Un día de metáforas, un día de exactitudes – Luis Carlos Díaz

Por: Luis Carlos Díaz

12/11/2015

Hoy sentí que hicimos el programa más denso, exigente y apasionado de este mes en la radio.                                          Luis Carlos

A modo de historia, no sólo me crié en un apartamento con libros y televisión, sino también en la relojería de mi madre y mi tío: Joan-Hope. Fueron muchos los relojes explorados, destrozados y reparados que toqué en todos esos años. Entre los digitales y los mecánicos, la fascinación por su funcionamiento interno es infinita. Ambos dan la hora, pero una cosa es el misterio de la electrónica y otra distinta es la maquinaria hermosa llena de engranajes y piezas que conforman un alma mecánica coherente y exacta.

Es similar a lo que siento cada día en el estudio. Somos 6 personas, junto al mago de los controles, girando en torno al ancla principal para armar el castillo de arena del día. Allí se toman decisiones y se reparten tareas en una coreografía increíble que le da otro sentido al tiempo y es capaz de mantener un hilo coherente de contenido en un país al filo del silencio.

No los escuchábamos, pero sentíamos a la gente del otro lado prestándonos su confianza y su atención. Le había dicho a mi familia que me quedaba en el país para contar historias, pero resulta que es la historia.

Hoy fue un día de metáforas: caminar por la cornisa, balancearse en la cuerda floja, pisar campo minado… pero nadie lo hizo solo.

Hoy fue un día de exactitudes: explotó el escándalo de la detención de los sobrinos de la pareja presidencial venezolana con un cargamento de droga. Había que decirlo, a pesar de que en Venezuela hay 3 medios y casi 30 directivos con juicios abiertos, órdenes de captura y prohibición de salida del país por razones similares: republicar información internacional que vincula con el narcotráfico a gente importante del Gobierno.

No sólo conseguimos diarios aún con la valentía para decir las cosas en su portada, apenas 4 de más de una veintena (Versión Final, El Carabobeño, El Nacional y con timidez y matiz oficial, 2001). También los portales digitales dieron la cara con reportes, resúmenes y links a decenas de diarios en el exterior que sí publicaron la noticia. Eso era material para trabajar, con eso pisas sobre campo minado pero con mapa de coordenadas.

Entrevistamos a Javier Ignacio Mayorca, uno de los pocos periodistas venezolanos especializados en terrorismo y narcotráfico (un tema por el que han asesinado a periodistas en este país). Su firmeza fue impresionante.

Hubo información, análisis y opinión. La nota editorial de César Miguel Rondón fue una clase de dignidad en un momento donde urge. Hicimos ‘framing’, encuadre, confrontamos la realidad y la sopesamos con el material disponible para presentarle a la gente un modo de hacerse cargo.

Pero no se detuvo allí. También se habló de Araminta González, una presa política torturada y destrozada, cuya audiencia preliminar no se ha realizado un año y tres meses después de su detención porque se ha pospuesto 19 veces.
Luego un experto dibujó el panorama económico de las cuentas grandes que al poder no le dan, y por las cuales nos sacrificará aún más, a costa de nuestras muertes por violencia, escasez de comida o medicinas.

Sin tonterías ni estridencias, con los datos en la mano y la cautela que exige el método de trabajo y la amenaza constante de los censores. Viví mi propio episodio de The Newsroom.

La maquinaria no falló y con ella hablamos de salud y de gente que trabaja a pesar de todo. Incluso escuchamos en vivo una viola da gamba y otros instrumentos antiguos. Esa gran estructura del programa-revista estaba allí para darnos guión, ha evolucionado con el tiempo, nos han permitido ser parte de ella, y ha respondido con pulso y con ritmo a la nueva complejidad.

Dimos la hora. Dimos los datos. Dimos el relato de un país complejo y en colapso que aún se resiste a entregarse por completo a la barbarie.

Me alegró mucho terminar molido y satisfecho, con la página en blanco para mañana de 6 a 9am y toneladas de información por procesar como un pequeño y simple engranaje.

Quienes escucharon fueron nuestros cómplices. Los demás, podrán serlo mañana.

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Un comentario

  1. Me encanta ser parte del anónimo que escucha todas las mañanas embelesada los ritmos del engranaje de ese programa que lleva 26 años al aire!!!! Abrazos para todos

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