Publicado en Noticiero Digital
El evento en el Aula Magna del 6 de marzo es una muestra de la fuerza y vigor de la “sociedad civil”, formada por organizaciones y ciudadanos, algunos dedicados a la actividad política, pero que no integran los partidos. Esto no es la primera vez que ocurre; hagamos un poco de historia.
Los partidos políticos tradicionales, que desde 1958 venían copando el espectro político, alternándose o compartiendo el poder, no lograron sobreponerse a la inclemente campaña antipolítica de más de 30 años protagonizada por intelectuales, medios de comunicación, escritores, periodistas, empresarios, etc., ni a la derrota que les propinara Rafael Caldera en 1993 con el “Chiripero” y a que fueran barridos desde 1998 por Hugo Chávez Frías y el régimen que él creo, hoy devenido en dictadura. La eliminación de los partidos cristalizó de facto en la Constitución Bolivariana, la cual ni siquiera los nombra y expresamente prohíbe que sean financiados por el Estado.
Derrotados sistemáticamente desde 1998, los partidos y todos los venezolanos, vimos sin embargo como simultáneamente con la llegada al poder de la “revolución”, comenzó un proceso de resistencia al régimen. Resistencia con la que nadie contaba y que ha sido muy difícil de manejar y doblegar, cuyos protagonistas son los ciudadanos, la sociedad civil, oponiéndose y resistiendo a una “revolución” que resultó ser un fraude para el progreso y bienestar del país.
En 1999 esa sociedad civil irrumpió en la vida electoral, con poco éxito, en las elecciones para la Asamblea Constituyente, logrando cinco cargos como constituyentistas; no obstante entre 2001 y 2004, con acciones de calle, manifestaciones gigantescas, recolección de firmas, los ciudadanos fuimos los protagonistas políticos fundamentales de los eventos que sin embargo concluyeron en otra derrota en el referéndum revocatorio de 2004 y en una derrota política aun mayor, compartida con los partidos, con la abstención en las elecciones parlamentarias de 2005, de cuya Asamblea resultante surgió la consolidación legal del régimen de Chávez Frías que aún nos agobia hoy día.
Tras la elección presidencial de 2006 −en la cual Rosales obtiene el 37% de los votos−, la creación de la MUD, y los resultados electorales en las elecciones disputadas entre 2008 y 2013, los partidos políticos se van reponiendo, conjuntamente con el deterioro del régimen, y llegan a la rutilante victoria opositora en las elecciones parlamentarias de 2015, que no supimos capitalizar por razones que ya están suficientemente analizadas, aunque quizás no completamente asimiladas. En 2017 la oposición venezolana, representada principalmente en los partidos políticos de la MUD, recibió una fuerte derrota política y electoral de la que aún no se repone. Como vimos, tampoco es la primera vez que eso ocurre.
En todos estos años aprendimos una lección que espero que tomemos ahora en cuenta −cuando se pretende un resurgir de la sociedad civil− y es que los ciudadanos, la sociedad civil, las ONG, son buenas y efectivas en sus áreas específicas y tienen −apoyadas en la “red” y en los medios de comunicación− un gran impacto y son capaces de grandes movilizaciones, manifestaciones y demostraciones; pero, no están diseñadas para el accionar político efectivo y sus buenas intenciones, acciones y eficacia como ONG, como sociedad civil, no se traducen en votos ni poder político. No olvidemos esa lección de 1999 y 2004, no vayamos a caer nuevamente en la anti política y anti partidos, a la que siempre nos empujan los interesados en destruir la democracia.
@Ismael_Perez