Es un error tildar a estos individuos de “maquiavélicos”. Maquiavelo era frío, calculador. Pero no un zafio sádico. Medía con precisión cada consejo que daba, poniendo en la balanza cada ganancia y cada costo. Tuvo frases que han pasado a la posteridad. Entre ellas, “La mejor fortaleza se encuentra en el amor del pueblo, porque aunque tengas fortalezas, no te salvarán si eres odiado».
Estos individuos son mefistofélicos. Programan sus acciones con maldad y las disfrutan. Y exhiben impertérritos un sadismo de cuyo estilo sólo se tiene registro en Venezuela en un personaje lamentable: José Tomás Boves. Creo que huelga recordar a los lectores de estas cuantas líneas quién fue Boves y cómo aterrorizó a la población, a cuántos asesinó y cómo terminó.
Esa frase de Maquiavelo, “la mejor fortaleza se encuentra en el amor del pueblo, porque aunque tengas fortalezas, no te salvarán si eres odiado”, la deberían repetir en miles de planas quienes hoy ocupan el poder. Haber superado todos los límites de la ética y la moral, apresando y torturando niños y adolescentes, les ha ganado el odio y el desprecio del pueblo. Y un pueblo que odia no defiende al agresor, por mucha festichola que monten en plazas. Quizás parezca hoy que el pueblo le teme, pero cuando llegue el momento de las facturas, las cobrará.
Nunca pensé que vería en mi país un régimen tan perverso. Nunca pensé que llegaríamos a este nivel de atrocidad. Tonta, me dirán que soy. Quizás lo sea. Pero prefiero ser tonta que malvada. Un país no se cura de sus males con mentalidad sádica. Se repone de sus dolores con justicia, con ética, con moralidad, con decencia. Con amor.
