Estoy francamente impresionada con el tono y volumen que ha tomado la campaña electoral roja rojita. Con un desparpajo que eriza los pelos del cogote y produce espasmos en el occipucio, por el país entero se lanzan frases y consignas que son un abierto chantaje, a saber, un delito. La idea es generar terror. Sembrar en la mente de los electores la percepción, casi certeza, que si el oficialismo pierde cosas horribles van a pasar. Que si se evaporarán las misiones sociales, que si a quienes han recibido viviendas éstas les serán confiscadas y ellos serán echados a la calle a patadas, pues esas casitas y apartamentos serán vendidos a los gringos. Que entregaran al imperio todas las empresas básicas, incluyendo PDVSA y sus filiales. Que si los ciudadanos serán obligados inocularse unos medicamentos «made in USA» que destruyen el cerebro e inhabilitan el pensamiento y, más aún, hacen que la gente pierda hasta el habla.
Hay más. A según esta campaña, las escuelas y universidades «hechas en Revolución» serán todas privatizadas y los compradores serán imperialistas horrorosos que convertirán a los muchachos en esclavos. Dicen que si el oficialismo pierde las elecciones parlamentarias, desaparecerá inmediatamente, por orden directa e inapelable, todo resquicio de estas «magníficas libertades» comunicacional, empresarial, de pensamiento y acción que hemos disfrutado durante estos más de tres lustros «gracias a la Revolución, a micomandanteeterno y al presidente obrero y nos transformaremos en algo mucho peor que la quinta paila del infierno. Se acabarían las colas pues simplemente no habría absolutamente nada que comprar. Nadita de nada.
En pocas palabras, la campaña está basada en la estrategia del susto. Abundan las mentiras más truculentas y sin empacho alguno los candidatos oficialistas recorren sus territorios diciendo cuanta amenaza se les cruza por la mente. Hay muchísima gente tan y tan harta del desastre que ya son inmunes a tan baja estratagema. Pero, ojo, hay que gente que se come el cuento y francamente tiene miedo. Así que nada de andar contando los pollos antes de nacer.
Y ya que hablamos de sustos, pues no viene de más apuntar que la insensatez de estos candidatos opositores que han decidido correr en la contienda fuera del paraguas de la MUD-Unidad puede traernos consecuencias muy lamentables. En Nueva Esparta, estado donde resido desde ya un par de años, la gracia de dividir al electorado puede costar una o dos curules. Y según toda la información disponible, a escala nacional hablamos de cualquier numero entre 10 o 15 diputaciones que, por esta gigantesca torpeza, pueden caer en manos del rojismo abierto o solapado. Sospecho que estos candidatos rebeldes quieren forzar a la MUD a que les cedan las candidaturas, a juro, lo cual es una impostura de proporciones bíblicas, por decir lo menos. Tamaña necedad la pagaremos los ciudadanos, no ellos. Así las cosa por esta vía invito a la reflexión y rectificación. Poco importa que uno nos guste más que otro. Incluso, algunos de esos candidatos extramuros son personas de mi aprecio y consideración. Pero en este momento tan crucial importa, sólo importa, que todos los aspirantes y todos los electores entendamos que no hay espacio para la irresponsabilidad ni para la estupidez. En verdad no hay espacio para el lujo de errores de miopía política.
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@solmorillob
Un comentario
Opino exactamente igual, lo vengo diciendo, peero , no se que prevalece en esto. Yo digo que en este momento TODOS con la UNIDAD, despues …. Bueeno ya veremos.