Soledad Morillo Belloso

Preguntas equivocadas – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Tuve un amigo, Luis Christiansen, que -con el respeto de todos los del ramo de encuestas de opinión, fue por mucho y por lejos el mejor en Venezuela. Luis era de carácter amable y reposado, una mente brillante y con una inusitada capacidad para leer las emociones sociales. Ah, tenía un extraordinario manejo del idioma español. Eso, que pareciera irrelevante en el oficio de la medición y análisis de opinión pública, pues no lo es, porque es crucial entender el qué está sintiendo, diciendo y callando la sociedad. Y para eso no se puede tener un conocimiento meramente funcional del español.
Luis no era depresivo. Pero era realista. Y era el que cantaba verdades incómodas a quienes creían que decir frases ilusionadas transforman realidades. Decía que confundir esperanza con poesía mal escrita no hacía sino caer en la vanidad y la banalidad.
Decir que estamos frente a una encrucijada es, cuanto  menos, la repetición de un lugar común, un tópico, una frase hecha. Es evitar las preguntas gruesas.  Quiero, como millones de venezolanos, que las cosas cambien. El humor del pueblo (sí, todos somos pueblo) está revelando necesidad de cambio. Pero cambio, palabra que de tanto decirla ha sido vaciada de contenido, no es volver décadas atrás, es conseguir tener un país distinto al que tenemos hoy. Con características y virtudes, pero libre de etiquetas. No es el “fuimos”, es el “podemos ser”.  Hay un país que ya no va más, un país que agoniza. Y hay un país que quiere ser, al que hay que dejar nacer. Y no, no será fácil ni rápido. Y por cierto no será en lo absoluto cómodo.  Hay que hacer coincidir significado y significante.
Decía Luis Christiansen que no se puede llegar a respuestas correctas si se hacen preguntas equivocadas.

 

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