Por: Jean Maninat
«Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas y subió pretiles, pasó de largo por la calle de los Turcos, dobló una esquina a la derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto frente a la casa de los Buendía…»; así relata Gabriel García Márquez el recorrido de la sangre que siguió al pistoletazo que acabaría con la vida de José Arcadio Buendía en Cien Años de Soledad.
En la Asamblea Nacional (AN) su presidente Diosdado Cabello, dio el pistoletazo de partida de una de las agresiones más salvajes de las que se tenga memoria en nuestro país, en contra de unos representantes del pueblo que exigían su derecho -denegado con fiereza- de parlamentar en el seno de un Parlamento. Una pancarta de tela -como las que han acompañado millones de protestas pacíficas en todo el mundo- sin más poder de fuego que la consigna pintada en su superficie, desencadenó la rabia fascista de los diputados oficialistas.
Un hilo de sangre corrió por el rostro del diputado opositor Julio Borges, así como días atrás había descendido de la ceja del diputado opositor William Dávila, como correría también de la nariz de la diputada opositora María Corina Machado, por citar tan sólo algunos de los representantes populares agredidos.
El pistoletazo de partida violenta que dio Cabello, estaba dirigido al corazón de toda democracia que se respete: su poder legislativo. Pretende borrar de un fogonazo antidemocrático, la existencia legal de los parlamentarios de oposición que representan la voluntad de millones de electores.
Se ha citado bastante pero nunca lo suficiente como para no repetirlo: el nacionalsocialismo de Hitler incendió el Parlamento alemán para inculpar a la oposición democrática del hecho y, de paso, conculcarle los derechos fundamentales a toda la sociedad. Tarea bárbara… y vana en el tiempo. Hoy el Reichstag sigue airoso en su mismo sitio, pero coronado por la cúpula de vidrio que diseñó Sir Norman Foster como símbolo de la transparencia democrática que alberga el edificio. La libertad de palabra siempre termina imponiéndose.
Los cachorros del nacionalsocialismo del siglo XXI criollo, pretenden tapar su derrota política y el desguace que hicieron con la herencia recibida, imponiendo la violencia como fórmula de diálogo con la sociedad. Agreden y acosan a los chavistas que no se sienten representados por ellos, a funcionarios públicos y trabajadores del Estado despabilados por tanta ignominia, y muestran una especial predilección por ordenar la agresión a mujeres indefensas. Quieren arrasar con violencia lo que no supieron conquistar por los votos. Terminarán por destrozarse los unos a los otros con la misma furia que muestran ahora.
De nada les ha valido invocar en vano al Cristo de los creyentes, asistir en patota a ver sarcásticos las maravillas de un circo pacifista y no violento, o tratar de robarse para ellos el éxito de un grupo de abnegados jóvenes futbolistas. Transformaron las cámaras de la AN en cíclopes ciegos y aún así han quedado registrados frente al mundo en el ejercicio de su villanía.
Habrá que reconocer el valor cívico y físico de los hombres y mujeres que conforman la bancada opositora y cumplen con su deber ciudadano en medio del fuego cerrado oficialista. Cuando se relate este episodio triste de nuestra historia su valentía y dignidad lo hará resplandecer. ¿Qué dirán ahora los almirantes de la derrota que tanto los juzgaban?
Si usted sigue en sentido contrario el hilo de sangre democrática que se escurrió bajo las puertas cerradas del hemiciclo en la Asamblea Nacional, sorteó las botas de los guardias nacionales, eludió la fuente en el patio, sorteó la reja y descendió por las calles y avenidas del centro de Caracas hasta llegar convertida en una dedicatoria a la plaza Bolívar; se topará de frente con la sonrisa cruel del exmilitar que, con un pistoletazo antidemocrático, dio la señal para que la jauría se desbocara salvaje sobre su presa inerme: el derecho a parlamentar de quienes representan a un 52% de venezolanos.
@jeanmaninat
6 respuestas
Excelente artículo.
Un escrito realizado con muy buenas maneras, acompañado por una fuerza del reproche serio, no estéril, que nos llega a nuestros adentros a los que pensamos de la misma manera que él.
Felicitaciones!!!!
Me pareció¡espectacular!:Sencillo en cuanto a su fácil compresión por su estructura, terminología, ideas, extensión, ser tema de actualidad, entre otros. También, me pareció pedagógico.Tocó mi fibra sensible. Me estimuló aún más, a escribir algo sobre el tema ¡Gracias! por tanto.
Gracias por proveernos de fluída literatura cargada de realidades y semejanzas; Dios proteja esa pluma para que señale derroteros de esperanza. Felicidades,
Oportuna la cita a «Cien años de soledad», sin duda la única forma de contar ese vergonzoso incidente, y no sucumbir asqueado en el proceso, es apelar al realismo mágico y esperar asi, mantener distancia con las huestes de la ignorancia desatadas
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