Se preguntarán algunos: ¿será que está enferma? ¿Será que se peleó con los editores? Ni lo uno ni lo otro. No tengo dolencias severas, nada más allá de lo esperable en una mujer de 67 años con quien la vida no ha sido condescendiente. Tampoco me he peleado con los editores. Que son gente buena y comprensiva que -con deshonrosas excepciones- jamás me han impuesto barandas.
Entonces, ¿por qué? Porque estoy aburrida. Y un columnista que está aburrido, por elemental lógica, aburre con sus letras a los lectores.
La pregunta siguiente es: ¿por qué estás aburrida? Porque vivo en un país conservador y anacrónico. Llegamos tarde al siglo XX. En el siglo XX fuimos un país interesantísimo y cautivante. Y ahí, en el final del siglo XX, nos quedamos, en su ya tediosa y acartonada comodidad. Tenemos pensamiento y acción del siglo XX disfrazados de ropajes tecnológicos del siglo XXI. Eso hace que parezca «moderno», sin serlo.
Creo que sobro en este escenario de sintaxis amarillenta. Nada me sorprende, nada me asombra. En este país no se debate, se hace marketing.
No pasa nada. Dejaré las columnas en las que estuve por décadas, escribiré libros y mataré tigres sin mi firma para poder pagar los mínimos gastos.
Y no, no pasará nada.
Un comentario
Como uno de tus asiduos lectores, te extrañaremos. Ojalá reconsideres y nos sigas trayendo tus luminosas reflexiones. Las necesitamos