Publicado en Analítica
Lamentablemente, vivimos en tiempos de irreflexión en los que el descontento y el desamparo de muchos encuentran refugio en justificar que la causa de todos los males que los aquejan es un supuesto oprobioso pasado.
En el sur de nuestro continente, los mapuches derriban estatuas del general San Martín, tildándolo de colonizador. En EEUU se derriban estatuas de personajes de la guerra civil acusándolos de racistas. En Venezuela hemos visto cómo se ha pretendido borrar nuestra historia colonial como si esa fuese una estigma que hay que eliminar para siempre, y por ello se derribaron las estatuas de Cristobal Colón y se glorifica una presunta resistencia indígena.
Pero tal vez el peor error en el que incurre esta deformación intencionada del pasado, es en ese lema que tanto se proclama de que el ejército es forjador de libertades. La idea de la libertad, igualdad y fraternidad no surge de la mente militar, sino de civiles que pretendieron, con sus errores, erradicar de la humanidad el absolutismo monárquico y elevar a la población de su condición de súbditos a la de ciudadanos.
Hoy se puede decir que el país anda desorientado, porque como se desconstruyó el pasado hay poco a qué aferrarse. El siglo XX fue un lapso histórico importante, porque más que buscar destruir el pasado, se realizó el intento de construir futuro y se intentó hacerlo pasando por tiranías, dictaduras y democracia. El sueño era hacer de Venezuela un gran país, pero con el insurgir de los militares golpistas de 1992, se pretendió borrar el pasado inmediato descalificando todo lo realizado en la era democrática y supuestamente refundando una república, sin saber a ciencia cierta, qué era eso.
Estos últimos 18 años han sido el experimento fallido de buscarle rostro a esa VI República, para terminar siendo esta realidad que hoy tenemos y que nos retrotrae a la situación de un país en un caos similar al de finales del siglo XIX.
Esperamos no tener que sufrir lo mismo que ocurrió a principios del siglo XX y que los venezolanos de hoy, no importa el lugar político en el que se ubiquen, encuentren la necesaria sindéresis para resolver la desvertebración de nuestra nación, causada, en gran parte, por el desconocimiento de nuestro pasado, con sus logros y sus errores, por el voluntarismo político manifestado por Tirios y Troyanos, y sobre todo, por la falta de tino para entender que solo unidos podremos tener un futuro promisorio.