Se discuten fechas y condiciones para la próxima votación con peligro de que la mayoría de la población no tenga claro qué nos jugamos en ella. Lo que sí sabemos todos es que la desesperada situación inhumana que vivimos va a empeorar. El Gobierno, convencido de que la tragedia va a aumentar, que la situación sigue empeorando y que hay división y desaliento en los opositores demócratas, usa la ilegítima y fraudulenta ANC “supraconstitucional” (!!!) para convocar la votación presidencial para abril o mayo, inhabilitando a adversarios y negando las imprescindibles condiciones básicas para una elección democrática.
¿Para qué la votación de 22A? Para legitimar a Maduro y perpetuar en el poder al Gobierno y su modelo político productor de esta tragedia nacional. Quien manda sabe que con el control absoluto del CNE y de todo el poder podrá proclamar un triunfo clamoroso y atribuirse los millones de votos (¿7, 9 u 11?), según su conveniencia. Votación para perpetuar al Presidente y a la tragedia nacional. Con ello anula la elección presidencial libre, justa y transparente que, según la Constitución, debe ser en el segundo semestre para que haya seis meses por lo menos entre la convocatoria y la elección y esté razonablemente cerca del cambio de gobierno en enero de 2019. Los maduristas saben que esa elección libre, con árbitro equilibrado y las demás condiciones exigidas, la tienen perdida y repiten en voz baja que comunista no entrega el poder por elecciones burguesas.
¿Qué queremos los demócratas y los millones de desesperados? Elecciones democráticas y limpias para cambiar de presidente y de modelo de miseria, restablecer la Constitución e iniciar la reconstrucción del país y la reconciliación de todos. Los venezolanos queremos votar, pero no para perpetuar al régimen y la pobreza del 87% de la población, sino para cambiarlos. Queremos elegir, exigimos las condiciones justas y presionamos nacional e internacionalmente con apoyo de los demócratas de toda América y el mundo. Solo unidos y esperanzados podemos movilizarnos y lograr la salida de esta tragedia. De ahí que sean absolutamente necesarias las alianzas democráticas con unión de propósito. A eso responde la creación de un FRENTE AMPLIO, que no es de los partidos, sino de toda la sociedad y de sus organizaciones, también las políticas. El Frente no es la MUD, pero tampoco es contra la MUD, que incluye un conjunto importante de partidos. En el Frente Amplio se incluyen los que vienen del chavismo, las diversas iglesias cristianas y religiones. La Fuerza Armada es clave para el cambio y rescate de la democracia; solo se le pide que cumpla lo establecido en la Constitución. La Iglesia católica valientemente ha ido delante en la lectura evangélica de la actual situación de penuria y muerte, que arrebata la vida digna a la mayoría de los venezolanos. Recientemente el Consejo Evangélico de Venezuela, que agrupa a iglesias cristianas no católicos, desautorizó una supuesta candidatura evangélica de un pastor y denunció la existencia de presos políticos, exiliados e inhabilitaciones…, “realidades estas que dan cuenta de una importantísima lesión al régimen democrático en Venezuela”. Cuestionó la Asamblea Constituyente y denunció la intención oficial con el tramposo adelanto de las elecciones. Considera que una candidatura evangélica en estas condiciones y sin resolver los problemas de alimentación, salud, seguridad y demás derechos civiles, “resulta en una colaboración con la postura oficial que impide el logro de condiciones que permitan generar confianza en toda la ciudadanía”. Alerta sobre la “peligrosidad del tiempo presente en que se encuentra en juego no solo el futuro sino la vida presente de tantos venezolanos que están enfrentando la mayor tragedia social de su historia”.
Unidad para la democracia y reconstrucción. Los partidos políticos son imprescindibles y muy recientemente han dado pasos alentadores de unidad con el comunicado de la MUD. El país lo celebra y espera que su proclama común avance rápidamente con acción, programa y equipos para la reconstrucción. Pero seríamos hipócritas e irresponsables si, luego de exigir unidad y acción a los partidos, los millones de ciudadanos permaneciéramos pasivos y divididos. ¿Votar para qué? Para elegir en el segundo semestre y cambiar de Presidente y sustituir el funesto modelo que ha destruido la vida de los venezolanos.