Publicado en El Cooperante
Por: Elizabeth Fuentes
Sin grandes multitudes enfrente, con las municiones cargadas de promesas electorales ya vencidas de tanto repetirlas año tras año y una respuesta nada apasionada por parte de los asistentes, el presidente Nicolás Maduro lleva dos mítines en dos ciudades con una misma petición: “No me dejen solo”, ha suplicado en Bolívar, “No me dejen solo”, volvió a decir en Barinas, como si desde ahora supiese que los resultados a su favor van a necesitar de mucho maquillaje por parte del Consejo Nacional Electoral, ese mismo CNE que sin pestañear le regaló más de un millón de votos a la Asamblea Nacional Constituyente el año pasado.
Porque basta ver las fotos oficiales de la Agencia Venezolana de Noticias -que hacen lo imposible para que se vea una multitud compacta escuchando las promesas de Maduro-, para darse cuenta del olor a fracaso que despide cada convocatoria, aun cuando Ultimas Noticias invente que “La calle Ramírez de San Félix se llenó para recibir al presidente”, cuando la gráfica que acompaña semejante título lo que deja ver es a Nicolás Maduro y su esposa solos en una tarima enorme y a la cual está prohibido acercarse demasiado porque está rodeada de cercas de metal por los cuatro costados, muralla que impide que la gente se le acerque más allá de dos metros y a lo que cabe agregar que cada reja está a su vez fuertemente custodiada por cientos de funcionarios disfrazados con franelas y cachuchas rojas, cuya labor es impedir cualquier acercamiento al presidente.
En el álbum de recuerdos de sus giras no pueden faltar los cuatro aviones que lleva consigo -utilizando bienes del Estado y violando la Ley en las narices de Tibisay Lucena-, así como el rosario de promesas que lanza a diestra y siniestra en dos de los estados más depauperados del país.
“Vamos por los 10 millones de votos”, pidió en San Félix donde tuvo la gracia de explicar que la diferencia entre la campaña actual y la anterior es que en el 2013 era “un novato” pero hoy es un hombre “experimentado” que conoce los deseos de los venezolanos, como si conocer los deseos de los venezolanos fuese un logro.
Para Bolívar prometió desde una “gran alianza entre la clase obrera y los sectores comerciales nacionalistas para convertir al estado en la zona experimental del Petro” (olvidó que la clase obrera está en extinción, huyendo del país, renunciando en masa…), convertirla en “la gran potencia productora de maíz”, hasta anunciar un plan inmediato para la reactivación de centros hospitalarios del estado. Antes de irse le entregó un lote de tractores y compactadores al gobernador Justo Noguera, a quien alabó nada menos que por “atacar el problema de la malaria en el estado”.
En fin, prometió escuelas, hospitales, viviendas y una revolución económica ante los pocos asistentes que se concentraron la Calle Ramírez de San Félix- de apenas ocho cuadras-, las mismas promesas que mantuvo luego en Barinas donde el candidato de Miraflores instó a desplegar la maquinaria 4×4 (antes era la de 10 x 10), asegurando que “mientras más votos saque este humilde obrero este presidente pueblo que está aquí más paz vamos a tener”, aseveró.
Dijo que si ganaba “vamos a quitarnos de encima la guerra económica ya y meter preso a los responsables de la guerra económica”, para finalmente volver con la misma suplica:
“Barinas el comandante me dejó al frente, Barinas me tienen que apoyar, no me pueden dejar solo”.