Uno de los (tantos) problemas de los extremistas está en su capacidad para generar en el escenario (aún sin desearlo) dinámicas tipo burbuja. Unas y otras variantes de radicales se plantan en su negro o blanco y entonces, como enfermedad insidiosa, aparecen unos personajes grises y desleidos (varios que ya estaban en retiro o debían haberlo estado y otros «Poltergeist» que se suman a la comparsita buscando pescar en río revuelto) que quieren quitarle el espacio a los colores. Este tipo de fenómenos ocurren en sociedades muy urgidas y ansiosas. A la sociedad se le ofrece opciones que no son soluciones sino acciones propuestas de mera supervivencia en las que, huelga decirlo, los promotores quedan cómodos. Valga aclarar que estos fenómenos tipo tercera vía resultan seductores no solo para incautos ciudadanos (válidamente desesperados) sino para buenos dirigentes sociales y políticos que desean y buscan que «algo funcione». Cuán caro habrán de pagar su desilusión.
La «mesita» pudo ser un experimento interesante. Pero está fracasando porque está reviviendo y reposicionando un «por ahora». Por ahora, que se reincorporen a la AN los diputados del Polo Patriótico pero sin quitar el desacato. Por ahora, vamos a cambiar el CNE pero sin necesidad de que sean los cinco rectores principales y los cinco rectores suplentes; basta con cambiar algunos y no es mal de morir que se quede Tibisay (y otras). Por ahora, que haya elecciones parlamentarias. Para elecciones presidenciales no hay prisa y, además, mejor prepararse para el referéndum revocatorio en el 2022. Por ahora, que suelten algunos presos políticos, no todos, y mucho menos los que puedan batear duro. Por ahora, por ahora, por ahora.
¿Qué busca la mesita? Eso pregunté públicamente hace unos días en un tuit:
– Por el beneficio de la claridad, ¿podrían los de «la mesita» y sus apoyadores escribir en una lista corta y sin adornos qué es lo que quieren que pase? Sujeto, verbo y predicado, por favor. Sin faralaes lingüísticos .
Se puede hablar más duro, más largo, pero no más claro que mi colega @AlonsoMoleiro en su comentario a mi tuit que nadie de la mesita respondió, ejerciendo su derecho a ignorarme. @AlonsoMoleiro contestó:
– Lo que la «mesita» ha decidido es entregar la causa de la Presidencia de la República. Dejar el robo electoral del 20 de mayo así (robo que le hicieron a ellos) Dejar a Maduro hasta el 2025. Luchar por una bancada legislativa propia y ya. Eso es lo que no dicen.
Es cierto que los números de la mesita no son buenos. Y que se ha convertido en un kiosko perdido en el fondo del patio de una verbena. Pero, más allá de los verbos altisonantes de Falcón, la intemperancia de Timoteo, el churriguerismo político de Claudio, la pastosidad de Felipe Mujica, lo impresentable del pastor vendiendo teocracia y el olor a naftalina de Copei, más allá de la notoria ausencia en el mueblecito de estructuras gremiales, sociales, estudiantiles, etc., hay en la mesita varios asuntos rescatables. Por ejemplo, Leonardo Carvajal tiene mucho que decir y aportar a la lucha de la oposición mayoritariamente representada en la única institución legal y legítima del actual estado venezolano. Si entre ellos ha habido cortocircuito (no sé qué originó el distanciamiento) bueno, alguien tiene que montar un café reconciliatorio.
Lo que tenemos por delante no es cualquier cosa. Y sí, es bueno iniciar esta nueva etapa poniendo en primera página la verdad. Consideraciones éticas aparte, ningún ejército va a venir a rescatarnos, Miraflores no va a tomar las decisiones económicas que son imprescindibles para atajar la catástrofe, la AN no va a rendirse, las sanciones a funcionarios y a los sistemas formales financieros no van a ser levantadas, la migración va a aumentar y con la elevación del costo del pasaporte se hará todavía más informal, el aislamiento del país se exacerbará. Y eso fuerza otra vez a las partes confrontadas a sentarse a gruñirse en una mesa y a llegar a un tratado de regularización del conflicto. O eso se hace o lo que tenemos enfrente es una película de anarquía total que incluirá, por cierto, hasta a las mismas fuerzas armadas y policiales. Porque quien diga o crea que los uniformados van a salir a defender o a atacar en una sampablera, pues yerran. Se van a quedar como gallina que mira sal y pondrán mirada de sálvese quien pueda.
Ese tratado o acuerdo (o cómo lo quieran llamar) no lo tienen que hacer asesores, o coaches, o filósofos, o académicos, o politólogos, o curas, o psicólogos, o psiquiatras, o periodistas, o escritores de buena pluma, por maravillosos, hábiles y doctos que sean. Lo tienen que hacer los políticos. No cualesquiera políticos. Los políticos con poder real, esos que tienen evidencia de ese poder. Y luego frente a testigos nacionales e internacionales firmarlo, sellarlo, notariarlo y cumplirlo. Y entonces el país no solo los va a respetar, los va a respaldar. Al menos les va a dar el beneficio de un quizás.
Esto, señores, urge.
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