Tumbas sin nombre - Carlos Rául Hernández

Tumbas sin nombre – Carlos Rául Hernández

Publicado en: El Universal

Por: Carlos Rául Hernández

Carlos Raúl Hernández

El papel de Podemos y grupos del PSOE en el gobierno de España, pareciera ser implantar el rencor como doctrina administrativa, no gobernar sino romper la cohesión social, provocar a la sociedad y sembrar el caos. Iglesias actúa de caudillo tercermundista, -su maestro y financista fue Chávez-, reta a la mayoría y crea conflictos. Sus primeros statments ofendieron al Poder Judicial, con respuestas amargas y recias de las instituciones y del sentido común.

Tumbas sin nombre - Carlos Rául Hernández
Cortesía: El Universal

Anuncia un debate que reabriría las tumbas de la Guerra Civil de 1936 (¿para cobrar facturas a los bisnietos?) La ministra de Educación cuestiona la potestad de los padres para educar a sus hijos, el de Comercio se inspira en Fidel Castro y el programa de la directora del Instituto de la Mujer es que todos los hombres se dejen penetrar. Pero a la doble moral le preocupa Vox, no Podemos que está en el poder.

Cubernetos, cibernética es el arte de gobernar los sistemas sociales o naturales, contrarrestar fuerzas entrópicas que lo descomponen (v.g: la medicina contra la enfermedad, la policía contra la delincuencia) Pero los nuevos gobernantes más bien traen entropía agregada, problemas que no existen en un país democrático, con Estado de Derecho, libertad de conciencia y expresión, grandes conquistas sociales, calidad de vida y donde las mujeres escalan en los sistemas de poder.

Las ideas totalitarias de izquierda o derecha, comunista o fascista, se diferencian de los autoritarismos comunes, porque “transforman” la vida privada, ámbito constitucional inviolable consagrado por las Declaraciones de derechos del hombre y el ciudadano. Quieren suprimirla, hacer de la religión, la moral, la educación de los hijos, la cama de las parejas, asuntos de orden público.

Somos holísticos

Hace pocas décadas la “relación contranatura” era delito penal en el estado de Iowa, una sobrevivencia quáquera en medio de la sociedad más libre y ojalá eso haya cambiado. Karl Popper designa ingeniería social totalitaria el plan de construir “la nueva sociedad”, la utopía que forja un “hombre nuevo” con otros valores, desvarío que trajo los mayores horrores del siglo XX.

Nechayev, inolvidable terrorista ruso, aspiraba sujetos tallados para a morir por el comunismo y que no tuvieran individualidad (el individualismo es burgués) ni siquiera nombre propio y menos epitafio. El Che Guevara profesaba lo mismo. Entre los avances más consistentes de la civilización (no hablo de las tiranías musulmanas) destaca la igualación de derechos entre mujeres y hombres, minorías y mayorías, religiones y etnias, no razas, como las llama la ministro Montero.

El Estado debe guardar distancia de las religiones (incluso del marxismo) para que las personas decidan sobre su orientación. Lo contrario es la teocracia islámica, donde el delito se determina por violar una ley religiosa o pertenecer a un credo distinto al dominante. Desde los años 60 raza es un término desterrado y despreciado por las ciencias sociales. Solo existe la raza humana.

Con carencia de estética, brújula, sentido del ridículo, no se salva el idioma al que quieren cambiar sus leyes. Ejemplo lo que pretenden con el participio activo del verbo, que denota acción. Lo que arde es ardiente y no ardienta ni ardiento, lo que ataca no es atacanto ni atacanta. Quien preside es presidente. Quieren ahogarnos en un basurero de términos políticamente correctos, unos de origen normal ahora perdido. Otros, neologismos.

Del idioma al odioma

Género, para designar el sexo, heteropatriarcalismo. Siguen islamofobia, empoderamiento, transversalidad, neoliberalismo, empatía, culturas dominantes, dieferencialismo, invisibilizar, identidades, transversalidad, no binarios, resemantizadas para confundir ingenuos y dar a la vagancia mental impresión de cultura avanzada. La Academia respondió enérgicamente a este intento de convertir la lengua en la estructura del odio. De idioma a odioma.

España merecería que enfrentaran sus problemas, y no artificios de cátedra ideológica. Romper con la mentira profusa de que existe un régimen histórico en el que gobierna el capital, “el capitalismo” que dará paso a uno en el que gobernará la sociedad, “el socialismo”. Las clases medias mantienen una visión del mundo romántica y desfigurada de la Revolución Industrial que viene de películas y plays sobre obras de Dickens, Zola y Víctor Hugo.

Como sabemos hasta sin saberlo, la sociedad abierta mejoró milagrosamente la condición de vida de los seres humanos, a partir de los siglos XVII y XVIII. Antes de la industria la expectativa de vida era de 20 años y un siglo después había subido a 40. Hoy está en 84 y eso debería hacer que los gobiernos salieran de los cafetines universitarios para responder a cómo sostener el Estado de bienestar cuando cada día hay más viejos pensionados y menos jóvenes trabajadores.

Mientras en España cocinan retroceder la reforma laboral que bajó el desempleo, Macron demuestra vocación de estadista y no de muñeco de torta, y se juega el cuello en una reforma que bajaría el gasto fiscal, incrementaría las inversiones, el crecimiento, la ocupación, y colocaría a Francia a la velocidad de Alemania, China y EEUU con una mejor vida para sus ciudadanos menos favorecidos.

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