Publicado en: El Universal
Por: Carlos Raúl Hernández
La hipercomunicación por las redes sociales y la I.A, igual que todo avance tecnológico, trae satisfacciones, también nuevas necesidades, y dice Goethe que el conocimiento apaga la sed y la crea. La digitalización de las comunicaciones ha dado un envite quántico a las fuerzas productivas con reducción asombrosa de los costos de producir, administrar, distribuir, y por eso vivimos en un mundo cuya población es 60% de clases medias y la pobreza afecta apenas a 8%. Ésta impera en estados fallidos exrevolucionarios, en sociedades de castas o en “estados equivocados”, donde la modernidad pugna con culturas e ideologías anacrónicas, inferiorizan a las mujeres (la India o las naciones musulmanas). Los progre suelen atribuir a la tecnología el mal uso que le damos, como si un escritor culpara a la computadora de la mediocridad de sus textos. Mientras el gorjeo de los fanáticos de Fráncfort era que los medios centralizados alienaban con la información, ahora el Paulo Coelho de la filosofía, Young Chul Han, anatema la libertad descentralizada y amplia de las redes, que también “alienan” porque espolean el narcisismo y la frivolidad. Para dar información aceptable, por no decir “objetiva”, no se requiere ser William Wallace, sino modestas condiciones intelectuales y morales, y el frío no está en las cobijas ni en los medios.
La violenta praxis de Donald Trump, en funciones de emisor, abre el debate sobre posverdad, fake news, haters, bots, calumnia y falsificación, marcadores de la antipolítica, basada en el descrédito implacable del contendor, para trepar sobre escombros. Su presencia en la política de EE. UU irrumpe en la descabellada denuncia de “fraude electoral” para debilitar los valores e instituciones de la constitución norteamericana. Usó intensamente redes, Twitter, Google, Facebook para crear un clima insurreccional, asaltar el Capitolio, naturalmente le cierran las cuentas y él acusa las empresas de “violar la libertad de expresión”. El error contrario: los gobiernos de Europa imponen a éstas, reglas, multas y restringir la circulación de contenidos. 80% de la población mundial tiene internet, 50% de los norteamericanos reconoce haber recibido influencia de noticias falsas y 66% dice que ha tenido dudas sobre las instituciones. Pero hasta ahora Trump no ha ganado una sola elección popular y si lo logra en noviembre, será por miedo al desfiladero en cuyo borde Joe Biden coloca al mundo. Los nervios académicos de Umberto Eco, un titán de la teoría comunicacional, se cimbraron ante la avalancha de ignorancia, audacia y vulgaridad en redes. que tienden la cama a tracaleros comunicacionales que siempre existieron, desde que la serpiente indujo a Eva a que comieran la fruta “y seréis como dioses”. Von Hayek denunció a los “difusores de ideas de segunda mano”, nocivos gacetilleros que usan su semialfabetismo para pontificar errores, chimpancés con granadas fragmentarias.
Al final de la Edad Media difundieron que los judíos infestaban los pozos con peste. El Estado-nación que enfrentó la más sistemática e implacable campaña de descredito, indudablemente es España, con Lutero, el luteranismo y Lucas Cranach, creadores de la propaganda en sentido moderno, las fake news y posverdad, con la “leyenda negra”. Y la mujer más calumniada que se conoce, Lucrecia Borgia, a partir del siglo XIX por ocurrencias de Víctor Hugo y Alejandro Dumas. El New York Sun creó un fenómeno masivo cuando “informó” que telescopios permitieron ver la luna habitada por hombres murciélagos dedicados a la poesía, la música y el disfrute. En Francia, al capitán Alfredo Dreyfus, por ser judío lo enjuiciaron arteramente a nombre de una traición que no había cometido. La guerra España-Estados Unidos por Cuba en 1898, comenzó con una fake publicada en The Morning Journal, fundado y manejado por William Randolph Hearst, quien le dijo al periodista “ponga Ud. las fotografías y yo pongo la guerra”. Hearst es el trasfondo de El ciudadano Kane (1941), opus prima dirigida, producida, escrita y protagonizada por Orson Welles, una de las más grandes en la historia del cine. En 1938, un ataque de pánico colectivo había estremecido Nueva York por una invasión de extraterrestres, efecto de la dramática transmisión de la radionovela, La guerra de los mundos, por un “desestabilizador”, el mismo Welles.
El Foro de Davos es esencial creador y difusor de patrañas al día de hoy, tales como la determinación directa del consumo de la tríada hidrocarburos-agricultura-ganadería, sobre el cambio climático, y puede además, convertirlas en leyes europeas. En su reunión del año pasado previene contra la “desinformación”, es decir, cualquier idea contra sus falacias, y recomienda la autocensura. La mentira usa los medios históricamente disponibles desde la invención del alfabeto por los egipcios (3000 a. C) hasta la inteligencia artificial, pero ahora con ésta aparece la temible deepfake: videos y audios perfectos de cualquier figura pública que contienen las barbaridades que se quiera añadir sin que existan mecanismos de detección, pero el remedio no está en la censura. Hoy pagan a Trump con deepfakes, fotografías y videos, forcejeando en 2023 entre policías que lo arrestan al salir de un tribunal, creados con IA. Difundieron que Obama había nacido en África, y recientemente vimos imágenes de su mujer, para “demostrar” que es un transformista. El asunto decidieron enfrentarlo las empresas tecnológicas y buscan solución para este año, entre ellas Amazon, Microsoft, Google, Meta (Instagram/Facebook) IBM, OpenAl, Anthropic, StabilityAI, Snap, X y Tik-Tok. En cambio, Biden se dispone a prohibir la empresa china Tik-Tok en EE. UU, basado en la fake news de que China podría influir en las elecciones norteamericanas de noviembre.
Para llegar a públicos juveniles ¡paradoja!: Biden abrió una cuenta en esa misma red, y lanzó una intensa campaña, pese a que los funcionarios de su gobierno tienen prohibido mantener cuentas allí. Los servicios de inteligencia no tienen evidencia, ni testimonio valido, ni un criterio técnico de que Tik-Tok puede darle a China tal capacidad. Byte Dance, la empresa propietaria, lo desmiente e informa que en la directiva hay grupos inversionistas norteamericanos, entre ellos Coatue, KKR, General Atlantic, Sequoia. Sin pruebas, elemento de juicio, ni base técnica, la cámara de representantes aprobó un proyecto de ley contra Tik-tok, ya en el senado y Biden anunció que lo firmará, simplemente censura. Después de años de investigación, se demostró falsa la acusación de Trump en 2020 sobre “injerencia rusa” y “manejo doloso de información por Hillary Clinton” con lo que pretendía explicar su derrota en votos en 2016. No son imputables los medios sino la catadura moral del grupo que los utiliza y lo que priva es la condición humana. Una vez Carlos Alberto Montaner organizó un foro en Caracas especialmente para rechazar la violencia en la lucha por la democracia en Cuba. Pero los conductores de El Nacional inventaron que el invitado de honor al evento era Luis Posada Carriles, criminal que había hecho explotar un avión lleno de gente. Y el periódico “viralizó” la “información”.
En 1983, expusimos sobre las dictaduras revolucionarias en el Congreso Internacional del Pensamiento Político, realizado en Caracas (1983), y El Nacional publicó por tres meses “cualquier cosa que se dijera” contra nosotros (Jean Maninat y yó) sin derecho a respuesta. El responsable de tales trastadas, se coleó en la revolución, lo expulsaron y hoy es un “demócrata” promotor de imbecilidades atroces desde Madrid. Uno de sus secuaces dijo a la periodista que había recogido una declaración mía, “ese señor no existe”. Ese periódico fue esencial para destruir, primero la democracia y luego la oposición. Hace poco me referí a que “el comando del bien” ejecutaba una maniobra para cretinizar una parte del electorado local, elaborada por expertos, asesores técnicos calificados. Han encanallado sistemáticamente a todos los actores sin excepción, sin matices, incluido al gobernador de Barinas, quien ganó contra las mayores dificultades. La difamación profunda, existencial, de todos, pretende implantar un parroquial culto narcisista a la personalidad. Excluyeron la idea de un sucesor, porque “todos son sucios”, en la “lucha del bien contra el mal”. Primitivismo, odio fanático, imbecilidad, narcisismo, con el fin implícito de promover la abstención.