A-Rod: un obsesivo del béisbol - Mari Montes

A-Rod: un obsesivo del béisbol – Mari Montes

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

Miguel Cabrera dejó atrás a Alex Rodríguez en la lista histórica de los bateadores con más hits, ahora está solo en el puesto 21 con 3.116.

Hemos seguido su ascenso desde que pasó a Omar Vizquel y en el camino lo hemos visto encontrarse con las grandes figuras del béisbol, jugadores muy diferentes entre sí; de origines distintos, de otras épocas y otros con quienes en algún momento compartió. Leyendas cuyas historias coinciden en algún número, hombres con luces y sombras.

El béisbol lo juegan seres humanos, aunque a veces nos parezca que no lo son por las cosas que hacen. Igual que el resto de la gente, son tan gente que se equivocan y deben andar con esos errores a cuestas.

Como quedó documentado para la posteridad, Alex Rodríguez se vio involucrado en una trama de consumo de esteroides, para mejorar el rendimiento y burlar los controles de Major League Baseball. Se escondió para usar las sustancias prohibidas y además influyó en compañeros para que hicieran lo mismo.

Como es sabido, después de negar por años que había consumido esteroides, el diario Miami Herald informó que A-Rod habría confesado a la DEA en enero de 2014, bajo la promesa de inmunidad, que sí compró y consumió drogas de la clínica Biogenesis.

Desde 2009, Rodríguez había estado bajo investigación por consumo de esteroides, tras admitir que los usó cuando estaba en los Rangers de Texas de 2001 a 2003.

De acuerdo con la investigación del diario de Miami, Rodríguez habría admitido pagar cerca de 12.000 dólares al mes al dueño de la clínica, Anthony Bosch, por jeringas precargadas con hormonas de crecimiento.

Estas jeringas se las inyectaba Rodríguez en el abdomen. Bosch le suministraba, además, cremas con cortisona y pastillas mezcladas con testosterona. Bosch, que no es médico, llegó incluso a sacarle sangre al beisbolista en un baño de hombres de un club nocturno de South Beach.

Del caso de ARod con las sustancias de ayuda se han escrito decenas de artículos y un documental en Netflix.

Pagó la suspensión de juegos que mereció su falta (162), perdió toda temporada de 2014 y regresó para jugar dos años más y se retiró.

Sus números describen lo que hizo desde que llegó, cumpliendo todas las predicciones sobre lo que sería capaz de hacer en las Mayores.

No es útil la discusión de si habría acumulado estas cifras sin ayuda, no es posible sustraer esa historia y restar algunos batazos en su cuenta definitiva.

Más allá de las consideraciones que podamos tener sobre el atajo que significa el consumo de sustancias, uno de los grandes daños que deriva de esas situaciones es el manto de duda que arropa toda la carrera de un jugador, por brillante que sea.

El castigo se ha visto en las votaciones para integrar el Salón de la Fama de Cooperstown. Alex Rodríguez ha confesado públicamente, en una franca conversación, que ha sido duro para él, que por supuesto quería pertenecer a ese Olimpo del béisbol.

Recuerda el portal de CNN: “En una entrevista en el programa Who’s Talking to Chris Wallace?, de CNN y HBO Max, Rodríguez dijo que el escándalo de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento que empañó su legado fue «el momento más embarazoso de mi carrera».

«Lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida fue enfrentarme a mis hijas Natasha y Ella y decirles que este es el error que cometió papá», dijo al presentador Chris Wallace.

Ha asumido su error con responsabilidad.

Es uno de los anclas de la cadena FOX Sports. Aquellos días de abucheos se ven lejanos cuando se le ve firmando autógrafos a los fanáticos que se encuentran con él en los estadios, cuando asiste de comentarista a eventos como el Juego de las Estrellas o la Serie Mundial.

En un artículo biográfico de Alex Cohen para la Sociedad Americana de Investigación del Béisbol, leemos: “Alexander Enmanuel Rodríguez nació el 27 de julio de 1975 en la ciudad de Nueva York. Sus padres, Víctor y Lourdes (Navarro) Rodríguez, eran inmigrantes dominicanos que vivían en la sección Washington Heights de Manhattan. Tenían una zapatería en el barrio. El negocio estaba a cargo de su padre y su madre trabajaba en una planta de ensamblaje de GM al norte de la ciudad de Nueva York.

Cuando Alex tenía cuatro años, sus padres regresaron a la República Dominicana. La familia fue propietaria de una farmacia allí durante varios años, durante los cuales inscribieron a Alex en una escuela americanizada en Santo Domingo. Lucharon para que el negocio tuviera éxito, pero finalmente fracasó.

La familia regresó a Estados Unidos y se instaló en Miami cuando Alex tenía nueve años. Poco después de su regreso, su padre abandonó a la familia. En una entrevista de 1998, Rodríguez dijo: “Al hablar con mamá, descubrí que Miami no era lo suficientemente acelerado para papá, que quería volver a Nueva York y mamá no. Hablaron pero no pudieron ponerse de acuerdo. Entonces, se separaron”.

En Miami, Alex Rodríguez comenzó su leyenda. Continúa Cohén: “Su interés por el béisbol comenzó en las calles de Santo Domingo y se desarrolló por completo después de conocer a Juan Diego Arteaga, quien entrenaba un equipo de liga juvenil en la escuela primaria de Alex en Miami. Arteaga invitó a Alex a unirse a su equipo cuando eran pocos jugadores, y Arteaga, quien también entrenó a su hijo JD Jr., en el equipo, terminó siendo el segundo padre de Rodríguez. Arteaga llevó a Alex a la escuela con su hijo, lo inscribió en equipos de viaje y torneos, e incluso lo hizo comer con su familia cuando la madre de Alex estaba trabajando. Rodríguez comenzó la escuela secundaria en Christopher Columbus High School en Miami, y ahí obtuvo una beca para la Escuela Cristiana Westminste, después de su primer año. Jugó como campocorto en el equipo de béisbol y mariscal de campo en el equipo de fútbol durante los siguientes tres años”.

El béisbol le hizo conseguir estudiar en la Universidad de Miami, pero poco después de graduarse del bachillerato, los Marineros de Seattle lo seleccionaron en la primera ronda del draft amateur de junio de 1993.

Era la víspera de su primer día en la Universidad cuando Rodríguez firmó un contrato profesional con los Marineros. Un bono por firmar de $1 millón y un contrato de $1.3 millones por tres años.

La historia desde entonces es la que conocemos, con sus virtudes y errores, con batazos y ponches.

Fuera de las páginas de números y versiones del mismo tema, quise preguntar por él a tres jugadores venezolanos que jugaron con él y contra él.

Recordé que en el Spring Training de 1999, Freddy García había llegado a los Marineros de Seattle en un cambio con los Astros de Houston, que recibieron a Freddy García, John Halama y Carlos Guillén, por Randy Johnson.

Por aquellos días, conversamos con Freddy García, en el complejo de Peoria, hogar primaveral de los Marineros.

Aún no había debutado en las Mayores. Era un prometedor lanzador que en Venezuela pertenecía a los Navegantes del Magallanes y  tenía garantizado debutar en unas semanas con el equipo grande. De hecho, llegamos unos momentos después del anuncio.

El baruteño nos contó que Alex Rodríguez, quien ya era una joven súper estrella con 5 temporadas en las Grandes Ligas y tres invitaciones al Juego de las Estrellas, le había dicho que si ganaba 15 juegos le regalaría un reloj marca Rolex.

Freddy García nos contó con mejor detalle esa anécdota, acompañada de su opinión sobre quién es para él Alex Rodriguez, desde que le dio la bienvenida en el equipo:

«Alex me regaló mis primeros cinco trajes. Unos trajes de 2.000 dólares, me mandó con quien se los hacía a él. En Spring Training hicimos una apuesta, que si yo llegaba a ganar 15 juegos, él me regalaba un reloj».

Recordó aquella victoria, porque Alex Rodríguez fue clave:

«No fue tanto que gané esos 15 juegos, sino que ese día, del triunfo 15, tiré 7 innings en el Tropicana Field de Tampa. Estaba perdiendo 2-0 y él tiró un grand slam en el séptimo y yo gané 4-2. Al terminar el juego, él tenía ya el reloj, listo, dedicado para mí y todo. Es un tipo de quien aprendí mucho. Cuando jugaba el shortstop, me decía cosas de cómo pitchear, mañas. Ese tipo es un genio del béisbol. Si alguien se merece estar en el Salón de la Fama es él, un trabajador loco por el béisbol. Pueden decir de él lo que sea, pero es un súper profesional que, gracias a Dios, me dio el chance de jugar con él y conocerlo, como pelotero y como persona».

En el tiempo que compartieron en Seattle, Freddy recuerda las invitaciones, lo pendiente que estaba de los mas jóvenes del equipo. «Alex era loco con nosotros. Los días libres nos mandaba a buscar, tenía chefs, el día libre era de fiesta, para compartir con él. Nosotros le enseñamos a jugar ajiley, le enseñamos español, porque Alex tenía un español malísimo. Fueron buenos tiempos».

Freddy García lo describe en una frase: “era un perfeccionista”.

Francisco Cervelli también fue su compañero en los Yankees, coincide en describirlo como alguien determinante en su carrera. Prefiere hablar de lo positivo, de lo bueno que le dejó:

«Fue uno de los tipos que más me ayudó cuando llegué a los Yankees. Si tienes un equipo, quieres a 10 como él. Es uno de los hombres mejor preparados que he visto jugar. Uno de los que más trabajaba, o si no, el que más trabajaba. Un enfermo del béisbol, de su trabajo. Un profesional que iba todos los días a jugar duro. Un tipo que quería que los demás jugaran en su página. Es uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida. Quitarle méritos sería una locura. Creo que está en el top 5 de la historia de los mejores jugadores de béisbol».

Melvin Mora lo vio en equipos rivales. El Salón de la Fama de los Orioles de Baltimore también resalta la disciplina de ARod para trabajar.

Recordó una noche, en el viejo Yankee Stadium. Los Yankees ya se habían ido. La única jaula de bateo quedaba del lado de los Yankees. Ahí coincidió con Alex Rodríguez, que todavía estaba uniformado, llegó con dos bates cruzados en los bolsillos de atrás. Se había ido en blanco.

«Eso es lo que lo ayudó a poner esos números. No cualquier otra cosa. El bateo es consistencia y él era consistencia».

Deja claro que no está de acuerdo con el uso de sustancias de ayuda.

«También jugadores que batearon .230 usaron esteroides y no consiguieron nada. No justifico el uso de esas sustancias, pero si yo me hubiera metido esteroides, te aseguro que no habría dado 600 jonrones, porque yo no soy Alex Rodríguez. Él tenía mejor aproachswing y poder, además de consistencia. Eso no lo pone ninguna sustancia de ayuda. Olvídate de todo el mundo.

Melvin Mora recuerda que le asombraba, en sus primeros años en las Grandes Ligas, que Alex Rodríguez se le acercaba a todos a hablar de bateo, a preguntarles:

«Le gustaba preguntar. Yo pensaba que era como si el tipo que es mejor en matemática en el salón hubiera venido a preguntarme a mí de reglas de cálculo. Yo pensando ‘¿por qué me pregunta a mi si él es el mejor swing de las Grandes Ligas?’. Encima era shortstop, el desgaste físico de esa posición es importante, por eso yo valoro esos números. Como persona, es tremendo, es un buen tipo.

Miguel Cabrera superó en imprables a ese jugador de cualidades extraordinarias. Tienen en común el amor por el béisbol y los méritos que llevan a la excelencia.

Es muy posible que Alex Rodríguez, igual que otros señalados por consumir sustancias prohibidas, no sea elegido por los votos de la Asociación Americana de Escritores de Béisbol para el Salón de la Fama de Cooperstown. Su obsesión por ser mejor que él mismo lo hizo caer en el error más costoso de su carrera.

¿Puede haber un castigo más duro para un perfeccionista como Alex Rodríguez que no pertenecer a donde habría llegado sin atajos?

 

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