Soledad Morillo Belloso

Una preguntica, por preguntar – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso 

Catorce venezolanos se han inscrito como candidatos en las primarias del 22Oct. Como es lógico y sensato, hacen campaña a su favor. Cada uno, a su modo,  trata de convencer a los electores que les otorguen su preferencia y que ese día, el 22 de octubre de 2023 (día de San Juan Pablo II), sus dedos mágicos escojan su nombre. Hacen giras, asambleas, reuniones, webinars. Van de casa en casa tocando puertas. Se acercan a financistas que puedan ayudarles a correr con los gastos. Escriben cortos tuits o largos hilos. Graban vídeos para YouTube.  Hacen del conocimiento público sus posiciones sobre los temas más espinosos. Desvelan sus planes en las materias claves de ejercicio del gobierno. Como opositores al régimen actual, hacen algo elemental: dicen a qué se oponen y por qué metas específicas luchan.

Los venezolanos con derecho a elegir están confundidos. Comprensible. En el listado de candidatos hay conocidos.  Y también perfectos extraños. «¿De dónde salió Fulano? ¿Quién es Perenceja?», se preguntan frunciendo el ceño. En un país que perdió sus más importantes medios de información, enterarse de quién es quién es una proeza costosa. Los números de «encendido» de la radio y la televisión dan grima. Y las cifras de lectoría de los periódicos producen escalofríos.  La tarea de hacer una campaña electoral se ha convertido en un alumbramiento sin luz, si se entiende la metáfora.

¿Cuántos de los catorce llegarán a culminar el recorrido? Eso hoy no puede predecirse. En 1998, a pocos meses de la elección,  las encuestas decían que el asunto estaba claro como agua de manantial. Y luego el resultado fue muy distinto de lo que esas encuestas vislumbraron como un «hecho consumado». Los vientos cambiaron.

No voy a hacer la pregunta esperada: ¿Para qué postularse si no se ven posibilidades reales de triunfar? No la hago porque los catorce responderían que los vientos pueden cambiar, y cada uno «siente» (casi con certeza dogmática) que su barco llegará de primero a la meta porque los vientos empujarán sus velas. Y no hay encuesta que les haga cambiar de parecer, porque la fe no necesita comprobación matemática.

Si yo entrevistara a cada uno de ellos (cosa que no voy a hacer), les haría las preguntas esperables, las de «librito». Huelga listarlas.  Pero reservaría para el final la que estimo fundamental: «Ya sabemos que el 22Oct usted va a votar por sí mismo(a). Pero si usted no fuera aspirante a la candidatura de oposición, de los otros trece contendores, ¿por cuál votaría usted y por qué?».

Una preguntica, por preguntar…

 

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