“Si los comentarios planteados tienen sentido, si las fuerzas esenciales de la oposición -PJ, AD, VP, UNT y un fragmento de COPEI- los consideran plausibles, deberían ya y a toda costa, sin contemplaciones que lo delicado del caso no invitan ni permiten, matar la cizaña temprano”.
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Elías Pino Iturrieta
En sentido amplio cualquiera puede pretender una candidatura presidencial de oposición, o una simple precandidatura que es el escalón necesario para lograr lo segundo, tal y como se han planteado las cosas en un panorama de raquitismo político que necesita pasos y trámites inusuales en un sistema realmente democrático. Por consiguiente, a nadie le está vedada la posibilidad de buscar una nominación que le conduzca a la cima del poder, o que por lo menos le alimente la ilusión de aproximarse a ella. Sin embargo, es evidente que apenas unos cuantos tienen la posibilidad de mostrarse con legitimidad en el torneo, mientras la mayoría de los pretendientes no puede ni merece llegar -tal vez en sueños- a la empinada meta.
La debilidad de las organizaciones de oposición, provocada por los golpes de la dictadura y por sus propios dislates, en algunos casos inexplicables o imperdonables, ha llevado a un debate preliminar de nominaciones con el objeto de, luego de confrontarse en un pugilato que corre los riesgos de la heterogeneidad de los intereses enfrentados y de las fragilidades de la autoridad que debe conducir la selección, llegar a una unción única. De un teatro caracterizado por diversos enfrentamientos en los cuales influyen los apetitos personales y oscuros negociados sobre los cuales se cometa a viva voz, o que son la comidilla de la opinión pública, independientemente de la verdad que los sostenga, probablemente no salga nada capaz de conducir a una empresa de unidad digna de crédito redondo, y de respaldo entusiasta. De allí la necesidad de filtrar las opciones en la víspera para que una victoria accesible, dada la repugnancia que produce la dictadura en la sociedad, no se quede en ilusión.
Hay filtros espontáneos, pero de difícil materialización. Salta a la vista la soledad de ciertos precandidatos, apenas sostenidos por su voluntad y por grupos sin implantación que siguen los pasos de un hombre sin que nadie en sano juicio se pueda convencer de las razones del seguimiento. Lo adecuado sería una salida provocada por el peso de la soledad, por el testimonio de sus pasos por un inmenso desierto porque probablemente solo los miembros de su familia y de su club les ofrezcan sustento; pero, así como se lanzaron sin soportes dignos de respeto, seguramente persistirán en la carrera o la entorpecerán por el simple hecho de que no califican como corredores. Tal vez se alejen porque no les quede más remedio, porque ni siquiera pueden mostrar victorias anteriores en competencias lugareñas o municipales; o, por lo mismo, se dediquen a desprestigiar el concurso en cuyo interior no tienen cabida. No estamos ante figuras dignas de respeto, pero susceptibles de atención por el daño que pueden causar.
También se debe considerar el caso de los precandidatos inhabilitados, es decir, de políticos de probada vocación democrática y con un historial irrefutable de combates por la democracia, que no pueden participar en competencias para funciones públicas porque el régimen ha encontrado una manera “legal” de expulsarlos del juego. Como la validez de su postulación no depende de ellos, sino de la voluntad de un autoritarismo que ha impuesto la traba sin dificultad y apenas ante protestas infructuosas, deben pesar la magnitud del impedimento antes de competir con los otros aspirantes de la casa. A menos que crean en la magnanimidad o en la candidez de quienes los dejaron en la cuneta, o que portándose bien, con una mesura que no atice viejas candelas, obtendrán la licencia para su presentación.
Sobre los precandidatos procedentes de partidos antiguos y flamantes que, sin dejar de presentarse como opositores, colaboran con la dictadura y reciben su apoyo, solo cabe afirmar que no tienen manera decente de participar en la contienda. Son piezas de la opresión contra la cual se han planteado las elecciones primarias, forman parte del plan de permanencia acariciado por Nicolás Maduro. En consecuencia, carecen de la patente de legitimidad que pueda darles acceso a asuntos propios de opositores, a procesos llevados a cabo por quienes quieren, sin posibilidad de dudas, sin sospechas capaces de oscurecer su tránsito, enderezar los entuertos del país por sendero pacífico. El desafío de descalificarlos no es sencillo debido a que algunos han tenido maña suficiente para disfrazar su complicidad, para venderse sin que nadie haya podido ver el documento de compra, pero hay que llevarlo a cabo hasta sus últimas consecuencias.
Si los comentarios planteados tienen sentido, si las fuerzas esenciales de la oposición -PJ, AD, VP, UNT y un fragmento de COPEI- los consideran plausibles, deberían ya y a toda costa, sin contemplaciones que lo delicado del caso no invitan ni permiten, matar la cizaña temprano. No es tarea fácil, quizá los acusen de antidemocráticos, pero los reproches cesarán cuando la dictadura pierda las elecciones.