Soledad Morillo Belloso

Se nos quemó el arroz – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Decía don Tomás Polanco (lo llamo “don” porque, además de ser una eminencia, fue un “señor”) que en Venezuela se cumplen ciclos de más o menos 30 años. Lo calificaba de “circunstancia”, no de “fenómeno”. Cada ciclo se divide en surgimiento, establecimiento, auge y caída. Interesante que decía don Tomás que la caída ocurre “antes que se nos queme el arroz”.  En cada ciclo hay varios protagonistas, no uno solo, aunque parezca que hay uno que brille más que todos los demás.
Digamos que este ciclo comenzó en 1989 o en 1992. Una simple aritmética nos da que llevamos 35 o 32 años, más de lo esperable y por eso “se nos quemó el arroz”.
Dicen que ya estamos en transición, porque la definen como el cambio de un régimen por otro. Y automáticamente suponen que ese cambio ocurrirá  a consecuencia  del cambio de protagonistas.  Pero no puede haber real cambio si los ciudadanos siguen pensando y actuando de la misma forma. No es cierto que las sociedades cambien porque algunos con liderazgo señalen un camino. De hecho, la sordera y ceguera de los liderazgos puede retrasar el proceso de transformación social, porque esos ojos que no ven y esos oídos que no escuchan tienden a hacer una película propia que en nada refleja el sentir, las necesidades y las expectativas de la sociedad y que convierte al pueblo en público de galería.
La palabra “cambio” es engañosa. Y si no se la llena de contenido es como pretender caminar en un descampado de noche, con luna nueva, con bruma y sin una linterna. Decir que necesitamos cambio es muy fácil. Decir qué, cómo y para qué, ah, esas son palabras mayores.
La oposición propone cambio. Al régimen no le queda sino cambiar. Porque el arroz se quemó.

 

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