Es raro que un gobierno tan fanático de la revolución cubana no haya calcado la explotación turistica que han hecho los Castro de sus particulares fechas patrias. Porque ese tour a la venezolana debería incluir la puerta por donde escapó el Presidente Carlos Andrés Pérez de un magnicidio, el ametrallamiento a la familia presidencial en La Casona y, por supuesto, el sitio donde Hugo Chávez se rindió para terminar su gesta en la cómoda cárcel de Yare con un tratamiento cinco estrellas.
Publicado en: El Cooperante
Por: Elizabeth Fuentes
Cuando Cuba era invadida por turistas en busca de la hazaña de unos guerrilleros convertidos en dictadores, no faltaba la visita al Museo 26 de Julio, levantado para conmemorar la fecha cuando los hermanos Fidel y Raúl Castro asaltaron el Cuartel Moncada en 1953 y donde, como en Venezuela el 4 de febrero, el resultado de la gesta fue un rotundo fracaso.
«Divididos en tres columnas comandadas por Fidel Castro, Raúl Castro y Abel Santamaría, realizaron un asalto al cuartel», dice el folleto turístico. Acto que fue el comienzo de la lucha que acabaría el 1 de enero de 1959 con la entrada triunfante de los guerrilleros en la ciudad de La Habana».
Pero a diferencia del gobierno de Hugo Chávez, la dictadura de Fidel transformó el cuartel en un museo, un hospital, un parque y en un centro escolar. «Este acto, aclaraban los guías a los turistas que solían visitar la isla, simbolizaba la intención de la Revolución Cubana de darle mayor importancia a la educación en el futuro de los ciudadanos del país». El museo cubano consta de 10 salas en las que se exhiben materiales, armas, textos e imágenes que recogen la historia de Cuba. Y por supuesto, aparece recreada la acción del 26 de julio de 1953.
Entonces cabría imaginar cómo debería ser un verdadero Museo 4F, donde se debería mostrar algo más que la memorabilia y el mausoleo de Hugo Chávez, y más bien ampliar la historia de esa gesta que tanto alaban los suyos y que dejó más de 150 venezolanos sin vida y más de una anécdota sabrosa, como la fuga del entonces presidente electo democráticamente Carlos Andrés Pérez ante la ambición de los golpistas de asesinarlo en Miraflores. Narrada por el propio Pérez, se escapó en un carro viejo de alguna de sus secretarias rumbo a Venevisión, dejando atrás a Luis Alfaro Ucero quien le rogaba irse con él. «Pero no cabía en el carro», explicó luego Pérez. Y desde entonces, Alfaro Ucero juró venganza.
Quizás en el paseo se podría llevar a los turistas a los distintos sitios adonde fueron cayendo venezolanos inocentes -una niña fue alcanzada por una bala perdida estando en su casa-, a ver las huellas del tanque intentando entrar a Miraflores a sangre y fuego, así como la ruta que siguió el Presidente Pérez para transmitir el suceso desde Venevisión y asegurar que los alzados habían sido derrotados, cuando aún no era cierto. Habría que visitar igualmente la Casona, la vivienda de la familia del Presidente, también acribillada desde fuera por los golpistas y donde hasta la esposa del presidente, Blanca de Pérez, tomó un fusil para defender su casa.
Y por supuesto, el plan debe incluir el entonces Museo Militar donde el teniente Hugo Chávez, quien dirigía la operación en Caracas, vio la derrota que le propinaron las fuerzas leales a la democracia y no tuvo más opción que rendirse. Sitio que, vaya paradoja, fue rebautizado El Cuartel de la Montaña (a falta de guerrillas triunfantes, valga un cuartel) y en lugar de una escuela o un hospital, el gobierno lo transformó en un gigantesco mausoleo para ese militar que fracasó en lo único que se suponía sabía hacer.
Y aunque el final perfecto del tour podría ser la cárcel de Yare, esa donde Hugo y el resto de los golpistas fueron transformados por El Nacional y Venevisión en vedettes, visitados cuando quisieran y por quienes lo desearan, donde Hugo comía lo que a diario le llevaba su mamá – contado por ella misma- y más de una fan enamorada hizo cola para complacer al comandante, luego de 30 años de aquel fracaso la visita guiada debería culminar en la calle El Martirio, a menos de 100 metros del Cuartel de la Montaña, donde hace pocos años más de 8 casas fueron cayendo como barajitas porque el cerro cedió y la mayoría de los ranchos se hundieron en esa ladera, justo a los pies de la tumba de Chávez.
Porque hacer un tour por las obras que construyó Chávez, los hospitales, carreteras, universidades y escuelas que levantó o las empresas que echó a andar para sustituir la dependencia del petróleo, sigue siendo un proyecto oculto que nadie se atreve a sugerir.