Karina Sainz Borgo

‘Piensa menos’ – Karina Sainz Borgo

Mientras llueven papillas en los museos, Steven Pinker protagoniza una campaña de moda. Prevalece la dieta blanda, la poca sustancia

Publicado en: ABC

Por: Karina Sainz Borgo

La que está cayendo… ¡de sopas! Así va la dieta blanda de la muchachada comprometida. Primero fueron ‘Los girasoles’ de Van Gogh, que un par de chicas rociaron con crema de tomate; después tocó el turno a Monet, embadurnado con puré de patata como alegato medioambiental. A este paso puede que un nuevo espécimen del activismo Tik Tok acabe rociando con sirope el ‘Guernica’ como refutación a Picasso, por misógino y panfletario, que lo era. Pero eso tampoco daría derecho a nadie a garabatear sus lienzos.

Del mayo del 68 para acá no han cambiado demasiado las cosas, al menos en su esencia. Todo voluntarismo es por definición entusiasta y adanista. El militante en esta o aquella causa descubre un mundo que había permanecido inédito ante sus ojos hasta que se cruzó en su camino. Tanto la lluvia de papillas, como el derribo de estatuas y la cancelación perpetua son variaciones del síndrome de la página en blanco de quienes siguen pensando que la humanidad se salva con gestos.

Lo que no es para nada pueril en el caso de esta lluvia de comida sobre obras de arte es el talante autoritario de quienes piensan que una buena causa bien vale la destrucción de algo valioso. Hacerlo además con el gesto chorreante, baboso e insustancial de una sopa de tomate genera un doble poso de desencanto, por el dispendio de comida y medios, además de esa manía de dar categoría política a una pataleta. Es paradójica la pulsión inquisidora en la sociedad mejor comunicada y aparentemente más tolerante de la historia. No hay nada menos creativo que un poder totalitario, sea del tipo que sea, y estos arrebatos cojean del mismo pie.

Falta imaginación a los activistas de la misma forma en que falta imaginación a los liderazgos políticos, incluso el mundo de las ideas anda justo de ellas. La más reciente campaña de la marca de ropa Adolfo Domínguez es el ejemplo perfecto. En ella aparece el psicólogo y lingüista Steven Pinker fotografiado en blanco y negro junto a la frase ‘Piensa menos’. La estampa de Pinker travestida en modelo parece una señal de que el final se acerca. Ocurra o no el apocalipsis, algo hueco, insustancial y fugaz prevalece en la mayoría de los debates que libramos a diario.

«El pensamiento más serio de nuestra época se encuentra con el sentimiento de orfandad», escribió Susan Sontag en ‘Contra la interpretación’. La inseguridad de la experiencia humana provocada por la aceleración del cambio histórico, propone la escritora, «ha dejado a todas las mentes sensibles modernas con la impresión de alguna clase de náusea. Y al parecer, la única manera de curar esta náusea espiritual consiste, al menos inicialmente, en exacerbarla». Releer a Sontag con la imagen de Pinker invitando a pensar menos y vivir más no cura la náusea, más bien provoca la arcada.

 

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