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Se caracteriza por su alto tamaño y su voz chiquita. Solía declarar con un tono melifluo y aflautado, extraño. Se caracteriza también por su arrogancia y prepotencia. Hizo muy popular, con la ayuda del entonces presidente, una expresión de su propio intelecto: «rojo, rojito». Él convirtió a PDVSA en roja rojita. Pero más allá de convertirla en ello por una condición política o ideológica, la convirtió en roja rojita porque los números se tiñeron de fracaso. La que llegó a ser una de las más importantes empresas petroleras del mundo, es hoy una vergüenza que virtualmente mendiga un canje de bonos para tratar de sobrevivir; canje que ha fracasado.
Hablo de Rafael Ramírez, evidentemente. Hoy Ramírez es noticia porque ayer el diputado Freddy Guevara, al frente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, desnudó toda su nefasta actuación en PDVSA. Las cifras son escalofriantes. Guevara habla de casos de corrupción que suman, por ahora, la bicoca de más de 11 mil millones de dólares.
Analítica.com publica la ristra de algunos delitos: uso indebido del fondo de pensiones de los trabajadores de PDVSA; irregularidades en el manejo de los recursos destinados al mantenimiento de la Refinería de Amuay -¿la recuerdan?, la que explotó, se incendió y todavía no está claro el caso-; irregularidades en la administración de fondos públicos que ingresaron en las cuentas de la Banca Privada D ́Andorra; perjuicios pecuniarios por la adquisición de títulos y otros instrumentos financieros con fondos de la estatal petrolera en el Banco Espirito Santo de Portugal -el que quebró-; y por las irregularidades en la celebración de contratos con PDVSA.
¡11 mil doscientos millones de dólares!
A todas estas, ¿qué dice Rafael Ramírez? ¿Cómo procede? Pues como proceden los prohombres del régimen, con arrogancia y prepotencia, tratando de callar la voz que le acusa, procurando la impunidad del que delinque en lo oscuro. Un viejo refrán reza: «El que no la debe no la teme». Lo contrario se cae por su propio peso: el que la debe la teme, ¡y de qué manera! Leo en Konzapata.com que Ramírez le ha pedido al Tribunal Supremo de Justicia que lo “proteja” de la Asamblea Nacional: «El ex ministro de Petróleo y ex presidente de PDVSA solicitó a la Sala Constitucional que anule las investigaciones que la Comisión de Contraloría del Parlamento inició en su contra en marzo pasado». Es altamente probable que el TSJ proteja a Ramírez. Pero la Asamblea Nacional ha decidido pararse en sus trece, y, si la desconoce el Ejecutivo, ella entonces desconocerá todo lo demás.
Hoy El Nacional publica en primera página una nota que da cuenta de esto: «Aprobaron reconducción presupuestaria para el 2017. El presupuesto de este año que asciende a 1 billón, 540 mil millones de bolívares, seguirá vigente. Serán nulas todas las operaciones de crédito público aprobadas sin autorización de la Asamblea Nacional y se informará a la OEA y a la ONU y al Cuerpo Diplomático sobre la actuación ilegal del Ejecutivo. Investigarán a funcionarios que sigan el presupuesto de Nicolás Maduro”. La Asamblea Nacional se declaró en pie de guerra.
En otras palabras, Ramírez, por más de su tamaño, de la distancia que le salva, de los millones que le rodean, de la complicidad de los que le quedan en el régimen y hasta de la eventual protección extra del Tribunal Supremo de Justicia, sospecho que, más temprano que tarde, usted se terminará viendo directamente con la verdadera justicia.