Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
«Lo único que importa es lo que sucede en la pequeña joroba en el medio del campo».
Earl Weaver.
Un amable lector, a propósito del artículo de los récords irrompibles del béisbol, preguntó por qué no incluimos a los Orioles de 1971. Me puso una tarea, me obligó a regresar a aquel año, el último en el que se vio a un equipo con una rotación de cuatro abridores ganadores de veinte o más juegos, como la tuvieron aquellos Orioles de Baltimore: Los derechos Jim Palmer (20-9, 2.68 de efectividad), Pat Dobson (20-8, 2.90) y los zurdos Dave McNally (21-5, 2.80) y Mike Cuéllar (20-9, 3.08), dominaron a todos y llevaron al equipo a alzarse con el banderín del circuito. Aun cuando ninguno de sus bateadores terminó en el potro de los .300 de promedio, el trabajo de estos cuatro hombres fantásticos les llevó disputar la Serie Mundial frente a los Piratas de Pittsburg, contra quienes perdieron en siete emocionantes juegos.
Fueron los recordados Orioles dirigidos por Earl Weaver, quien además de tener la exitosa rotación que le permitió sumar ciento un victorias, contaba con el receptor Elrod Hendricks, el inicialista Boog Powell, Davey Jonson en segunda base, el campocorto Mark Belanger, el increíble tercera base Brooks Robinson y los jardineros Don Buford, Paul Blair y Frank Robinson.
Fue un equipo legendario y la Serie Mundial de ese año una de las más recordadas.
Los Piratas tenían a Manny Sanguillen, Bob Robertson, Dave Cash, Gene Alley, Richie Heberto, Willie Stargell, Al Oliver y Roberto Clemente, además de piezas como Victor Davalillo, José Pagan y Bill Mazeroski.
En el séptimo y definitivo juego, ocurrido en el Memorial Park de Baltimore, se enfrentaron Steve Blass y Mike Cuéllar.
En el cuarto episodio, Cuéllar había logrado dejar fuera a once piratas hasta que Roberto Clemente descifró un envío que terminó entre el jardín izquierdo y central. Así se abrió la pizarra. La segunda carrera llegó en el inning ocho gracias a doblete de José Pagán que impulsó a Willie Stargell. En ese mismo episodio Elrod Hendricks anotó la única carrera que hicieron los Orioles que terminaron cayendo 2-1. Los Piratas se llevaron el Trofeo del Comisionado y Roberto Clemente fue el Jugador Más Valioso.
Los abridores de los Orioles de 1971 están inscritos en la historia como la “última rotación en la que cuatro lanzadores ganaron veinte o más juegos”.
No pudieron lograr tanto los abridores de los Bravos de Atlanta de la década de los 90, con Greg Maddux, John Smoltz, Tom Glavine (los tres en el Salón de la Fama) más Steve Avery y Kent Mercker.
Los Filis de Filadelfia de 2011, rotación que fue elogiada por el mismísimo Jim Palmer, tuvieron a Roy Halladay, Roy Oswalt, Clif Lee y Cole Hammels. Sin duda un staff para ilusionarse. En el papel, y analizados de acuerdo con la historia, según Jason Stark, lucían superiores a la rotación de Weaver cuarenta años atrás, sin embargo en el terreno no cumplieron esas expectativas.
Antes que los Orioles de Baltimore, otro equipo en la historia pudo tener cuatro ganadores de veinte o más juegos: los Medias Blancas de 1920 (Red Faber 23-13, Eddie Cicotte 21-10, Lefty Williams 22-14, y Dickie Kerr 21-9).
Sigo pensando que no debe ser imposible igualarlos, pero que en cien años sólo dos equipos hayan podido tener tantos brazos ganadores de veinte juegos o más, nos dice que lo que ellos consiguieron fue definitivamente extraordinario y es una historia que siempre es bueno recordar.
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