La provincia de Buenos Aires -que no la ciudad- tiene como gobernador a un individuo de nombre Axel Kiciloff. Tiene un estilo sabrosón, de “me las sé todas más una”. Pero gobernar, lo que se llama gobernar, bueno, poco y mal. El hombre asombra. Sin duda. Y en honor a la verdad, a mí me genera angustia. Porque, además, el tipo quiere ser Presidente de Argentina.
Por estos días, se destapó un asunto vinculado a la educación. En un texto disponible en las bibliotecas escolares en la provincia como material de estudio y consulta de los jóvenes estudiantes, se puede leer (y de antemano me disculpo por la vulgaridad que copio a seguir y que ustedes van a leer): “Ezequiel se quitó la camisa. Con la mano libre se desabrochó el cinturón. La otra mano se cerró en mi nuca. No me podía mover. Tiró de mí. Sacó su pija por encima del bóxer y me la acercó a la boca”.
El director de Educación de la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, un individuo de nombre Alberto Sileono, quien reporta directamente al gobernador Kiciloff, dice que eso es “literatura”. Y compara el texto en cuestión con “Madame Bovary”, o con el “Cantar de los cantares”.
No sé si el director es un idiota, un ignorante o un cínico. Quizás en su cerebro logra conjugar las tres cosas.
Las escuelas y liceos existen para educar, para formar. Una cosa es enseñar con libertad, y otra muy distinta es llenarle la cabeza a los jóvenes de material de cloaca.
¿Y el gobernador Kiciloff? Pues él tan pancho, como si nada. En fin…