Por: Soledad Morillo Belloso
Es bien sabido que es físicamente imposible mantener los ojos abiertos en tanto se estornuda. Tal circunstancia ha dado origen al concepto psicosociológico del síndrome del estornudo, que alude a lo que nos ocurre a los seres humanos ante la imposibilidad de ver lo que tenemos frente a nuestra mirada, como si sufriéramos severos ataques de estornudos.
Pongamos algunos ejemplos. Un connotado periodista, muy afiliado a la corriente bolivariana, descubrió recientemente que en el Cicpc se tortura. Tal hecho ha sido profusamente denunciado pero él, quién presume de ser uno de los venezolanos mejor informados, lo desconocía. Al parecer ni lo sospechaba, ni lo intuía. Ataque de estornudos.
Cualquier simple mortal que habite en Venezuela sabe bien que opera una inmensa matraca para conseguir adelantar el más elemental de los procedimientos por ante las oficinas públicas, que hay un batallón de gestores que son los que resuelven, que los empresarios transitan un tormentoso vía crucis para poder obtener las autorizaciones para cualquier asunto. Pero en el Gobierno acaban de descubrir que estamos asfixiados por la discrecionalidad de los funcionarios y la avalancha de burocratismo. Debe ser que han estado estornudando sin cesar.
Los funcionarios que revisan el ingreso de pasajeros en el aeropuerto de la ciudad de Sao Paulo no sufren del síndrome del estornudo. Por ello pudieron detectar el revólver S&W calibre 38 que portaba la niñera de Elías Jaua en el vuelo de un avioncito de Pdvsa que la llevó junto con la suegra de Jaua. Pero en la Contraloría y la Fiscalía sufrieron severos ataques de estornudos por lo cual se les pasó por alto la comisión de varios delitos en el hecho. También estornudó el señor Presidente y por ello no se percató de lo ocurrido. Fue por eso que no destituyó a Jaua del Ministerio de Comunas y Desarrollo Social, y ni tan siquiera reprendió públicamente a la cabeza de Pdvsa por permitir que la niñera y la suegra de un funcionario anden de colita en una aeronave de la petrolera, lo cual supone varios delitos. Cabe concluir que en la empresa hay mucha gente estornudando.
Estoy persuadida de que toda la plana mayor de Corpoelec padece de severos e incontrolables estornudos. Por ello no se «apercatan» que en toda Venezuela miles de faroles del alumbrado público están encendidos durante el día y que de noche un número similar está apagado.
Luego de escuchar la larga perorata del señor Presidente el pasado lunes desde, creo, la escuela militar, concluyo que está sufriendo mucho de estornudos. Solo ello explica que en medio de todo el desbarajuste en el que se ha convertido el país, él sonría y sienta que todo está maravillosamente bien. Sugiero la ingesta de algún antialérgico.
No ver la realidad no la hace mejor, ni más tragable, ni soportable, ni llevadera. Por el contrario, la negación de la evidencia solo agrava los problemas. Eso lo dicen todos los textos de gerencia. O como se dice coloquialmente, hay que asumir el barranco.
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Un comentario
En el alto y medio gobierno está claramente demostrado la existencia de este pernicioso síndrome, esperemos que en las próximas elecciones el pueblo venezolano no estornude.