Por: Luis Ugalde
Está bien que los diputados del régimen anuncien que van a cumplir con su deber de participar en la Asamblea Nacional para la que fueron elegidos. Mejor aún que suelten a todos los indebidamente presos por persecución política. Pero es de mal gusto el show que montó el régimen dando a entender que ya viene el cambio, cuando lo hacen para bloquearlo, prolongar el infierno y negar que desde enero tenemos un dictador no elegido legítimamente y que pretende el poder hasta el 2025. Con la actual política y desastre productivo, impuestos por la represión armada y los ilegítimos TSJ y Asamblea Constituyente, no tenemos futuro.
Trabajadores-empresarios-productores. Solo podremos decir que Venezuela cambió el día que veamos a miles de empresarios y millones de trabajadores produciendo a tope y ganando vida y prosperidad. Pero lo ofrecido en la Casa Amarilla por Jorge Rodríguez no abre la puerta al cambio, sino que busca perpetuar esta Venezuela invivible con Presidente y Constituyente ilegítimos, con maniobras tácticas y mentiras. Sin un reconocimiento objetivo de la gravísima enfermedad, se agrava cada día la tragedia económica y social y la inviabilidad del régimen. ¿Dónde estaremos en Navidad si llegan hasta allá?
Habrá cambio cuando régimen y oposición – apoyados efectivamente por los países democráticos- salgamos con férrea voluntad para transformarnos de improductivos a productores en todas las áreas. Saldrá el sol si pronto amanecemos con privatización de cientos de empresas expropiadas y arruinadas, cuando la inversión empresarial nacional e internacional se sienta atraída y con garantías jurídicas, cuando la destrozada actividad petrolera se abra a la iniciativa privada y en el mundo empresarial corra como epidemia incontenible la fiebre de la producción, inversión y creatividad. Habrá cambio el día que podamos decir que cien mil millones de dólares venezolanos están regresando al país con tecnología actualizada y vienen acompañados de otros cien mil millones de inversión extranjera directa. Solo así cesará la catastrófica pérdida de más del 30% del PIB este año, luego del bajón increíble del 60% durante cinco o seis años. Para que ese cambio ocurra hay que hacer algo muy distinto del simulacro de negociación donde el gobierno disimuladamente negó la salida del dictador, el fin de la Constituyente “supraconstitucional” y el cambio de la ruinosa economía.
Acuerdo político nacional e internacional para pasar de improductivos en agonía a productores unidos. Para ello no solo los políticos deben dejar de lado sus viejas deformaciones, los empresarios deberán arriesgar, sacudir la rutina de décadas y los increíbles hechos de corrupción cometidos por muchos de ellos en complicidad con el gobierno “revolucionario”. Solamente si miles de empresarios amanecen con proyectos y fiebre de producción, cesará la fiebre del éxodo y empezarán millones de venezolanos a considerar su regreso. Ninguna negociación puede quedarse en lo meramente político aplazando para el año que viene la búsqueda de soluciones socioeconómicas con el nuevo gobierno. Si régimen y oposición no toman en serio de inmediato el cambio del desastre económico, el país va a estallar irremediablemente.
La Constitución en el artículo 233 establece que cuando no hay Presidente electo el Presidente de la AN “se encargará de la Presidencia de la República”. Ninguna propuesta psiquiátrica puede ocultar esto y ninguna negociación sensata puede desplazar hasta el 2020 los cambios socioeconómicos que son de vida o muerte, sino que hoy mismo es necesaria la transición “Larrazábal II” con urgencia socioeconómica, como decíamos hace un par de años. Transición no únicamente con ayuda humanitaria masiva, sino con cambios inmediatos para la transformación productiva, defendidos por los partidos, los militares, la sociedad civil organizada, las iglesias, las universidades… Un gobierno de transición acordado con inmediato cambio de ruta socioeconómica productiva. De lo contrario, está garantizado el fracaso del actual régimen y también del que vendrá a sustituirlo.
Millones de chavistas, que sufren el desastre actual y desean servir al país, serán bienvenidos a esa postguerra de reconstrucción y unidad nacional con una población reconciliada, sin linchamientos político-sociales, ni venganzas por propia mano que refuerzan cadenas criminales. La verdadera justicia tiene otros caminos. Es imprescindible que todos los venezolanos y los países amigos nos concentremos en este propósito estratégico y que la Fuerza Armada Venezolana descubra su importantísimo papel constitucional en el paso de la actual muerte a la construcción de la vida. Los acuerdos políticos se necesitan para esto.
No hay que ser un genio para ver las dificultades de lo arriba dicho. Quien considere que tiene talento no pierda tiempo en buscar objeciones (lo que es muy fácil), úselo para encontrar soluciones, a fin de que Venezuela se encuentre consigo misma y desate todas las fuerzas productivas y constructivas. De lo contrario no habrá vida. Levantar de inmediato la bandera y crear las condiciones de posibilidades para que miles de empresarios y millones de trabajadores y ciudadanos con inversión, creatividad, tecnología y con todas las garantías jurídicas se pongan en marcha. Para que esto ocurra cuanto antes hace falta un decidido gobierno legítimo de transición, mucho antes de que se puedan realizar las elecciones presidenciales que no se hicieron constitucionalmente en 2018.
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