuncias. Ergo, ha hecho y hará todo lo imaginable para quedarse cómo garrapata en lomo de perro peludo. Pero nada es más dramático para un autocrático que haber perdido la capacidad para engañar al pueblo y haberse convertido en un ente caduco. Esta autocrática democracia ya no confunde a nadie. Ya no hay pero que valga.
Curiosamente, lo mejor y lo peor para el régimen es perder por votos. Mejor porque tiene la oportunidad de no salir con el rabo entre las piernas. Peor, porque cuando se deshace el amor, algo se rompe y ya los ojos no ven con gusto un futuro en común. ¿Que tomó tiempo? ¿Que se han cometido muchos errores?  No es momento de perogrulladas.
Maduro se quedó sin narrativa. Chávez la tuvo, hasta el final de sus días. Y se la llevó a la tumba. Maduro creyó, torpemente, que podía ser una copia de él y no llegó ni a remedo. Los libros de historia que estudiarán en las universidades los que hoy son bebés intentarán explicar qué diablos pasó.
Total, aquí estamos, frente a una elección que no es una encrucijada, es el fin de una era. Con un pueblo agotado, harto y terriblemente aburrido.
El que pierde, lo acepta y ya. Es es el deber ser. Pero Maduro está indignado. Y eso juega en su contra. Si hace trampa, su oferta de baño de sangre sólo lo meterá en problemas más graves en Venezuela y en el mundo.
Pero hay un escenario también factible. Que todo termine en sana paz. Que Maduro acepte la derrota, sin aspavientos, que se acoja a ofertas que le han hecho, o le harán, tome las de Villadiego y la señora vicepresidenta culmine el mandato en el tiempo constitucionalmente previsto, haciendo un gobierno de transición. Más allá de delirios, ese es el escenario que más les conviene.
48 horas claves. Que prive la sensatez.

 

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