Por: Pedro Pablo Peñaloza
La participación en las regionales no se contrapone a la negociación en México. Al contrario, la una contribuye con la otra y se complementan. Pero para fortalecer estas iniciativas, debe dejarse a un lado la pelea por la medalla de plata -es decir, por el liderazgo opositor-.
Todos los candidatos de la Unidad opositora deberían comprometerse públicamente a respaldar la negociación, bajo la premisa de que solo una solución integral resolverá las causas de la crisis y, además, permitirá recuperar la institucionalidad para relanzar la descentralización.
Mucho antes de que se impusieran protectores y se asomara la idea del Estado comunal, Chávez desvalijó el proceso de descentralización respondiendo a su visión centralista y de concentración del poder. «¡Un solo gobierno!» fue la consigna que sepultó al Estado federal.
Quienes aspiren a ser gobernadores y alcaldes, deben apostar y trabajar por el éxito del proceso de negociación para que se alcancen las garantías políticas necesarias y respeten sus atribuciones, competencias y presupuestos. Si no, estarán pintados en la pared.
La negociación apunta a una solución integral que va mucho más allá del 21N, pero ese evento también servirá para medir la verdadera voluntad de diálogo y acuerdo del chavismo. Esto ya lo han señalado los aliados internacionales en recientes declaraciones.
Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea respaldan la negociación y entienden que la solución pasa por elecciones presidenciales y parlamentarias libres y justas, pero también destacan expresamente que deben ofrecerse condiciones «comenzando con los comicios regionales» de noviembre.
Todo suma al mismo objetivo. Por eso debe evitarse que se repitan episodios como el de 2016, cuando si tú decías revocatorio, yo decía enmienda y si tú decías enmienda, yo decía revocatorio. Allí el debate sobre la propuesta de «salida» se confundió con la pelea por el liderazgo.
Desde el inicio ambas propuestas eran inviables, cosa que el tiempo se encargó de demostrar, pero aquel «debate» se convirtió en la enésima pelea por demostrar quién tenía la razón dentro de la oposición. Mientras, el chavismo reía. Cinco años después, se corre el mismo peligro.
Si se asume que la negociación es de Juan Guaidó y las regionales de Henrique Capriles, la carcajada final en Miraflores será estruendosa. Mejor potenciar coincidencias y atenuar diferencias. Venezuela necesita que todos ganen y que solo pierda el atraso, el autoritarismo y la corrupción.