Publicado en: El Universal
Reuters, N.Y Times y varios medios, desbaratan la maniobra inventada por la quinta-columna que convenció al equipo de Trump de que el “Cartel de los Soles” y el “Tren de Aragua” eran vehículos del narcotráfico. La cuestión es que ninguno de los tres problemas existe. El primero fue apenas algo más que una frase; el segundo, una banda de delincuentes ya extinta; y el tráfico asociado a ellos, irrelevante en el mercado internacional de drogas. Haber tramado tal patraña para desacreditar a su propio país y provocar una acción de fuerza, miles de muertes civiles, saqueos, violaciones, destrucción, revela la catadura moral de quienes lo planearon, porque su dudosa capacidad política está demostrada.
Revive un triste y trágico personaje de la mitohistoria. Durante el gobierno de Rómulo, los romanos se roban a las mujeres sabinas y eso desencadena la guerra. Tarpeya, la hija del comandante romano encargado de la defensa de la colina del Capitolio, abre las puertas de la ciudad a los sabinos. Pero ellos, en vez de pagarle lo convenido, la golpean con sus escudos y la arrojan desde un peñasco que hoy lleva su nombre (también identifica un sitio de Caracas). Luego de 27 años de rebuznos, la “operación Tarpeya” pretende abrir las puertas a invasores para que asuman los costos de derrotar al réeegimen: (“solos no podemos”), en coincidencia con una estrategia equivocada de parte del trumpismo.
Europa colapsa por perder la energía barata rusa, efecto del conflicto ucraniano, ya que la que envía EE. UU es muy cara. La “solución providencial”, a pocos días de mar, es la energía de la Faja del Orinoco, con las mayores reservas petroleras (y gasíferas) del mundo, milagro estratégico que resolvería a Europa. Las sanciones norteamericanas obligaron a Venezuela a buscar mercados grises, apoyo de China, y Chevron demuestra una visión política sensata y estar dispuesta a abandonar semejante mina de oro. En condiciones normales, pacíficas, deberían tener presencia en el país diversas empresas petroleras, Exxon, Total, Shell, PetroChina.
La “operación Tarpeya” degrada aún más la política venezolana, porque tiende a arrasar por mucho tiempo las posibilidades de cambio en paz. 27 años de golpismo vacuo, “salidas”, “megaplasta”, huelga petrolera, 11/12 de abril, Plaza Altamira, abstenciones, golpismo, trancones, abstención, sanciones, hora cero, llamar invasiones extranjeras, “operación drones”, “quiebres militares”, “guarimbas”, 2016-2017, “ya falta poco”, “presidencia provisional”, “golpe de los plátanos”, “asamblea legítima”, primarias de inhabilitados, “habilitación por el pueblo”, candidatura de “la tapa”. Seguidas por la frase histórica: “la coalición de gobierno está disuelta” y hoy apostar el resto a una tragedia de asesinatos, saqueos, violaciones en el país.
Todo bufo, ridículo, e imposible entender que haya salido de mentes siquiera standard, ya que la “operación Tarpeya” nos podría llevar a ser Libia, Afganistán, Irak. “Apoyo todo lo que hace el presidente Trump”, entre otras, a los venezolanos en EE. UU, y “solos no podemos” son frases memorables. Pero sí pudimos, y se cuentan por lo menos seis episodios en los que la oposición perdió el chance de tejer con el gobierno un pacto de gobernabilidad, porque hicieron falta unas cuantas neuronas, devoradas por la ineptitud. Hoy la oposición está derruida, pero hay quienes hacen esfuerzos para reconstruirla sobre nuevos paradigmas, e intentan agruparse en tres o cuatro ramas.
A propósito de la actual agresión al país, hubo debates sobre cómo enfrentarla. Algún planteamiento luce incompleto porque no captó plenamente la coyuntura. Otros entendieron mejor las exigencias, pero hay un tercero que actuó exactamente como era necesario. Me refiero al representado por el gobernador Alberto Galíndez y Vamos Vamos Cojedes. En sus declaraciones nunca vi nada que siquiera lejanamente connotara al gobierno “yo te apoyo TU soberanía y tú me apoyas MI aumento de salarios”, cuyo metalenguaje trasluce que la defensa de la patria “no es mi problema sino el tuyo”, otra oportunidad perdida para abrir diálogo. Ayuda a su juicio haber ganado la gobernación del estado y todos los municipios.
Tal vez precisamente por eso, y tener responsabilidades administrativas, Galíndez entiende que aumentos de salarios en medio del torrente inflacionario, empeora todo y la tarea sería discutir con el gobierno un viraje económico. Merecería estudiarse ese triunfo solitario en medio de la caída y mesa limpia del gobierno en las elecciones regionales, obsequio de los autores de “operación Tarpeya”. Trato de entender, porqué fue posible esa victoria (mayo 2025) con 52% de los votos, Además, se puso en las once alcaldías y los cinco diputados nacionales. Eso nos obliga a entender para el futuro (y el presente), por qué, al contrario de Cojedes, las cúpulas opositoras despilfarraron todo lo que tuvieron en sus manos. Lo he dicho por muchos años: el síndrome de Midas al revés.
Derrotas en Zulia, Barinas y Nva. Esparta, las alcaldías y los partidos quedaron disueltos. Después de 20 años fuera del gobierno regional, en 2021 Galíndez pudo triunfar sobre la maquinaria del PSUV y el gobierno, mientras en todo el país los partidos de oposición se volvieron agua con sal. Otro elemento que me interesó en el caso Cojedes es que, en estas décadas de errores gruesos, me imaginé un líder moderado, cauto, con sentido de la realidad y lo consigo en las calles de San Carlos. Alcalde y gobernador varias veces, con administraciones exitosas, es la única figura opositora no cuarteada hasta el momento y ojalá se mantenga así, que no es fácil.
En sus posiciones de varios años, resalta que el entorno político solo habla de política, tema que únicamente interesa a ellos, el discurso de Galíndez es sobre cuestiones reales de la gente de la calle para diseñar soluciones. Las veces que planteé en círculos dirigentes caraqueños la necesidad de volcar las palabras hacia la gente, me impactó, no solo la incapacidad para comprenderlo, sino que incluso algunos se ofendían. Eso permitió que creciera salvajemente un ala radical, simplista, fanática, que sólo es capaz de promover y cosechar bajas pasiones, y contribuyó a bajar el nivel moral y político de la ciudadanía. Por contraste, Galíndez ha estado en círculos dirigentes de la oposición, no se ha involucrado en acciones pugnaces ni de miseria política y por eso logró consenso en su estado.
La discusión de estas décadas perdidas se limitó a conjugar, repetir, declinar, las maldades del gobierno y, lo dijimos antes, la necesidad de sacarlo por las malas, algunos callados y otros algunos en allegro agitato. Nuestra inconsciencia ha sido tal que cuando gobierno moderó el radicalismo económico marxistoide, e intentó un giro aperturista, sus oponentes, en vez de celebrarlo como una victoria del sentido común y del país y estimularlo, retomaron la prédica de Caldera contra el “neoliberalismo”, como me tocó vivirlo años atrás en varias reuniones diletantes. Lo único que queda es cauterizar la gafedad criminal que culmina en Operación Tarpeya, y empezar de nuevo.





