Ni validan, ni prestan la batea – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Los dados de la política son realengos, tienen vida propia; por más que usted los sobe con los dedos para darles un pase mágico, o sople con fervor el cubilete donde los bate antes de arrojarlos en el tapiz, ellos seguirán su curso indómito para alterar la jugada ingenuamente prefabricada. (Un golpe de dados jamás abolirá el azar, alertó Mallarmé, quien no era político, pero sí un soberbio poeta).

 

El Consejo Nacional Electoral (CNE) en su oficio perverso de obstruir, lejos de facilitar y defender, el derecho de los venezolanos a votar, supuso que al sembrar un nuevo obstáculo en el camino hacia las elecciones regionales, los militantes de la oposición democrática iban a desfallecer y entregarse víctimas del Síndrome de Estocolmo: estos diablos saben mucho y están asesorados por los cubanos, y no saldrían a validar a sus organizaciones políticas. De nuevo se equivocaron las rectoras y sus mandantes y con ellos quienes desde un sector de la oposición llamaron a no participar en el proceso “para no convalidar a la dictadura”

 

¿Qué queda claro de este nuevo esfuerzo de los militantes de a pie para recuperar la democracia en Venezuela, ciñéndose con orgullo sus colores partidarios?  Sin duda, la  capacidad para reponerse de premuras  teledirigidas y retomar de nuevo el empeño de no dejarse vencer por un poder desarbolado, que sólo teme el voto que porta la gente en su cédula de identidad.

 

Allí está la calle, sin reflectores épicos, sin muertos santiguados desde el exterior, sin benefactores iracundos que le exigen a los otros lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer con sus hijos, puestos a  buen resguardo en el extranjero. Hay una epopeya simple, kantiana, la de quienes cumplen con “su” deber ser  –al fin y al cabo es una opción íntima– y salen a validar su voluntad democrática en medio de ventiscas autoritarias cuando es requerido.

 

Son los héroes anónimos del 6D/2015, y son aquellos que han salido, y saldrán, a validar, contra viento y marea oficialista, su pertenencia a una opción política.  Los partidos son el nutriente básico de la democracia, por eso la antipolítica militante los adversa, los detesta, por eso sus emisarios le pavimentaron la vía al galáctico para que concluyera la obra que ellos habían comenzado

 

El CNE hurgará con ansia en su maletín de pócimas venenosas para torcer la voluntad de cambio de los venezolanos; los de siempre en la oposición anhelarán in pectore que encuentre el modo de darles la razón y disuelva las elecciones regionales.

 

Viven para socavar lo que otros hacen: acusan a los demás de blandengues, apuntan con el dedito índice iracundo, exigen marchas hacia Miraflores que no pueden organizar, prometen soluciones instantáneas que luego causan desasosiego y frustración, y hurtan el cuerpo a su responsabilidad democrática cuando es requerida. Ni validan, ni prestan la batea… viven “selfimismados”.

 

@jeanmaninat

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes