Publicado en: El Nacional
Por: Trino Márquez
El país esperaba que la Mesa de Diálogo Nacional (MDN) –como se autocalificó el grupo de partidos políticos, sectores religiosos y organizaciones empresariales que atendieron la invitación de Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, para elaborar el calendario electoral- señalara la fecha en la cual se convocarán las elecciones para elegir al nuevo presidente de la República o, si fuese el caso, reelegir a Nicolás Maduro. Venezuela es el único país del mundo, de los setenta donde se realizarán comicios en 2024, que aún no conoce el día de la cita.
En la Constitución de 1961 se establecía que los períodos presidenciales duraban cinco años y que las votaciones se realizarían el primer domingo de diciembre del último año del quinquenio. No había ninguna duda ni se jugaba con esa fecha. Durante cuarenta años los venezolanos sabíamos a qué atenernos. Sin angustias ni sobresaltos. El comandante Hugo Chávez supo desde que decidió convertirse en candidato presidencial, por allá en 1996 o 1997, que los comicios se efectuarían el 6 de diciembre de 1998.
La Constitución de 1999 fijó el período presidencial en seis años, estableciendo con claridad el día de la toma de posesión –el 10 de enero del final de cada sexenio-, pero dejó en el limbo la fecha de la elección presidencial. Ahora nos damos cuenta de que no fue un simple olvido o error de los chavistas que dominaban casi totalmente la Asamblea Constituyente que redactó la carta magna, sino una omisión concebida para jugar maliciosamente con las fechas y crear confusión e incertidumbre en el electorado opositor.
Después del ciclo de conversaciones de la MDN dirigido por Jorge Rodríguez –sin la presencia de la Plataforma Unitaria- la nación continúa en el mismo nivel de imprecisión. Los organizadores decidieron llevar al Consejo Nacional Electoral las más de 500 propuestas presentadas por los participantes, supuestamente como un gesto de amplitud e inclusión. Esta tesis no es creíble. Todo apunta a que el propósito consiste en mantener un tiempo más el desconcierto entre los electores de la oposición, manipular las expectativas y llamar a votar cuando el gobierno lo estime conveniente, de acuerdo con el desarrollo de los acontecimientos políticos, económicos y sociales, la evolución de las tensiones con Guyana y las relaciones con Estados Unidos.
En la intervención en la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez habló de la “soberanía e independencia” mencionadas en la Constitución y, no podía faltar, aludió a las sanciones internacionales al expresar el “rechazo a cualquier tipo de presión venga de donde venga y a cualquier forma de afectar la economía y la vida a la que tienen derecho los venezolanos”. Nada original.
Luego se refirió a las garantías electorales para todos. En palabra del propio Rodríguez: “Venezuela cuenta con un sistema electoral robusto y automatizado, pero entre más garantías se aporten al proceso más tranquilos nos sentiremos los electores. El documento incluye todas las garantías fundamentales que formaron parte de las propuestas”. Rodríguez, igualmente, subrayó que las proposiciones formuladas por el equipo de trabajo incluyen las auditorías al sistema electoral, al registro electoral, al sistema automatizado de votación, al material electoral y a las máquinas de votación. También, garantizó que habrá “igualdad de condiciones en la participación en los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales” y “la apertura de jornadas de actualización del registro electoral para la inscripción de venezolanos jóvenes”. Todos estos aspectos se encuentran ampliamente tratados en la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE). No le agregan nada nuevo. Por cierto, lo único que se dice de venezolanos en el exterior es que no podrán votar los que viven en Estados Unidos y en Argentina. En este último país, porque su presidente es «loco» y «psicótico». ¿Qué tiene que ver este argumento con el derecho constitucional de esos venezolanos a votar?
Con relación al cronograma electoral, el aspecto crucial que debía atender la comisión intersectorial, se mencionan las 27 fechas propuestas por los factores que participaron en la ronda de diálogo. La convocatoria podría ser cualquier día de 2024. ¡Vaya nebulosa!
La montaña parió un ratón, dice la vieja conseja popular. En realidad, no hacía falta postergar tanto el anuncio de los resultados del trabajo de ese grupo porque lo que sus integrantes hicieron fue citar algunos artículos de la LOPE aprobada por el oficialismo en 2009 cuando, al igual que ahora, tenía el dominio total de la AN. Por añadidura, la LOPE fue desmejorada, igual que los acuerdos de Barbados -mucho más integrales-, que se dan por cancelados.
En el documento presentado por Jorge Rodríguez, desde luego, no se menciona la situación de los inhabilitados. Parece un ardid tramado para justificar la inhabilitación de María Corina Machado, frente a quien Maduro huye despavorido.
¡Poco afortunado ese calendario sin fecha electoral!