Venezuela y el mito de Sísifo - Editorial Analítica

Venezuela y el mito de Sísifo – Editorial Analítica

Por: Editorial Analítica

Venezuela y el mito de Sísifo - Editorial Analítica

No vamos a referirnos en este editorial al maravilloso ensayo del escritor francés Albert Camus sobre el suicidio y el valor de la vida, aunque tomaremos como referencia la idea de la necesidad de luchar contra el absurdo.

Hoy, cuando en nuestro país estamos cerca de encontrar un camino para resolver la crisis, como en el mito de Sísifo, nos empeñamos cuando ya estamos alcanzado la cima, en hacer que ruede el peñasco para que este caiga nuevamente al valle y tengamos otra vez que remontar la cuesta.

Ahora, como bien dijo el Secretario de Estado, Mike Pompeo, surgen, de la nada 40 aspirantes a asumir una futura presidencia, que aún no hemos alcanzado, y aparecen las eternas fórmulas para decidir a quién se puede proclamar como el hombre (o la mujer) que conducirá a la República por los próximos 6 años.

Lo absurdo es que todo eso se lleva a cabo con el propósito de ver cómo se detiene a nuestro Sísifo, en vez de entender que lo lógico sería ungir a quien ya ha recorrido con éxito y pleno apoyo popular la difícil escalada de unir al país en su lucha por la recuperación democrática.

Lo lógico, para detener el absurdo que emerge en las redes sociales, es que la Asamblea Nacional, máxima expresión de la voluntad política, decida que en el caso que la solución a la crisis pase, necesariamente por unas elecciones, el candidato que represente la unidad sea quien en la actualidad ocupa la presidencia encargada, Juan Guaidó.

No hacerlo, y empezar a experimentar con primarias o elaboraciones sofisticadas de acuerdos entre partidos políticos y otros mecanismos para identificar quien tendría la mayor posibilidad de ganar esas elecciones, sería un absurdo pues el resultado es obvio y así lo confirman las encuestas.

Esperemos que al final la sensatez prevalezca y se tome la decisión correcta, porque de lo contrario si se produce la rebatiña por el poder, corremos el riesgo de que la comunidad internacional pierda el interés en suministrar los recursos económicos y financieros indispensables para la recuperación de Venezuela.

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