Jean Maninat

¿Puede un payaso…? – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

“Petro es un esnob de izquierda; Milei no ha logrado nada; Bukele es un arrogante”, así titula el diario El País de España un artículo sobre un perfil-entrevista que realizó el conocido periodista Jon Lee Anderson al presidente de Ecuador, Daniel Noboa, para la revista The New Yorker. En la entrevista el presidente ecuatoriano se lanza un ejercicio de valorización de sus pares latinoamericanos, como si fuera un interpelado de esquina por un estudiante de periodismo, micrófono en mano. Ninguno sale totalmente bien parado, salvo el presidente Lula, quien a estas alturas es una especie de Gandalf venerado por los hobbits que entran y salen de los palacios presidenciales de Latinoamérica. (Es uno de los favoritos en el casting para suplir a don Pepe Mujica, el momento malvenido).

Los tres chiflados del elenco lo conforman: Petro descrito como un pedante que dicta cátedra permanentemente, Milei, que nada logra y “parece muy  engreído, lo cual es muy argentino, en realidad (sic)”, y nada menos que Bukele, “el tipo es arrogante, y solo busca el poder para sí mismo y para enriquecer a su familia (sic)”. Boric, (el más Frodo de todos según nuestro parecer) sería rehén de sus amigos de extrema izquierda. Los mandatarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela -herederos del tóxico parque jurásico revolucionario-, son nombrados tangencialmente por el periodista norteamericano en el extremo revolucionario de izquierda en el continente americano.

La región más transparente abajo del Río Grande, ha sido un surtidor creativo de gobernantes exóticos, extravagantes, narcisistas y mediocres (no, no y no, no vamos a mencionar el realismo mágico) buena parte de ellos alimentados por las tensiones ideológicas del siglo pasado y las leyendas de héroes libertadores sable en mano sobre caballos encabritados que nunca pastan o abrevan. “Sí, es un HDP, pero es nuestro HDP”, se le atribuye a Franklin Delano Roosevelt al referirse al dictador nicaragüense, Tacho Somoza  (sí, el padre espiritual del actual dictador de Nicaragua). Nacía, por entonces, la figura del dictador de república bananera: pobre, atrasada, inestable y corrupta. Es un tópico que siempre regresa.

 La prensa internacional adora a los líderes folklóricos (alivian el esfuerzo de buscar un ángulo llamativo a la noticia) y no bien aparecen los miman, siguen divertidos sus correrías y desmanes (oh, they are so authentic and colorful!) especialmente si son revolucionarios y lo quieren desguazar todo para redimir al pueblo, que todo cambie para que nada quede igual. Los hay de derecha e izquierda. Es la escuela de los galácticos.

Ah, pero los otros líderes, los que asumen su papel sin estridencias, cumplen con sus horarios, respetan los protocolos, la institucionalidad democrática, la alternancia en el poder y traen prosperidad a sus países, esos no son atractivos pues cumplir con el deber no es noticia, es aburrido. Si Luis Abinader -luego de hacer un Gobierno serio y responsable- es  reelecto sin traumas en primera vuelta como presidente de República Dominicana es una noticia que pasa fugaz, al lado de cualquier arrebato del presidente sin fronteras Milei, un bostezo discursivo del siempre grave Petro o un desplante de gallito de pelea de Bukele. Eso es lo que paga.

¿Puede un payaso ser presidente de un país?

 

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