El domingo pasado, día en que se llevó a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, poco antes de las 16:00 horas, cuando es costumbre que las principales encuestadoras den los primeros resultados de los sondeos a boca de urna -macabra denominación, dicho sea de paso-, el país era un hilo de expectativas, una marmita en ebullición, un fenomenal coro de analistas y comentarista políticos caseros -gratamente hospitalarios- cada uno y cada cual confiando en que la cuenta del rosario que en ese momento sobaban, encapsulara el resultado electoral afín a sus predicciones y deseos íntimos.
El final de fotografía que se presumía, según las encuestas, no era por el primer puesto de la contienda, pues ya era claro, y sin posibles sobresaltos, que Keiko Fujimori ganaría con holgura, y que la disputa real era por ver quién competiría con ella en la segunda vuelta. Varios aspirantes a medirse en la contienda se habían ido quedando en el camino: un empresario regional, y dueño de universidades, rodó cuesta abajo cuando tropezó con los libros y ensayos que había plagiado sin rubor; una joven promesa express, luego de un arranque digno de Usain Bolt, fue “tachado” (inhabilitado para participar en esta elección) al ser acusado de una salida en falso a la hora de inscribir su candidatura ante el Juzgado Nacional de Elecciones (JNE). Unos suspiros limeños más tarde, un reconocido hombre mediático tomaría el testigo brevemente y tendría que dejarlo partir en otras manos gracias a su aversión a los sombreritos de campaña y al colesterol, según relataran los medios de comunicación locales.
Pero, aun sobrepasado por sorpresas de fugaz vida, en el pelotón del medio, se había mantenido tranquilo Pedro Pablo Kuczynski (popularmente conocido como PPK) pedaleando a su ritmo y esperando su momento para la escapada. Desde el grupo de los rezagados se desprendió Verónika Mendoza, la candidata del recién formado Frente Amplio -de izquierda y creado por razones electorales… como todo frente amplio que se respete-, para rozarle la rueda trasera a PPK, emparejarse, sacarle un centímetro, saludar al público entusiasmada, gritar sí se pudo, producirle un nudo en el estómago a millones de peruanos, y desfallecer en la orilla del empeño quedando apartada, por poco, del tan ansiado segundo puesto. En la meta, fresca y sonriente, Keiko vería llegar a quien será un contendor, PPK, nada fácil de contener, una vez que los dados -y los demonios- comiencen a rodar de nuevo sobre el tapiz electoral.
(Un dato que será importante en el nuevo escenario político, es el futuro de los expresidentes Alan García y Alejandro Toledo, dos figuras fundamentales de la recuperación democrática del Perú, hoy desprovistos del apoyo popular que una vez los cobijó).
Para alivio de muchos -y martirio de otros- la confrontación no será entre dos modelos económicos antitéticos: uno de economía abierta y otro de economía cerrada, como se anunciaba antes del repunte de PPK. Sobre Keiko pesará la sombra de su padre y la aliviará el inmenso esfuerzo que hizo, desde hace cinco años, recorriendo el país para refundar y modernizar al fujimorismo bajo su sello personal. A partir de estas elecciones, es la fuerza más importante en el Congreso (cuenta con la mayoría que le dan los 68 diputados de su bancada).
Por su parte, PPK -quien apoyó a Keiko en la segunda vuelta en las elecciones de 2011- tendrá que aglutinar al variopinto y obstinado sentimiento antifujimorista, arraigado en sectores que van desde progresistas de centro, personalidades como el Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, y grupos defensores de los DDHH; hasta la izquierda nostálgica, arrullada por el recuerdo del galáctico, que ve su estrella apagarse progresivamente en la región. ¿Votará por un campeón de la libre empresa y la economía de mercado, como lo es PPK? Con el pañuelo en la nariz… es posible. Su actual líder, Verónika Mendoza, es joven y tiene tiempo para meditar sobre el terrible escollo que significa ser asociada con la herencia del chavismo en la región.
Perú, en dos vueltas, se habrá salvado a sí mismo al refrendar su vocación democrática. Buenas noticias para el resto del continente.
@jeanmaninat