Publicado en: www.ismelperezvigil.com
Por: Ismael Pérez Vigil
Se está volviendo a hablar de “negociación”, “diálogo” y hasta de participación electoral. Y nuevamente la “unidad” luce y se evoca como condición indispensable, sin la cual es imposible librarnos del régimen que nos agobia desde hace casi 20 años; pero, si bien sigo siendo firme partidario de la misma, la búsqueda de esa idílica unidad, no nos puede seguir condenando a la inacción y la demora, como nos está ocurriendo hasta ahora.
La semana pasada concluí con esta frase mi artículo, Descubriendo el Agua Tibia, “…si no nos organizamos internamente para desestabilizar la dictadura, de nada servirá la solidaridad internacional.” Ese organizarse internamente no significa recetas o manuales de autoayuda, con los cuales tergiversamos lo que es la actividad política y la actividad del liderazgo político y social. Significa que cada quien debe defender y probar sus teorías acerca de cómo salir de este oprobio desgraciado en el que vivimos. Es hacer efectivo el discurso, darle contenido programático y acción;que en efecto se haga, que se pase de las palabras a la acción y a obtener resultados políticos. Y en ese sentido yo planteo las líneas generales de dos acciones que se deben acometer.
En primer término, debemos rescatar la senda electoral, pues abandonarla no ha traído ningún beneficio; todo lo contrario, ha estimulado más la apatía y la desmovilización y traído un prejuicio más grave aún, la oposición se ha quedado sin recursos ni cargos para ocupar por sus activistas políticos.
Se acerca ahora una elección local, de concejales, el 9 de diciembre próximo. No olvidemos que los Concejos Municipales están en capacidad de controlar y remover los alcaldes; si queremos preservar los que nos quedan, no podemos perder los concejos municipales. El objetivo de mantener los alcaldes, en una elección por parroquias y municipios, es fácil de lograr, aun para las organizaciones de la sociedad civil y los partidos más pequeños. La vía electoral no es la panacea, pero es una vía válida y mediante ella le hemos propinado sonoras derrotas al régimen y es además una vía incluyente y mayoritaria que el régimen teme y por eso la corrompe y desprestigia.
En esta etapa de reflujo político la vía electoral es una manera bastante segura para organizar y movilizar a la población, para que se oponga, resista y luche contra la dictadura. Nadie dice que las elecciones, sobre todo de concejales, van a acabar con la dictadura, pero nos permitirán mantener las alcaldías, fortalecer el movimiento y liderazgo vecinal y acceder a recursos y cargos para el activismo político, que sí es muy necesario para la lucha política de más largo aliento.
A la población opositora, en realidad al país todo, en esta elección del 9 de diciembre, hay que organizarlo para ganar los concejos municipales y para que se defienda el derecho al voto. Eso implica, organizarlo para:
- que difunda su mensaje y defienda las ideas democráticas durante la campaña electoral, acompañando y protegiendo a los candidatos de agresiones;
- que conozca y denuncie las violaciones a las leyes electorales, por parte de cualquiera, pero especialmente por parte del gobierno y el CNE, que son los que más las violan o dejan de cumplirlas;
- que por parroquias y centros electorales, el día de la votación en las elecciones de concejales que se avecinan, se cubran todas las mesas –o al menos el 90% de las más significativas– sobre todo en los municipios en los que contemos con alcaldes
- que en esos centros, parroquias y municipios en los que tenemos alcaldías que defender, se evite que se cometan irregularidades y abusos; y
- lo más difícil, demandante y exigente, que es defender el voto emitido y que se respete la voluntad popular, que es posible hacerlo al menos en las alcaldías que hoy tenemos.
Las actividades electorales descritas suponen acciones antes, durante y después del día de las elecciones. Supone hacer política de manera general y política electoral específicamente; eso es lo que trae votos, no es al revés, no son los votos los que hacen la política. Los votos lo reafirman, lo expresan, pero no sustituyen al trabajo político. Como tampoco al trabajo político directo del dirigente y los activistas políticos y partidistas, en la calle, los barrios, las fábricas, los campos, los liceos y universidades, etc. lo sustituyen los medios de comunicación, las redes sociales o las encuestas. Esos son medios que coadyuvan a la actividad política, no son sus sustitutos.
Esta actividad puede ser emprendida por cada partido o por cada organización de la sociedad civil, en las elecciones de concejales, sin tener que apelar a complicadas fórmulas de unidad electoral. Además, cada partido, cada organización política de la sociedad civil, de acuerdo a sus objetivos específicos e ideología, sabe perfectamente hacia donde debe dirigir su actividad; nadie –y menos por esta vía– les va a dar lecciones o indicaciones precisas sobre el proselitismo político que deben desarrollar; y proselitismo político no es una mala palabra, es la forma de convencer y ganar seguidores, partidarios, para una idea o causa determinada.
Con relación a la segunda acción que propongo, hay también tareas de carácter general, que también se pueden emprender de manera separada, pero que requerirían de un esfuerzo unitario para ser más eficaces; me refiero a la actividad a desarrollar con relación al mandato presidencial próximo a concluir al darse inicio un nuevo periodo constitucional a partir del 10 de enero de 2019, de acuerdo a lo establecido en el artículo 231 de la Constitución.
Los venezolanos, tenemos que hacer valer lo que algunos reclaman como un éxito, que mediante una masiva abstención se desconoció el proceso electoral del 20 de mayo 2018, acción que fue además respaldada por un número importante de países. Toca ahora hacer esto efectivo políticamente.
Sobre este tema volveremos con mayor detalle en próximos artículos.
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