Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
Bogotá y Colombia andan ahora con los temas del título entre sus preocupaciones.
Las objeciones de Duque a la Ley Estatutaria de la JEP afectan el proceso de paz, pero de ninguna manera lo destruyen. Como política menuda que son, yo creo que desembocarán en el clásico parto de los montes: una demora inconveniente, un par de cambios modestos a la ley y una reforma constitucional fallida o menor. Duque no ha hecho hasta ahora nada ilegal, si bien los furibistas esperan que lo haga después. Ahí vendrá la prueba de fuego. Aunque sus asesores de seguro le dijeron que objetando los seis artículos de marras se vería más fuerte, el riesgo obvio es que se vea más débil. Yo voté en blanco la segunda vuelta porque Duque no me gustaba y su oponente tampoco. Ambos vienen ratificando por qué.
El metro de Bogotá, como si fuera algo distinto del espectro que hasta ahora empieza a concretarse, despierta pasiones irracionales. Tratemos de observar el asunto con algo de realismo. De muy lejos, el principal problema del metro local es que NO existe y que hace décadas lo vienen prometiendo sin hacerlo. De ahí el absurdo de centrarse en que sea aéreo o pequeño. Ya lo veremos, pero hoy no es ninguna de las dos cosas. Parecería una perogrullada afirmar que cuando por fin contraten varias líneas, unas serán aéreas, otras subterráneas, otras de superficie. ¿Y? Falta sobre todo que sean.
Enrique Peñalosa – odiado por muchos dada su manera autodestructiva de conducir el gobierno, sin que en ello pese siempre lo acertado o errado de las decisiones tomadas – se jubila este año, y entregará el puesto en enero de 2020. Muchos de sus críticos de oficio quedarán cesantes, aunque enardecidos. De seguro querrán empapelarlo, lo que significa que va a necesitar buenos abogados.
Igual, vendrá otro alcalde y debemos prepararnos para eso. Según las tradiciones bogotanas recientes, lo más probable es que gane alguien de centroizquierda, tomando en cuenta el claro desprestigio de la derecha y de la izquierda radical en la ciudad. Dos podrían ser los electores de mayor peso: Sergio Fajardo, quien se impuso en la primera vuelta de las presidenciales en mayo de 2018, y Gustavo Petro, quien sumando votos de muchos orígenes se impuso en la segunda. Pese a que este último se ha rodeado algo mejor que antes, ha sido incapaz de lanzar un candidato que tenga la más mínima posibilidad de triunfo.
Pican en punta Claudia López y Antonio Navarro, ambos del Partido Verde. Así, la mutua encuesta que están pactando para decidir el candidato único podría determinar quién será el nuevo alcalde. De los terceros en discordia se destaca Carlos Fernando Galán, pero no se le ve ni el aparato puesto a los punteros. Sergio Fajardo se inclina claramente hacia Claudia López y ella hacia él. Al menos en las redes sociales, los de Colombia Humana la han emprendido contra ambos. Tal vez piensan que el propio Petro tendrá que abandonar a sus perdedores de hoy y pasarse al dúo puntero. Está casi cantado que sería hacia Navarro. Lo que no está cantado es que el veterano político nariñense esté conforme con eso. Si parece inevitable, de cara a 2022, que Fajardo y Petro apoyen candidatos distintos, Ya veremos cómo se soluciona este impasse. Al final sabremos también cuál estilo predomina, si meterse hasta en la sopa, como Petro, o tener un protagonismo menos invasivo, a lo Fajardo.
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