Auschwitz

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El martes 27 de enero se cumplieron 70 años de la liberación de Auschwitz. Auschwitz fue el campo de concentración emblemático de eso que se llama el holocausto, el arrase, el exterminio de la población judía, gitana en Europa por parte del régimen nazi.

Leo en un trabajo de Andreu Jerez tomado en la prensa europea:

En la maquinaria bélica nacionalsocialista, Auschwitz se convirtió en el mayor campo de concentración y exterminio del Tercer Reich. Construido en la primavera de 1940 en el sur de la Polonia ocupada, en verano de 1941 el comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler, le comunicó a Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, que el campo de concentración que dirigía tenía que cumplir una función central en la «solución final» para los judíos europeos y otras minorías del Viejo Continente.

Entrada campo de concentración Auschwitz
Entrada campo de concentración Auschwitz

Según cálculos aproximados, entre 1940 y 1945 el régimen nacionalsocialista deportó a alrededor de 1,3 millones de personas a Auschwitz: la gran mayoría eran judíos, pero también había ciudadanos polacos, gitanos, presos políticos alemanes y soviéticos, y milicianos de la resistencia antinazi de diversas nacionalidades, entre ellos republicanos españoles. Alrededor de un millón de personas no sobrevivieron. El 90 por ciento de los muertos eran judíos. La gran mayoría de las víctimas fueron asesinadas en cámaras de gas.

El caso de nos da cuenta de lo peor del ser humano, la intención de aniquilar, de a arrasar con toda una población. 70 años después como saben, hay personas que niegan la existencia del holocausto, esa era la causa de Ahmadineyad el expresidente iraní y tantos otros radicales musulmanes. Más allá del conflicto actual entre musulmanes e islamistas en la región del Medio Oriente, Israel y Palestina, una experiencia como la de  Auschwitz no puede repetirse más nunca en la historia de la humanidad. Aunque lamentablemente después se vieron casos también de arrase, aunque quizá no tan duros y concentrados como Auschwitz. En este momento que digo lo anterior me viene a la memoria, por ejemplo, todos los campos de concentración en Camboya.

Leo este testimonio:

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Jack Rosenthal de los EE.UU., un sobreviviente de la antigua concentración y exterminio campo nazi alemán de Auschwitz. (elcorreo.com)

«Llegamos con el primer tren de prisioneros a la estación de Auschwitz. Éramos 728 jóvenes, la mayoría estudiantes. Nos bajaron de los vagones y nos llevaron ante el edificio principal de la estación. Tenían una lista con nuestros nombres. El oficial nazi Karl Fritzsch se dirigió a nosotros para dedicarnos unas palabras que me han acompañado toda la vida. ‘No tenéis ni idea de dónde estáis’, nos dijo. ‘Esto es un campo de concentración alemán, no un centro curativo. Aquí se sobrevive como mucho tres meses. Y si entre vosotros hay sacerdotes o judíos, entonces la esperanza de vida es de seis semanas'».

Es el testimonio de Józef Paczynskic oriundo de Eslovakia, en aquel entonces Checoslovaquia, quien ingresó al campo de 19 años, todavía muestra el número con que le tatuaron a fuego vivo la piel con el número de su prisión. Hoy en día se tatua, no a fuego vivo, pero si con un marcador, por ejemplo, si usted es venezolano y va a comprar algo en algún supermercado.

La gran ironía es que a Auschwitz lo libera el Ejército Rojo, y para aquel momento el Ejército Rojo ya era experto en grandes campos de concentración y exterminio como se supo después cuando se descubrieron todos los horrores del régimen de Joseph Stalin.

El-libro-negro-grossman-Ehrenburg-cubiertaDe los horrores de Auschwitz hay un libro fundamental, el «Libro Negro», escrito a cuatro manos por dos nombres muy importantes Vasili Grossman, quien después en aquel entonces un periodista soviético que luego terminó condenado por Stalin, de hecho su gran obra, su obra maestra “Vida y Destino” solo se pudo publicar mucho después, y el otro autor es Iliá Ezherenburg. Ezherenburg paradójicamente terminó siendo el poeta oficial de la Unión Sovietica. Sobre este libro leo lo siguiente en el ABC de Madrid:

Vasili e Ilyá recogieron miles de estremecedores testimonios (leer el libro es una experiencia que va más allá de las lágrimas) que debían ser recopilados en el «Libro negro». Lo completaron y llegaron hasta las puertas de la imprenta. Pero allí estaba Stalin. Quien había ideado la primera solución final para los habitantes del archipiélago Gulag no podía permitir que se conocieran las semejanzas entre la escabechina stalinista y la de sus aventajadísimos alumnos nazis.

El libro no se publicó hasta que la hija de Ilyá lo encontró y lo remitió a Jerusalén, donde se editó en 1980. Ahora, toda esta desolación aparece en castellano en edición de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Terror en estado puro, del que Grossman y Ehrenburg dan cuenta, con más toneladas de sangre que de tinta, como espeluznados taquígrafos.

 

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