Publicado en: El Universal
El 29 de mayo Pedro Sánchez convocó elecciones y tendrá en teoría dos caminos que trazan futuros antagónicos. Uno, el PSOE regresa al centro y gobierna con el PP, un viraje dramático que implica deslastrarse del fentanilo posmoderno, de quienes leyeron Sartre sin tener grado de bachiller, de la pederastia, el debate político sobre la regla, “el derecho al orgasmo”, y dedicarse a impulsar cambios económicos para sacar España del acantilado. Demuestra ser un hábil táctico para mantenerse en el poder. En desacuerdo con la abstención del partido en las cortes de 2016 para abrir paso a Mariano Rajoy, renuncia a conducirlo y luego a la diputación, arranca de cero, para regresar espectacularmente en 2017 a la secretaría general. Subestimarlo sería un error. Anticipa las elecciones para congelar disidencias en su partido, la eventual discusión de su liderazgo o primarias internas y mantiene el control para asegurar a sus amigos en el parlamento, porque, dicen los españoles “fuera de la política hace mucho frío”. Veamos algunos números electorales del domingo 28. El Partido Popular saca 7 millones de votos, 31,53%, y el PSOE 6.3 millones (28.11%), una ventaja de 761 mil (3.4%).
El PP mejora en 9 puntos con respecto a 2019, casi dos millones de votos, mientras el PSOE pierde 1 punto, 388 mil. Isabel Natividad Díaz Ayuso, el zenith del proceso con cerca de 1 millón 600 mil votos, 47.5%, casi triplica a su inmediato seguidor y tiene mayoría absoluta para gobernar, mientras desaparecen Ciudadanos y Podemos. El primero, un partido de futuro-anterior brillante (Bernard Shaw decía que le “importaba tanto el futuro de un hombre como el pasado de una mujer”) con las puertas abiertas del status, pero hace tiempo desahuciado por dos más que errores, traiciones: ayudan a defenestrar a Rajoy por “viveza. Y lo intentan con Ayuso, entonces su aliada, con una conspiración en la Asamblea de Madrid para revocarla y mientras ella escribe el decreto disolviendo la cámara -cómo Sánchez hoy- Ciudadanos en otra oficina escribe con la oposición el voto de censura-destitución contra ella, que llega 23 minutos después de disueltos. Coppola hubiera intercalado las dos secuencias entre los truenos de Caballería Rusticana de Mascagni y Sofía Coppola desplomada al final en brazos de su padre, con un tiro en el pecho. Los resultados hablan de la fortaleza del PP y del PSOE porque, aunque oscila el péndulo, preserva a los socialistas, pese a que lesionaron el tejido conjuntivo de la sociedad, económica, moral y culturalmente.
Fuenteovejuna fue precisa con el bisturí: extirpó a Podemos, liposuccionó a Vox hasta 10% y mantuvo firme la base del PSOE, luego de que abandonara el hogar “con un extraño de pelo largo”. No tuvo una caída catastrófica y los electores desde abajo replantean el bipartidismo, mientras Feijóo y algunos factores de poder lo hacen políticamente. En el triunfo del PP confluyen virtuosamente el sentido político, la intuición de Alberto Núñez Feijóo y el carisma polimorfo y arrollador de Ayuso. Hay que prevenirse de las inquinas que trafican con el odio a la presidente de Madrid, en la tónica disparatada de “Ayuso ganó porque es una madrileña típica” (salvo en un mundo de idiotas, eso sería un defecto en Kabul o Kamchaka pero no creo que en Madrid). Almas en el purgatorio de la envidia asocian la marea azul con trumpismo mayamero, porque Díaz Ayuso despierta pasiones, pero sorprende que su peor enemigo sea la comparsa feminazi, seguramente porque no se victimiza, se abrió paso en un mundo masculino, rudo y no necesitó cuotas.
El feminazismo debe cuidarse de ser yeyuno-parlante. Un ejemplo esplendoroso de lo que los españoles si rechazaron en las urnas, lo revela Emiliano García-Page del PSOE, presidente de Castilla-La Mancha, quien obtuvo su tercer triunfo y no sucumbió a la debacle general, por desmarcarse enfáticamente en su gestión de las extravagancias de Podemos y el independentismo. Esto debe balancearlo bien Sánchez para escoger sus aliados porque a sectores de izquierda no progre les resulta intolerable un nuevo pacto Frankenstein y pueden convertirse en votantes del PP. Ya Italia, harta de barbaridades progres, escogió a Giorgia Meloni. Pero Felipe González, líder histórico de la apertura, se ocupa de Venezuela y no de la viga que tiene en el ojo. Una médium transilvana que se comunicó con Iglesias desde ultratumba, presenta una desesperada tesis: que Sánchez “encabece un frente de izquierdas” “progre”, una especie de noche de los muertos vivientes, aunque el licitante ya no aporta ni su coleta, pero le serviría para salvar su diputación y sobrevivir.
El vecino de Galapagar quiere olvidar varios misterios dolorosos de Sánchez: que planificó meticulosamente con Yolanda Díaz el asesinato de Podemos y no les da un minuto para recuperarse, ni siquiera a ella. Así puede vampirizarlos, aprovechar la crisis y convencer a los muertos vivos de “detener a la derecha” y votar al PSOE. Sánchez, a diferencia de Iglesias, está derrotado, pero no destruido y con su poder mediático-económico podría entrabar la gobernabilidad del país, porque Comú Podem, Izquierda Unida, Compromis y otros nacionalismos no se descalabraron. La recomendación de Iglesias es que boicotee la solución de los problemas y más bien los profundice y si el PP gobierna con Vox, podrán agitarán el fantasma. Denunciarán las políticas de austeridad necesarias: reducir impuestos y desestatizar, eliminar cargos públicos sobrantes, neutralizar leyes ideológicas locoides. Núñez Feijóo propuso al PSOE apoyar en cada autonomía al candidato que llegó de primero en la elección, idea que recuerda el Pacto de la Moncloa.
Pronto Sánchez debería anunciar su ruta. El PP quiere alianza con PSOE, porque los cambios necesarios requieren gobernabilidad y neutralizar chantajes y la alianza con Vox anuncia una feroz ofensiva “contra el gobierno de extrema derecha”. Bajo los efectos devastadores de la guerra en Ucrania, la UE exige recortar las ayudas a los países miembros, entre otras, 10 mil millones de euros de apoyo al consumo energético El Premio Nobel de medicina Albert Szent-Gyorgyi, definió el pensamiento creador como la capacidad “de ver lo que todo el mundo ve y pensar lo que nadie piensa”. En principio la división del mundo en izquierda y derecha me parece una avilantez, sobre todo cuando la democracia y la libertad de expresión se fugaron de Europa, los cheerleaders de la economía de mercado son Xi-Jinpin y Putin, los del estatismo proteccionista, Biden y Trump. En España y Europa la taxonomía política la hacen los medios y no la realidad. Por motivos meramente hermenéuticos o semiológicos, sin relación con la evidencia histórica o política, ser de izquierda (Stalin), es “ser bueno”, mientras ser de derecha, (De Gaulle), es “ser malo”.
Es una maniobra comunicacional ubicar al Partido Popular en la “derecha”, mientras apoya la Agenda 2030, el programa más radical del siglo XXI, que aspira el merey de cambiar la naturaleza humana, a la izquierda del Manifiesto Comunista. El triunfo del triunfo del PP está en lo que trasmiten sus máximas figuras, Feijóo y Ayuso, y reverbera por la organización: un gallego cálido-inteligente-capaz y una talentosa-dulce- fuerte sex simbol. No el feroz lobo Alfa y sus doñes regañones y malhumorades de Podemos. A Vox, conservadores moderados, los kamaradas los califican de “extrema derecha” y “fascistas”. Pareciera que el PP estudio detenidamente a la oposición venezolana para saber qué no hacer. Es cierto que los líderes de Vox son demasiado pasionales ante el micrófono y el PP aspira que suavicen el tono antes de una eventual entrada en el gobierno, pero defienden principios universales de occidente: los países deben tener control sobre la migración y respetar la propiedad para que la economía funcione, sin perjudicar gente al confiscar viviendas.
Qué hay dos sexos biológicos, pero la sexualidad adulta es libre, y cada uno puede acostarse con una licuadora si es su deseo, pero no imponerlo a los demás. La seducción es una maravilla de la cultura más sofisticada y no acoso, y las mujeres no son seres oprimidos y dolientes, sino líderes de la sociedad. Hay consenso social en que tiene derecho de creerse un micro hondas, pero no para obligar a que otros calienten café en su barriga. Hacer de los niños sujetos sexuales “con consentimiento” es un crimen, y hay que enseñarlos a defenderse del bullying para que no sean papanatas en el futuro y puedan decidir sus vidas. Hay una marea roja de locura, imbecilidad e ideologías posmodernas, aunque sea redundancia, que alimentan grandes chorros globales. Megaempresas, medios comunicación, multilaterales, gobiernos de países avanzados, partidos políticos, conforman lobbies asalariados para derivar movimientos totalitarios.