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El régimen ha hecho de las inmediaciones del Consejo Nacional Electoral una especie de zona sagrada, intocable para todo aquellos opositores al régimen que quieran acercarse a reclamar sus derechos. Allí han sido reprimidas muchas manifestaciones, y a muchas cuadras de distancia también.
Ayer, para superar las trabas habituales con toda la violencia que implican, un grupo de diputados a la Asamblea Nacional decidió acercarse a la sede del CNE; total, les queda muy cerca del hemiciclo y de las oficinas administrativas en la esquina de Pajaritos. Además, son funcionarios electos por el pueblo y gozan de inmunidad parlamentaria. Sin embrago, cuando llegaron a la sede, la violencia estalló como de costumbre. El General Fabio Zavarce, de la Guardia Nacional Bolivariana, le ordenó a gritos –hay videos donde se comprueba– a los piquetes de la Guardia Nacional para que, con sus armas y escudos, empujaran al grupo de diputados que había llegado. Estos no eran más que unos ciudadanos indefensos, sin armas, vestidos formalmente, como cualquier paisano, y en paz. Pero el General ordenó a los piquetes de la Guardia que, en una suerte de emboscada, los empujaran para que cayeran en manos de los llamados “colectivos”; los grupos armados que, como perros de caza, suele lanzar el régimen para enfrentar a los opositores. Y sin compasión alguna, a la malandra, a la miserable, estos individuos agredieron a los diputados. El que llevó la peor parte fue Julio Borges, jefe de la bancada opositora en el parlamento, quien resultó con fractura de nariz y anoche tuvo que ser operado.
Alejandro Hernández, nuestro compañero del equipo de producción del programa, quien en otra oportunidad también fue agredido por estos colectivos en ese mismo escenario, nos cuenta que el proceder de este General Zavarce es repetitivo. Cuando los periodistas, entre los que él se encontraba, cubrían una de las tantas manifestaciones frente al CNE, el general de marras igual lanzó los piquetes de la Guardia para que, empujandolos, emboscándolos, los periodistas cayeran en manos de los colectivos. Ese día Alejandro fue noticia por los golpes y la sangre que derramó. Debe estar muy orgulloso de su proceder este General que, después de cinco años de Academia, terminó convertido en un simple esbirro chocón.
Poco después de estos sucesos, el Presidente de la República recibió a su habitual comparsa diaria allí, en el callejón que flanquea a Miraflores, y, luego de oír algunos versos populares, sentenció: “La oposición busca violencia para justificar la intervención internacional”. Su argumento es que las manifestaciones chavistas son en paz, sin sangre. De hecho, llegan siempre hasta Miraflores, todos los días, puntualmente. Pero el detalle está en que para estos manifestantes no hay piquetes de la Guardia Nacional esperándolos. Y si la diferencia entre unas y otras manifestaciones es la presencia de la Guardia Nacional Bolivariana, entonces no cabe duda: la violenta es la Guardia, es el régimen que ella defiende y le ordena.
¿Pero qué dijo Maduro en sus palabras de ayer? “Hay suficientes cupos en las cárceles para los provocadores, no me va a temblar la mano, sea quien sea”.
¿Va a poner preso Nicolás Maduro a todos los diputados opositores de la Asamblea Nacional?
¿Va a poner preso Nicolás Maduro a los 2 millones de venezolanos que, por ahora, firmaron solicitando el revocatorio?
Es más, ¿Maduro va a poner preso al 90% de la población venezolana que no lo quiere?
Las preguntas quedan en el aire mientras la violencia, de todo tipo, sigue desatada en el país.