Las caraqueñas – Guaco


 

Portada del disco

Para muchos músicos populares llevar a su música al formato sinfónico es como una graduación. Es como obtener un PHD en la vida de algo muy importante, la gran culminación, el fin de la carrera. No necesariamente entrar en el formato  sinfónico signifique que la música suba de nivel o se mejore  o gane calidad y trascendencia, no necesariamente. En algunos casos el formato sinfónico puede resultar más bien una camisa de fuerza. Pero es la aspiración que está allí. Oscar D`León  nunca se dio por satisfecho hasta que no llegase con una sinfónica al Teresa Carreño. Y tenemos la triste experiencia de Luis María Frometa, el maestro Billo, quien cuando por fin pudo asistir a los ensayos de su música con su orquesta y la sinfónica, fue tanta la emoción y no la soporto y murió antes de ver ese prodigio. En el caso de Guaco ocurrió lo mismo con, agréguele usted en este caso la presencia de Gustavo Dudamel como Director, y de la Orquesta de la Juventud Simón Bolívar como la orquesta para respaldar a Guaco. Con el detalle de que todos ellos son, generacionalmente. Bueno esto de generacionalmente no tiene sentido porque yo soy guaquero de generación y los muchachos de 20 años de hoy en día también son guaqueros de generación. Es decir, toda una vida haciendo música. Pero Gustavo Dudamel se confiesa guaquero, los músicos de la sinfónica se confiesan guaqueros y Álvaro Cordero quien hizo las orquestaciones también se confiesa guaquero. Pero cambian las cosas cuando usted las monta en esa especie de mansión que es la orquesta sinfónica. He oído algunas críticas de guaqueros que dicen, yo como guaquero no me gusta eso. Claro porque lo que usted tiene aquí no es precisamente el Guaco tradicional, es otra cosa. Este es un Guaco mas para oír que para bailar. Y un buen ejemplo es eta versión de Las caraqueñas. Las caraqueñas es uno de los temas clásicos de Guaco, fue publicado  en 1993. Y aquí cuando entran a lo que podríamos decir el montuno, lejos de ir hacia arriba hacia delante, queda como frenado. Musicalmente es un alarde extraordinario, y para el melómano esto es muy digno, muy interesante de escuchar. Pero el melómano no baila, el melómano oye.

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