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Los hombres y las piedras de Maduro

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  Ayer El Nacional tituló en su primera página: “Gobierno de Estados Unidos acusa al Mayor General Nestor Reverol de tráfico de drogas. El ex Director General de la Oficina Nacional Antidrogas de Venezuela y el General Edilberto Molina, fueron imputados por el Fiscal del Distrito Oeste de Nueva York de recibir pagos de narcotraficantes. “Los carteles infiltran al alto gobierno.” Se leía en el antetítulo.

  El gobierno de los Estados Unidos, pues, le dice al General Reverol: Usted está involucrado en tráfico de drogas. Como reacción, el gobierno venezolano lo nombra nada menos que Ministro de Interior Justicia y Paz. Es decir, lo premia. Y, al premiarlo, el gobierno venezolano se solidariza con Reverol. El gobierno venezolano asume que la acusación, el señalamiento contra el General por el delito de narcotráfico, es una acusación contra el gobierno de Venezuela como un todo y de allí que cierre filas con uno de sus hombres más prominentes garantizándole, de entrada, la mayor impunidad. Es la segunda vez que Reverol va a este ministerio, ya antes estuvo designado allí por el propio Hugo Chávez.

  Recordemos que, antes del mes de julio, el nombre de Reverol sonaba con insistencia como Ministro de la Defensa. Sorprendió a no pocos que quedase Reverol sin destino fijo, una vez que salió de la comandancia de la GNB y que en lugar de ir al Ministerio fuese ratificado en este cargo, extendiéndole sus años de servicio ya vencidos, el general Padrino López; a quien luego Maduro terminó conviertiendo en el hombre de mayor mando en el país. Reverol, pues, quedó en el aire y en su lugar, al frente de la Guardia Nacional, pasó el General Benavides.

  Pero ahora todo cambia. Reverol regresa al gabinete gracias a una acusación formal de la fiscalía norteamericana, y, para que el interes de la opinión pública no lo acaparase exclusivamente su designación ministerial, Maduro también ordenó otros cambios. Algo asi como un barajo con las mismas piedras.

  En El Correo del Orínoco leo que Reverol entra en sustitución del también General González López. Pero González López no sale del Sebin. Queda, así, un general del Ejército subalterno de un general de la Guardia. “En el Ministerio de Industria y Comercio fue designado el ingeniero Carlos Faría, quien viene de ser viceministro del área y sustituye al doctor Miguel Pérez Abad, quien irá a nuevo destino.” Nuevo destino, en un diario oficialista como éste, lo único que quiere decir es que se va a las duchas, para decirlo beisbolísticamente.

  No ha tenido mucho éxito Maduro en esto de manejar la cuestión económica. Anda, para decirlo en la terminología que él debe conocer, conduciendo la guagua a bandazos. Y digo guagua porque, ya que le gusta tanto la cubanería, la palabra le puede resultar más familiar. A bandazos como si fuese a caer por un barranco. Equivocó el camino y, lejos de enderezar hacia el pavimento, este mal chofer va sin rumbo por caminos que no lo son, a trompicones. Recordemos que Pérez Abad sustituyó a Luis Salas, quien duró pocos días luego de declaraciones destempladas. Pérez Abad sale con las tablas en la cabeza: el Dicom lo llevó de 200 a 645,08, según informa El Universal en la mañana de hoy.

  Ricardo Molina, por su parte, va al Ministerio de Transporte y Obras Publicas en sustitución de Luis Sauce. Molina también va a la Vicepresidencia del Socialismo Territorial, sustituyendo a Isis Ochoa, quien sigue como Ministra de Comunas. Es un enredo tal de gentes que tienen un cargo y otro, que sueltan uno más no sueltan el otro, que uno no sabe bien a qué se dedican en realidad. ¿O usted tiene claro de para qué sirve, por ejemplo, la Vicepresidencia del Socialismo Territorial?

 En medio de todo esto, el hecho de que Molina salga del parlamento hace que su suplente entre a la Asamblea. Así -¡por fin!- se podrá oír desde la tribuna de oradores a Roque Valero cantando una de sus insulsas canciones. En esas estamos mientras el país continua su desmoronamiento, su debacle.

  Y para cerrar con el parlamento, Maduro dice, en su más reciente desplante dictatorial, que no le va a mandar dinero a una Asamblea Nacional inexistente. Ya varias veces hemos hablado de cómo el presidente pareciera declarar frente a un espejo. Acusa a los demás de todo lo que ve –o deja de ver- en su triste reflejo. “Inexistente”, ese calificativo ahora pesa un quintal. ¿Será que, en efecto, el problema de Maduro ya es ontológico; que ya no se ve, que ya no existe?

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Un comentario

  1. contundente el editorial Cesar Miguel pero lo mas increible es que Maduro o mejor dicho el gobierno pasa a ser el encubridor de todo lo que se le acusa a Reverol..este barco se hunde lentamente y conste el pueblo de Venezuela no es el gobierno no en mi caso

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